En Mesoamérica, el juego de pelota posiblemente fue un espacio donde se tomaron importantes decisiones económicas y de poder durante la época prehispánica, destacó la arqueóloga Sara Ladrón de Guevara, rectora de la Universidad Veracruzana (UV), al participar en la sesión XI del Webinario Internacional de Arqueología, dedicada al Juego de Pelota. 

La sesión tuvo lugar la tarde del jueves 6 de agosto, a través de la plataforma digital Zoom, con la participación de la rectora Sara Ladrón de Guevara; Annick Daneels, académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Gibránn Becerra, académico de la UV, y Lourdes Budar Jiménez, directora de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI). 

Annick Daneels comentó que este juego tuvo sus orígenes en las tierras donde existe el árbol del tule, principalmente en la región sur del país, alrededor del año 1600 antes de Cristo (a.C.). Fue a partir del 900 a.C. que se extendió por toda Mesoamérica, y para el Preclásico ya se observa la existencia de dos tipos de canchas: estrecha y ancha, por lo que probablemente no se jugaba de la misma manera. 

La especialista destacó que el juego de pelota tuvo una dispersión muy grande en la región mesoamericana y la evidencia más antigua del ritual por decapitación asociado al mismo está en La Mixtequilla, en el estado de Veracruz. 

Durante su participación, la rectora Sara Ladrón de Guevara explicó el ritual por decapitación, que tenía lugar en el juego de pelota de la Costa del Golfo como una forma de oposición y solución entre contrarios; el sacrificio asociado a la decapitación, donde la cabeza simboliza la pelota, y el complejo yugo-hacha-palma, donde destaca el simbolismo de la decapitación, a partir de imágenes de pintura mural y esculturas alusivas al ritual. 

Annick Daneels dijo que en La Mixtequilla está la evidencia más antigua del ritual por decapitación

La pelota está asociada con la cabeza, en el bajo relieve del juego de pelota en Chichén Itzá se observa un cráneo que simboliza una pelota; en el Popol Vuh, los gemelos juegan pelota con los dioses y utilizan la cabeza de uno de ellos como pelota. 

”En el mural de Las Higueras, Veracruz, es el decapitado, de su cuello brotan serpientes que representan los chorros de sangre, sentado sobre una pelota que tiene un cráneo en su interior.” 

Lo anterior, apuntó, nos muestra esa clara asociación simbólica del cráneo descarnado, de la cabeza decapitada, como pelota. 

En tanto, los yugos, las hachas y las palmas, implementos usados por los jugadores de pelota no eran materiales pétreos sino ligeros, y eran decorados con cabezas decapitadas. 

Asimismo, explicó que en uno de los murales se observa que el sacrificado y el sacrificador son del mismo equipo, esto “me hace pensar que el ritual no es una cuestión de premio o castigo, de ganador o perdedor, sino que el sacrificado era definido como parte del ritual, desde antes que se jugara se definía qunes serían los sacrificados y no estaba asociado al resultado del juego mismo”. 

Por lo tanto, dijo, hubo un entrenamiento para quienes querían jugar pelota, y por lo tanto, el ritual era para profesionales; por ello, insistió en la idea de que el sacrificio no tenía una asociación con ganar o perder. 

El sacrificado tenía que ser validado institucionalmente, explicó Gibránn Becerra

“Los perdedores no tendrían por qué tener el valor simbólico de convertirse en deidades al ser sacrificados, y el ganador si lo sacrificaban representaba una enorme pérdida económica por la preparación que recibía un jugador. También es posible que el sacrificado recibiera preparación. Creo que en algún momento dado si se solicitaba ser el sacrificado, por ejemplo, en las imágenes de El Tajín el sacrificado se vuelve el mensajero de la comunidad hacia los dioses, le pide el agua de la viuda al Dios de la Lluvia y se ve que lo recibe porque baja el agua para rellenar la cisterna”, mencionó Annick Daneels. 

Ladrón de Guevara apuntó que en el juego de pelota había apuestas para tomar decisiones, como sucedió en el Medievo cuando los señores feudales sentenciaban de acuerdo con el resultado obtenido en las justas donde participaban los caballeros. 

“Tengo la impresión de que lo mismo ocurrió en Mesoamérica, a partir del juego de pelota y las habilidades de los jugadores se tomaron las decisiones, es posible que haya sido un espacio de decisiones económicas y de poder. 

Gibránn Becerra refirió que el sacrificado tenía que ser validado institucionalmente, de cierta forma consensuado, acreditado por las normas institucionales, “seguramente existió un mecanismo que construyó a las personas como objetos de sacrificio”. 

Aclaró que no siempre que había juego de pelota, éste implicaba hacer un sacrificio, ya que existe la propuesta de que sólo se realizaba en momentos de crisis o de conflicto dentro de la institución. 

Cabe mencionar que para el año 2000 se habían contabilizado alrededor de mil 600 canchas de juego de pelota, pero seguramente esta cifra se ha incrementado debido a los recientes hallazgos en diferentes lugares del país.

 

UV/Paola Cortés