Mientras el consejero priista Armando Barajas Ruiz –quien en 2016 promovió la expulsión del PRI del ex gobernador Javier Duarte– impugnó ante el Tribunal Federal Electoral las facultades “sin precedente y de forma antidemocrática” que se le asignaron al dirigente nacional Alejandro Moreno Cárdenas, y otras expresiones internas del partido tricolor, como el grupo LIDER, del que es miembro el diputado federal Héctor Yunes Landa, manifestaron su decepción porque parte de lo aprobado por el Consejo Político Nacional “son disposiciones que representan reformas regresivas y son lesivas a los derechos político-electorales de la militancia, como es el caso de las reformas a los artículos 61, 83,119, 181 y 197” de los estatutos del Revolucionario Institucional, el dirigente del priismo veracruzano, Marlon Ramírez Marín, en cambio, le refrendó “el compromiso al Comité Ejecutivo Nacional para que tome las mejores decisiones, para que nosotros en Veracruz, que nos estamos preparando, que estamos reconformando al partido, que estamos refundándonos desde la base, podamos ser capaces de ir con un solo timón, una sola guía”.

Durante la Sesión Extraordinaria de Consejo Político Estatal, celebrada este miércoles, Ramírez Marín remarcó que, “como priistas, confiamos en que sea el presidente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, quien nos guíe en este azaroso camino que habremos de enfrentar en la elección del 2021”.

Obviamente que este pronunciamiento no gustó a los priistas que están en desacuerdo con la modificación de diversos artículos estatutarios que en los hechos reducen y limitan facultades ejercidas hasta ahora por las dirigencias estatales del PRI y da más control a la dirigencia de Moreno Cárdenas, ya que el Comité Ejecutivo Nacional será la única instancia para registrar ante las autoridades electorales todo tipo de candidaturas del partido a cargos de elección popular, tanto federales como estatales y municipales.

Infectado aun por el virus de la irreflexiva sumisión priista, Marlon parece no entender que fue esa arcaica cultura política la que en 2018 llevó a su partido a la peor debacle electoral de toda su historia. Y es que ahora que ni la Presidencia de la República ni el gobierno del estado son encabezados por ningún jefe político o guía moral, el líder del menguado priismo veracruzano se resiste a romper sus atavismos.

Ramírez Marín, quien paradójicamente es un estudioso de la teoría política, está mandando un mensaje que no es nada congruente con el discurso que ha venido pronunciando ante los 149 flamantes dirigentes municipales de su partido a los que ha tomado protesta hasta hoy.

Porque no puede criticar el autoritarismo y la concentración de poder del presidente AMLO pero, por otro lado, avalar las mismas prácticas absolutistas al dirigente nacional de su partido, “Amlito” Cárdenas.

¿Cómo pretende levantar a su partido si esa misma sumisión al exgobernador Duarte y al ex presidente Enrique Peña Nieto los llevó a perder por primera vez en Veracruz la gubernatura en 2016 y luego, en 2018, a obtener sólo una mínima representación en los congresos federal y del estado?