Suele clasificarse a las producciones cinematográficas por su duración, una película de menos de treinta minutos se considera cortometraje; si dura entre treinta y sesenta minutos, mediometraje; si supera los sesenta, largometraje. Generalmente, el cortometraje funge como puerta de entrada al mundo de la producción pues es menos exigente tanto en lo técnico como en lo económico, sin embargo, como en todas las disciplinas creativas, la brevedad implica el reto de expresarse con los menos elementos posibles, característica que las provee de un atractivo especial; el cortometraje puede ser, más que una tarjeta de presentación del realizador, una búsqueda de expresión estética, un lenguaje característico del realizador.
A partir del decreto de la Jornada Nacional de Sana Distancia, el Ágora de la Ciudad implementó el programa Viernes de Cine, que consiste en la transmisión de un cortometraje semanal a través de su página de Facebook. Al principio programó cine —documental y de ficción— producido en Veracruz, después se interesó en difundir el cine experimental y de animación, y ahora ha pasado a la divulgación del cine internacional.
Para la función del viernes 31, ha programado Bogeyman, de Bianca Lucas, realizadora suiza de nacimiento, polaca y australiana de origen y varsoviana de formación, sobre cuyo trabajo, Patrick Nabarro opina:
«En lugar de aspirar a 15 minutos de limpieza ordenada, sus cortometrajes son enigmas intrigantes, tentando a su audiencia con ricos mundos narrativos y estéticos que podrían extenderse fácilmente a un formato de largometraje».
Adelante afirma que Bogeyman es un corto «Basado libremente en una secuencia de sesiones de terapia grupal, Lucas trasciende el escenario absurdo de estas escenas para aprovechar algo bastante inquietante. Se centra en la psicología grupal engañosa de sus miembros y el posible trauma que afecta al personaje principal y marginado de facto, Alan».
«La perspectiva externa de Alan es revelada brillantemente por Lucas en una escena de apertura precisa. Una cámara fija localiza una sesión de terapia grupal gloriosamente inexpresiva (que culmina en un abrazo catártico, intencionalmente cliché, entre sus miembros), antes de que la perspectiva corte bruscamente a Alan. El corte repentino de Lucas deja en claro que lo que hemos visto no es solo desde nuestra perspectiva, sino el punto de vista distante personal de Alan, tratando de dar sentido a la dinámica del grupo en el que está a punto de entrar.
«El resto de la película transcurre entre otras sesiones de terapia grupal e impresiones domésticas elípticas de Alan con el posible ‹Bogeyman› de la pieza: su padre. La inteligencia de la dirección de Lucas es que no revela directamente su mano; estos podrían ser ejemplos reales de lo que sucedió en casa o, lo más probable, las configuraciones psicológicas de Alan en su relación con su padre, bajo la presión del grupo cada vez más tiránico.
«Esta es una de muchas de estas escenas ingeniosas, y la absoluta seguridad del dominio de la técnica de Lucas para mostrar el contenido, la marca como cineasta en la cúspide de un proyecto de largometraje».
La transmisión será a las seis de la tarde en la página de Facebook del Ágora de la Ciudad, el recinto pone la función, a ustedes corresponde poner las palomitas. No se la pierdan.
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