Que el Presidente haya querido guardar ‘sana distancia’ de los colectivos y familiares de personas desaparecidas –en realidad lo ha hecho desde el inicio de su gobierno-, podría ser una anécdota sin importancia frente a la gravedad de la denuncia que hicieron ayer estas organizaciones respecto a la posibilidad de que existan fosas clandestinas en el parque Natura y la estancia Garnica.
Estaríamos hablando no sólo de que las fosas habrían sido sembradas en nuestras narices, en el corazón de la ciudad de Xalapa, sino que llevaría una acusación implícita: durante los años del gobierno de Javier Duarte, la Estancia Garnica fue entregada a la Fuerza Civil y a la Marina como centro de operaciones y alojamiento para sus elementos. Incluso en 2012 se llegó a registrar un incidente de ráfagas de cuerno de chivo a las instalaciones.
La Estancia Garnica y el Parque Natura forman parte del mismo pulmón enclavado entre el Arco Sur, la avenida Murillo Vidal y la carretera federal a Veracruz. Ahí estuvieron los marinos y policías estatales durante varios años, prácticamente los mismos en que se han documentado desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales a espaldas de la Academia de Policía en El Lencero.
Tras el desdén presidencial, los colectivos y familiares de las víctimas volvieron a tomar por asalto la agenda de seguridad, informando que ya iniciaron los trámites para que se permita la búsqueda de fosas clandestinas en ambos predios.
Sara González Rodríguez, madre de Ivanhoe Mass González -desaparecido desde el 14 de marzo de 2010-, dijo ayer que ya se formalizó la petición a la Fiscalía General de la República y a la Comisión Nacional de Búsqueda; aseguró que existen antecedentes de abusos a los derechos humanos por parte de corporaciones de seguridad pública, incluidos dentro de la zona de protección ecológica conocida como Tejar Garnica, compuesta de 133 hectáreas.
Al reunirse ayer con medios de comunicación, la activista insistió en que existe un gran interés por iniciar la búsqueda de desaparecidos aquí mismo en la capital. «¿Por qué me interesa Xalapa? Porque ahí pueden estar muchos de los de nosotros. A mí no me importa la Comisión Estatal de Búsqueda ni la Nacional, a mí con mi MP y el equipo forense me es suficiente. Con que él venga, viene con todo su equipo forense y es suficiente», dijo.
Según sus indagatorias, los hechos podían haber sucedido incluso antes de la llegada de las fuerzas de seguridad. «En el Natura sí sabemos perfectamente bien que había indicios de tortura, entonces ya fuimos a ver y ahí el predio está muy raro, con amontonamiento de piedras y todos esos montículos, debe haber algo y tenemos que ir a buscar».
Hay indicios de montículos de piedras, como tapando algo, madera, leña arbustos. Uno luego luego se da cuenta de por qué están esas cosas ahí. Fueron puestos para tapar algo. Se han encontrado zapatos, ropa, ropa masculina, principalmente, gorras. Por todo eso debemos creer y tener la sospecha de que algo hay ahí y exigir la búsqueda inmediata. A mí me vale la pandemia. Si ellos tuvieran (en el Gobierno) un familiar desaparecido hubieran ya buscado por cielo, mar y tierra».
La herida de las desapariciones en Veracruz –la fosa clandestina más grande del país, dijo alguna vez el ex Fiscal Jorge Winckler- sigue sangrando y el Presidente lo sabe. Tan sólo el año pasado se documentó la desaparición de 652 personas en el estado; muchas más, sobre las que nunca se presentó denuncia, forman parte de la cifra negra.
López Obrador estaba seguro que los manifestantes no le iban a culpar de los años oscuros de la violencia delincuencial que ha dejado, según cifras de la propia Segob, más de 60 mil personas desaparecidas. Pero sí de haber ahorcado el presupuesto para la atención a las víctimas, de reducir los recursos para cumplir con la reparación del daño, y sobre todo, de dejar sin dinero a las Fiscalías para continuar con la identificación de restos encontrados.
En realidad al Presidente no le interesa sanar las heridas de miles de historias de horror por las desapariciones. Eso no le genera ningún beneficio político ni renta electoral alguna. Cómo él mismo lo ha dicho, se trata del ‘México profundo’ que nadie ha podido explorar con certeza. Y no le interesa además porque indagar con seriedad el destino fatal de miles de personas lo llevaría inexorablemente a la delincuencia organizada, a las policías e incluso, a las fuerzas armadas.
En su cálculo político, es más barato aguantar el grito momentáneo de unos cuantos que pisar las minas sembradas por el horror de años de impunidad. También lo dijo respecto de la masacre de Caballo Blanco: la justicia llegará, es posible que tarde, pero llegará. Su expresión no fue más que un endoso a la siguiente administración.
La justificación de la ‘sana distancia’ sólo fue la ocurrencia del día.
Las del estribo…
- Enfrascado en construir su candidatura al Gobierno de Veracruz, Julen Rementería se ha convertido en un huracán de declaraciones. Ayer, quien fuera una reconocida periodista y hoy funcionaria de la delegación federal morenista, Rosa María Hernández Espejo, le dio una cátedra al refutar sus acusaciones sobre las 8 universidades que abrirá el gobierno federal en Veracruz. “Aquí le dejo el link para que las conozca. Por cierto ya están abiertas las inscripciones” le espetó con exquisita ironía.
- La acusación que ha hecho el sindicato de electricistas en contra de algunos directivos de la planta de Laguna Verde de provocar de manera intencionada un brote de Covid19 debe investigarse a fondo por las autoridades judiciales y de salud. Ante la gravedad de la pandemia, sería un caso de intento de homicidio en contra de decenas de trabajadores. Mañana hablamos de eso.