Durante 14 horas no dejó de llover. Desde el día anterior, el pequeño Francisco Santiago y sus abuelos Dolores y Julio, vecinos del municipio de Filomeno Mata, decidieron refugiarse en su pequeña vivienda al pie del cerro y esperar el paso de la vaguada. A pesar de la lluvia incesante, la poca intensidad del viento no les advirtió de la tragedia que estaba por ocurrir.

En esta época, las lluvias en la sierra del Totonacapan son muy frecuentes; también en la zona de la costa –en efecto Papantla sí tiene playa- a causa de la temporada de huracanes; por ello, es común que los ríos y arroyos de la sierra traigan un gran caudal hacia los municipios costeros.

Pero esta vez no se trató de un huracán, sino de una lluvia tan intensa que debilitó los cimientos de la montaña. Mientras la tormenta azotaba en toda la región del Totonacapan, Francisco Santiago y sus abuelos ignoraban que los afluentes empezaban a salir de su cauce y que algunas comunidades quedaban incomunicadas.

Sus vecinos de la colonia El Crucero, testigos de la tragedia, escucharon el crujir del cerro en medio de la oscuridad de la madrugada. Toneladas de piedra y lodo cayeron y lo sepultaron todo. Por desgracia, la historia de Francisco Santiago y sus abuelos se repite todos los años, en prácticamente todas las regiones del estado.

De hecho, alrededor de 40 por ciento del país y más de la cuarta parte de la población que vive en los estados más vulnerables, están expuestos a tormentas, huracanes e inundaciones.

Para atender estas contingencias –y por supuesto afectaciones de mayor intensidad como los huracanes o sismos- está el Fondo de Desastres Naturales. El Fonden contempla dos instrumentos presupuestarios complementarios: el propio Fondo para la reconstrucción y el Programa para la Prevención de Desastres Naturales (Fopreden). La intervención de los fondos monetarios de cada uno de los fideicomisos mencionados responde a Banobras, la institución fiduciaria.

El Fonden se financia vía el Presupuesto de Egresos de la Federación, dado que la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria estipula que al inicio de cada ejercicio fiscal una proporción no menor a 0.4 por ciento del PEF sea orientada al Fonden, Fopreden y al fondo agropecuario para desastres naturales. En caso de que hagan falta recursos, estos se podrán disponer de excedentes petroleros o transferencias de otros programas del gobierno federal.

Por ello intentar desaparecer el Fondo de Desastres (FONDEN) como lo ha propuesto el Presidente López Obrador es un despropósito.

En su última sesión, la Cámara de Diputados sacó del orden del día la reforma para iniciar la desaparición de 44 Fideicomisos que maneja el gobierno federal. No es que el Presidente se haya arrepentido, sino que pretende que la extinción no sea gradual sino absoluta, una vez que inicie el periodo ordinario de sesiones en el mes de septiembre.

Este lunes, el columnista Salvador García Soto (El Universal) reveló que una semana después de la sesión extraordinaria del Congreso, el Presidente ordenó al coordinador de los diputados de Morena, Mario Delgado eliminar y extinguir todos los fideicomisos –entre los que se cuenta el Fonden-, sin consideración o excepción de ningún tipo y aprobar para ello las reformas legales necesarias. “Quiero que los eliminen todos”, fue la orden repetida de López Obrador ante el diagnóstico que hizo el diputado Delgado, después de haber estudiado a detalle la iniciativa elaborada por la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval y presentada por la diputada Dolores Padierna, refirió la fuente.

Es posible que hayan convencido al Presidente de que el Fonden era una verdadera mina de oro para sus operadores; que los costos de la restauración con mucha frecuencia eran inflados y que el reparto de cobertores y víveres resultaba una verdadera rapiña. Es posible que en muchas ocasiones así haya sucedido y por ello las reglas de operación se volvieron cada vez más complicadas. También pudieron decirle al Presidente que para eso ya existía el famosísimo Plan DNIII del Ejército.

Sin embargo, representantes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México consideraron que sería un error desaparecer el Fondo para la Atención de Emergencias (Fonden), frente a la vulnerabilidad del país a desastres naturales que, en promedio, cuestan entre 0.5 y 0.7 por ciento del PIB. Desde hace dos años, México está entre los primeros cinco países con más pérdidas económicas ocasionadas por desastres cada vez más recurrentes.

¿Qué capacidad financiera tendrán los municipios y estados que se vean afectados este año por las inundaciones y los efectos de los huracanes?, ¿cómo se reconstruirá cuando vuelva a temblar como en 2017?, ¿habrá dinero suficiente para montar refugios de manera rápida y segura ante la llegada de un huracán y salvar las vidas de familias enteras?, ¿tendrán que esperar los niños que pierdan sus escuelas en el siguiente huracán o temblor al siguiente presupuesto federal para volver al aula?

“Quiero que los eliminen todos…” ha respondido el Presidente. Historias como la de Francisco Santiago y sus abuelos serán cada vez más frecuentes.

Las del estribo…

  1. Como al resto de los veracruzanos que enfrentan esta terrible enfermedad, deseo que el Secretario Zenyazen Escobar (SEV) recupere la salud muy pronto. Pero si lo hace en los próximos 4 días como sucedió al Secretario Eric Cisneros (SEGOB), la comunidad científica del mundo querrá saber ¡¡cómo logró Cuitláhuac García integrar su gabinete con puro Avenger..!!
  2. El 6 de julio pasado, el gobernador del Estado presentó un informe semestral de resultados. Entre sus logros, presumió la reconstrucción de la carretera Xalapa-Coatepec debido a la gran cantidad de accidentes automovilísticos, de lo que responsabilizó a la pasada administración. Sin embargo, es la fecha que no pasa un día con lluvia en el que no se registren accidentes, incluidas patrullas y vehículos oficiales. ¿Ahora a quién le van a echar la culpa?