La votación de los panistas del ala yunista para apoyar la designación de los nuevos magistrados del Tribunal Superior de Justicia mostró dos cosas: la falta de liderazgo de Joaquín Rosendo Guzmán Avilés en el comité estatal del PAN y la inexistente coordinación del diputado Omar Miranda Romero en la bancada albiazul en el Congreso local.

El caso permite confirmar el control y la fuerza política que aún mantiene el ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares entre los legisladores que le son afines, la mayoría en dicho grupo.

También muestra la debilidad de la presidencia que encabeza Guzmán Avilés en el Comité Directivo Estatal y la posición de su coordinador del grupo legislativo en el Congreso del Estado se tambalea.

El actual escenario para el Partido Acción Nacional en el estado de Veracruz no es el mejor; por el contrario, se avizora un posible cisma que hundiría al blanquiazul con miras al proceso electoral de 2021.

La situación empeora para el partido ante las posibles alianzas que podrían concretarse con otras fuerzas políticas, pues la clara división interna debilitaría al panismo veracruzano.

Si el PAN era la segunda fuerza política electoral en Veracruz, con lo sucedido en la sesión del pasado jueves en el Congreso se vislumbra ya a un partido fragmentado cuyos intereses personales y de grupo terminarían por hundirle.

Lo peor es que tanto el dirigente estatal como el coordinador de la bancada han sido rebasados y se encuentran solos.

Desde antes que Joaquín Guzmán Avilés asumiera la presidencia del partido, los demás grupos políticos mostraron su molestia e inconformidad frente al cacique de Tantoyuca, precisamente porque ha sido acusado de manera reiterada de usufructuar la zona, además de heredar los cargos a sus familiares, particularmente a sus hermanos.

El caso de Omar Guillermo Miranda es más complejo, pues no sólo queda en duda su capacidad para coordinar al grupo de diputados panistas, sino que sobre él pesa el sambenito de la traición.

A pesar de haber recibido la total confianza de su ex jefe, José de Jesús Mancha Alarcón, con quien ocupó diferentes carteras en el Comité Directivo Estatal cuando este fue dirigente, desde la Tesorería hasta la Presidencia interina, además de hacerlo diputado, al final le dio la espalda y le dio su apoyo a Joaquín Guzmán.

Además, las quejas de sus compañeros de bancada siempre fueron en el sentido de que no  permitía los acuerdos y el consenso.  Omar Miranda no supo, no pudo y no quiso sumar para fortalecer al grupo legislativo.

El diputado también demostró la falta de habilidad política para acercarse y convencer, dialogar y acordar con sus pares, quienes no lo veo con la estatura suficiente.

Las consecuencias de sus actos se vieron reflejadas en la votación de sus homólogos panistas en la última sesión del período ordinario en el Congreso local, donde se avaló la designación de seis nuevos magistrados del Poder Judicial de Veracruz.

Luego de la votación, desde el comité estatal de AN hablaron de deslealtades en el grupo de diputados; sin embargo, lo que se evidenció fue la falta de liderazgo y la nula coordinación.

De esta manera, parece urgente la intervención del Comité Ejecutivo Nacional del PAN para tomar cartas en el asunto y realizar los cambios necesarios para unir a los diferentes grupos políticos. De no hacerse, el partido estará firmando su caída y su debacle electoral en 2021 y 2024. @luisromero85