«Jorge Gamboa y todos los del Jazz House Collective fueron de mi generación y me pareció muy chévere que fueran el año pasado a Colombia, estuvieron en Jazz al Parque, es el festival más grande de Bogotá, es al aire libre y va Wayne Shorter, John Scofield, Ron Carter gente así, entonces me dio mucha felicidad ver que ellos estaban tocando ahí, porque no es común que vayan grupos mexicanos», me dijo Daniel de Mendoza Lozano en esta última parte de la conversación en la que habla de las influencia de Arvo Pärt y de las músicas tradicionales latinoamericanas en su trabajo composicional, y de su estancia en Xalapa este año que marcará la historia de la humanidad.

Pärtvadas

Me gusta mucho la composición, en una época estaba componiendo más jazz contemporáneo, como un estilo que hay en Nueva York ahorita, una música que combina la composición con la improvisación, es muy interesante, pero desde que conocí a Arvo Pärt se volvió mi músico favorito y he estado muy metido en componer cosas más minimalistas y un poco más hacia lo clásico de cámara que hacia el jazz, pero siempre me gusta utilizar ritmos o métricas latinoamericanas, también tengo esa influencia. En ese concepto de composición es en lo que más estoy trabajando ahorita.
Mi novia es bailarina, también estaba aquí de intercambio en la Facultad de Danza de la UV y el año pasado hicimos una obra interdisciplinar con video, danza, movimiento y esta música, que por ser minimalista también tiene una función muy visual, es muy fílmica de alguna manera.

Por una música en la que quepan todas las músicas

Hace uno o dos años, fue Son de Madera a Bogotá, los invitaron a hacer un concierto en una una súper sala de conciertos, la Luis Ángel Arango, fue raro porque es una sala de música académica. Fui a verlos y, a pesar de estar en ese contexto tan formal, ese concierto gustó mucho, y creo que hicieron como cinco concierto por Colombia, hablé con Óscar [Terán] y me dijo que les fue muy bien; siento que el público es muy abierto con este tipo de música y se siente identificado aunque en Bogotá se conoce muy poco el son jarocho, yo creo que un noventa por ciento de la gente no tiene ni idea de qué es un son jarocho, yo mismo, siendo músico, nunca había oído el son jarocho, es algo que casi no se conoce en Bogotá; me parece raro porque es muy similar a la música del llano.
Siento que aún falta mucha identidad, en general, en Latinoamérica, ¿cómo es posible que en Colombia todo mundo conozca a Michael Jackson y a todos los músicos más famosos de todos lados y no conozcan el son jarocho que es algo mucho más cercano la música afro peruana? De México, se conoce mucho el mariachi y algunas cosas más comerciales, pero la música tradicional se conoce muy poco. En eso he estado, en buscar un punto común en todas las músicas latinoamericanas —que son muchas y todas, hermosísimas— y tratar de que la gente la conozca más; con Bituin hemos hecho mucho eso: poner canciones viejas de todos los países —mexicanas, peruanas, argentinas, uruguayas, chilenas— y con esta nueva forma de hacerlas, la gente se da cuenta de que existe esa música porque, para ellos, los ídolos nunca son Violeta Parra, ni Atahualpa Yupanqui, sino los que ponen en los medios comerciales y me parece importante que la gente sea consciente de la música tradicional de nuestros países, que no se aprecia tanto a veces.
El mariachi se aprecia mucho en Colombia, hay como tres centros de mariachi, yo tengo un amigo que trabaja con mariachis y todas las noches tiene trabajo, es muy popular, yo siento que eso ha opacado a cualquier otro tipo de música mexicana. Lo mismo pasa con Colombia, en el extranjero se conoce mucho el vallenato, que ya no es tan folclórico, o la cumbia, pero la cumbia comercial, pero en Colombia hay unas músicas folclóricas increíbles, hermosas, en cada región —que son muchas y muy distintas—. En Argentina sucede lo mismo con el tango, y así en cada país.

El regreso en tiempos de pandemia

Este año volvía a Xalapa prácticamente solo a estudiar son jarocho porque es una música que me parece súper rica en texturas, en colores. Llegué a finales de enero, he estado tomando clases de leona con Arantxa [Peláez Cházaro] cada ocho días y con Sael [Bernal] de zapateado y jarana. Conocí a Lasse [Mørck], que está de maestro de contrabajo en JazzUV, y estuve conversando mucho con él y compartiendo música estos meses anteriores.
Estaba volviendo a armar el grupo con músicos que también conocí en JazzUV, empezamos a ensayar, estábamos haciendo jazz colombiano y también latinoamericano, la idea era hacer varios conciertos aquí, ir a otras ciudades pero lastimosamente no se pudo porque se vino la contingencia y tuvimos que parar, y quedó en standby el proyecto.
Mi idea también era intentar que este semestre viniéramos a tocar con Bituin, pero tampoco se pudo.
Como te comentaba, desde la primera vez que vine y vi el movimiento cultural que hay aquí dije es increíble, me sorprendió mucho y se me hizo una ciudad muy enriquecedora, lamentablemente ahora no pudimos aprovechar más porque estuvimos encerrados (risas), estuvimos dos meses, o un poco menos, en condiciones normales y se vino esto. El domingo nos regresamos.

 

PRIMERA PARTE: Palomas que andan volando
SEGUNDA PARTE: De una Atenas a otra Atenas