Emilio Vas describe realidad y ficción, lo bello que puede parecer extravagante de un accesorio como lo es un sombrero o una máscara, cuando la delicadeza pretende ser belleza y apreciamos el arte de su elaboración. Enigma lleno de misterio, de sentimientos, en un punto de sorpresa que eleva al protagonista principal por los aires.  

 

El Sombrero

Igor se coloca con movimiento ceremonial el sobrio sombrero, fiesta para su espíritu. Adepto a festejarse la colocación en la testa, en un rito que le arrastra al entusiasmo, significado para él de libertad, de desplazamiento hacia las calles de la pequeña ciudad en que vive; el parque público y los portales son el paso necesario para disfrutar y disfrutarse. Un sombrero es un accesorio de elegancia, piensa Igor, ¡claro!, un sombrero bien elaborado es arte; un sombrero demuestra su estética, su ambivalencia, su belleza, femenina o masculina, no tan sólo la hermosura, sino la elegancia, virtud ésta del hacedor de sombreros; los hay de muchos estilos, para diversas necesidades y gustos, pero este sombrero es único, se dice Igor. No es cualquier sombrero, y sonríe, es un sombrero mágico, ha sido elaborado a la vista de la pasión, con manos virtuosas del sentimiento que brota de la profunda calma del arte. Es una extensión del artista que con talento construye una fuente inagotable de placer.

Igor, avanza por las estrechas y empedradas calles; ya no es él, toda su atención se centra en el sombrero, deseo que traslada hasta el infinito. De pronto, una fuerte corriente de aire le sorprende, silbando estruendosamente entre las calles, el cielo se cubre de densa calina, un bochorno profuso se precipita en la fresca tarde de verano, sacudiendo con fuerza el follaje de los árboles con intensos zumbidos el viento caliente se filtra entre los gruesos troncos de la alameda avanzando hacia los portales, en donde los parroquianos disfrutan esa tarde la charla con el té, pastelillos y galletas, guardan sorpresivo silencio; el ventarrón arrastra en su masa caliente pliegues de papel periódico, abundante polvo, follaje seco, infinidad de basura. La ventisca arrecia desprendiendo con fuerza el sombrero de la cabeza de Igor, una hoja de periódico se le incrusta en la cara, el sombrero se eleva por el chorro de la corriente, se desplaza atrapado en el aire con movimientos oscilatorios, gira en vertical, desciende, se eleva en horizontal por los efectos cortantes de la cizalladura, en un vuelo incierto que le desplaza en espiral; fluye entonces una serpenteante turbulencia que succiona el sombrero de Igor, elevándolo a mayor altitud, le eleva hasta la tropopausa, ahí, el sombrero se desplaza ahora más lentamente, con giros suaves, pausados, suspendido, flota entre las corrientes de aire frío de la troposfera y la estratosfera durante varios kilómetros.

Un giro repentino de aire le lleva en picada de vuelta hacia abajo, se suspende a unos kilómetros del suelo, avanza hacia abajo balanceándose, ahora suave, ahora rápido, llega a la altura de los árboles, una parvada le acompaña; los dos perros de István, el cazador, ladran a un objeto en el aire, István, apunta con su escopeta de dos cañones, asegura en la mira rápidamente el objetivo y, jala con velocidad sincronizada los dos gatillos, un estruendoso sonido se proyecta por los aires, el sombrero se esparce en múltiples pedazos. Igor, está de vuelta, abriendo la puerta para entrar a su casa, cuando de pronto, una impetuosa corriente de fuerte aire caliente, lleva hasta sus oídos el sonido de los disparos que han acabado con su bello sombrero.

 

*El Sombrero fue la historia que participó en el equipo CompoNENTES para ser seleccionado para la final del Segundo Mundial de Escritura.