Lo que ocurre con las actividades turísticas, como consecuencia de la pandemia de Covid-19, es una verdadera tragedia.

En la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, por ejemplo, hoteles y restaurantes siguen vacíos; la actividad en el turismo se redujo a su mínima expresión. Al final, es la consecuencia de la psicosis generada por una enfermedad que sólo en esos dos municipios veracruzanos acumula más de 4 mil 200 casos y más de 80 defunciones.

Los hoteleros del puerto enfrentan un panorama gris y lo peor es que no se ve para cuándo podría repuntar la ocupación.

Algunos empresarios del ramo han optado por cerrar sus puertas, ante lo incosteable que resulta mantenerlas abiertas.

Hay hoteles que comenzaron a funcionar sin restaurantes, en tanto que otros redujeron la disponibilidad de espacios; es decir, bajaron su plantilla porque saben que la demanda cayó al piso.

Con los restaurantes ocurre algo parecido: ante la falta de clientes, los propietarios de esos establecimientos cerraron sus puertas. Datos de la Canirac indican que el 60 por ciento ya no opera. En algunos casos, cierres temporales; en otros, suspensiones definitivas de actividades.

Restaurantes que antes, incluso, eran considerados emblemáticos del puerto, hoy ya no existen. Sólo quedaron para el recuerdo.

Los propios restauranteros ubican en 600 la cifra de cierres en el sector. Ello indica que al menos 6 o 7 mil personas perdieron sus empleos, sin considerar el efecto en la cadena: proveedores y empresas que sin ser hoteles o restaurantes también dependen del turismo, taxistas y abarroteros, por ejemplo.

En Xalapa ocurre algo muy parecido: de acuerdo con la Unión de Empresarios Hoteleros, de los 130 establecimientos de hospedaje, el 30 por ciento suspendió actividades, lo que indica que casi 40 hoteles ya no están funcionando.

Uno de los casos más recientes es el del céntrico Hotel Plaza, que hace poco más de una semana decidió cerrar.

Ese hotel se ubicaba a unos pasos de Palacio de Gobierno, sobre la calle Juan de la Luz Enríquez. Funcionó durante más de 4 décadas pero no sobrevivió a la crisis por la pandemia.

Con los bares pasa lo mismo: sus dueños no pueden abrir por las restricciones impuestas por la autoridad, y en el caso de los restaurantes, sólo operan al 30 por ciento de la capacidad; y ni siquiera las pocas mesas que colocaron lucen llenas.

Para quienes observan el comportamiento de este sector de la economía, la crisis derivada del Covid-19 sólo acentuó una problemática que estaba latente desde hace años en lugares como Xalapa: durante casi un lustro, las autoridades municipales se olvidaron de la promoción, capacitación y de los programas de apoyo al desarrollo turístico. De forma reciente, la propietaria de un restaurante muy acreditado, de los más importantes de la zona de Las Trancas, apuntaba que ni siquiera conocía a los responsables del área en el Ayuntamiento.

De acuerdo con estas versiones, el cierre de hoteles y restaurantes ya era inminente desde antes de que detonara el tema de la pandemia.

La enfermedad terminó por hundir a los empresarios y ante dicha situación, la autoridad decidió asumir una actitud contemplativa.

La idea de que los empresarios deben resolver sus propios problemas y enfrentar sin apoyo la crisis puede generar muchos cierres y, por consiguiente, un alto costo en término de pérdida de empleos.

@luisromero85