Hay quienes creen que, en el barco morenista de Veracruz, ya se dieron cuenta de que hay varias grietas y hace tiempo que hace agua; los oficiales de máquinas no se dan abasto para evitar que se llene la sentina antes de llegar a puerto seguro.

Consideran que, aprovechando los inminentes comicios locales y federales de 2021, el capitán (y, más específicamente, el empresario naviero) busca degradar a oficiales, pilotos, maestres y contramaestres que, por su proverbial inexperiencia, han llevado el barco por riscos y marejadas donde ha vivido el inminente riesgo de zozobrar.

Al primero que han tundido este lunes, con no poco descaro, es al oficial de comunicaciones. Y es que, en efecto, a Iván Joseph Luna Landa, luego de prácticamente inhabilitar los aparatos de comunicación y mantener a la deriva la nave en medio de un riesgoso silencio con las capitanías de puerto, sus enemigos internos lo han visto como el rival más débil y quieren bajarlo a tierra firme con el sambenito de una hipotética diputación plurinominal donde seguramente su discretísima actuación haría menos daño.

Desde temprana hora de este lunes, en redes sociales y medios informativos corrieron los rumores de que está próxima la despedida del comunicólogo, a quien le ha quedado demasiado grande el cargo, y hablan del arribo de un operador experimentado enviado directamente de la Ciudad de México, una vez que la imagen del gobierno estatal ha cosechado críticas incluso entre la tripulación.

Pero eso del oficial del altiplano, según comentan los expertos del muelle, solo es para esconder la postulación de un comunicador encargado de crear los documentales de la azarosa travesía, muy ligado a uno de los grupos en pugna, y cuya incursión buscaría fortalecer el poder de un oficial que prácticamente tiene controlada la cubierta.

Pero el tema de las telecomunicaciones del barco no es el problema mayor, pese a su enorme importancia con vistas a una compleja competencia marítima en la que, por cierto, participarán barcos más pequeños y averiados, aunque con tripulaciones de mayor experiencia navegando en mares procelosos.

Lo más grave es el inminente amotinamiento de los diversos grupos políticos incrustados entre los oficiales de cubierta, oficiales de máquinas y oficiales de servicio general, ante un débil trabajo del capitán, a los que se han unido grupos en tierra y en otras embarcaciones que buscan tomar por asalto la averiada nave y dominar a la marinería.

Algunos personajes de la aduana portuaria me han revelado que se distinguen dos grupos en pugna por la capitanía: los que apoyan al capitán y aquellos que buscan mantenerlo encerrado en el puente del buque insignia para que no se dé cuenta de lo que ocurre durante la accidentada travesía.

En el colmo, los líderes visibles de ambos mandos han debido lidiar con la enfermería; uno de ellos, guardia del puente de mando, oriundo de la Cuenca del Papaloapan (donde practicó las artes de la navegación en pequeñas embarcaciones ribereñas) aparentemente se ha salvado del virus que supuestamente estuvo a punto de doblarlo.

En tanto, el segundo oficial –encargado de elaborar la derrota, según los criterios marcados por el capitán, la corrección de las cartas y publicaciones náuticas– ha debido bajar a enfermería para desde ahí disponer de las guardias de navegación.

El grave problema para él, quien proviene de una región, Córdoba, donde solo pudo aventurarse en ríos contaminados que desembocan al mar en Boca del Río y Alvarado, tiene tareas tan complejas que difícilmente podrá lidiar con la conducción del barco.

Sobre todo porque decenas de piratas y bucaneros buscan asaltar el buque insignia con miras a la gran regata de 2021.

Las benditas redes sociales

Poco es lo que funciona en la endeble embarcación

La pandemia del Covid-19 ha enrarecido mucho el ambiente en el barco morenista. Nadie parece querer realizar sus tareas y, por desgracia, con tan pocas luces en tiempos de paz, la guerra bacteriológica ha evidenciado las debilidades de la tripulación, lo que ha puesto aún en peor circunstancia al capitán Cuitláhuac García Jiménez.

De todas las embarcaciones emblemáticas de los 32 estados del país, hasta quien conduce el barco poblano le lleva delantera, y eso es mucho decir porque nuestros vecinos ni a mar llegan y, para colmo, su capitán está enfermo de los pies a la cabeza.

Los robos, homicidios, secuestros y feminicidios que ocurren en el buque jarocho no cesan, y se complica la situación de tripulantes y pasajeros que, para colmo, deben enfrentar el problema de la pandemia con una Secretaría de Salud que ni siquiera ha querido adquirir los reactivos para la realización de las pruebas de detección de contagios, lo que quiere decir que vamos como el barco de El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez, sin poder tocar puerto, es decir, sin rumbo.

Lo que apremia ahora es el tema de la educación. Y vaya que tendremos serios problemas en los siguientes meses. El titular de la SEV, Zenyazen Escobar, que lidera uno de los grupos comentados líneas arriba, pasó de noche los meses de marzo a junio, y ha preferido andar de gira proselitista llevando unas cuantas computadoras a algunos municipios, en lugar de haber conformado un grupo de expertos que ya hubieran diseñado una estrategia seria y efectiva para el regreso a clases no presenciales.

Para colmo, aunque no habrá uso de escuelas y todo parece rendirse a la idea de la SEP de recibir clases por televisión, no ha sido capaz siquiera de contener a los directivos escolares para que no cobren cuotas.

La última tontería fue decir que no se cobrarán cuotas escolares hasta que no haya clases presenciales cuando el semáforo epidemiológico esté en verde, como si no supiera que prácticamente todos los planteles cobraron desde mayo, por anticipado, dichas cuotas.

Ya hasta la SEP ha dicho que se sancionará a quienes lo hagan y hasta ofreció mecanismos para denunciarlos, pero don Zenya sigue perturbado porque ni a él ni a su equipo les da la sesera para resolver el problema educativo en medio de la pandemia.

Mientras eso ocurre por el rumbo de la salida a Veracruz, muchas voces empiezan a manifestarse para que se cierre la Secretaría de Turismo y Cultura, porque solo representa un costo presupuestal en materia de sueldos y gastos operativos que no se reflejan en beneficio alguno.

Mientras el estado de Oaxaca se convierte justo en la pandemia en un producto de carácter internacional, con base en el resplandor de su propia cultura y sus atractivos naturales y artísticos, en Veracruz la responsable Xóchitl Arbesú anda perdida, posiblemente buscando ser candidata a diputada por Minatitlán, porque de turismo no hace absolutamente nada.

En materia de impartición de justicia, el barco morenista en Veracruz prácticamente no sirve para nada.

Entre los pleitos con la presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Sofía Martínez Huerta, que solo llegó al miserable trono para meter a toda su familia, y los intentos del diputado Juan Javier Gómez Cazarín por convertirla en una escoba mediante una reforma que, de aprobarse, será fácilmente recurrida constitucionalmente, resulta que los veracruzanos no tienen esperanzas de recibir justicia, porque los juzgados están cerrados.

Y, para colmo, la señora presidenta ha ampliado sus vacaciones hasta terminar sus propios litigios, mientras deja a todo Veracruz, incluidos los abogados –que ya no saben qué hacer para realizar su trabajo… y comer–, en total indefensión.

Lo mismo ocurre en la Secretaría del Trabajo. Baste recordar que en el cierre de La Parroquia de Veracruz, patrón y sindicato de trabajadores tuvieron que conciliar los finiquitos sin el arbitraje de las autoridades laborales que siguen dormitando sobre sus escritorios.

Y todavía quieren ganar los comicios del 2021.

Frases sin disfraces

“El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer”. Mariano José de Larra

Comentarios: belin.alvaro@nullgmail.com

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