A menos que el gobierno oculte las cifras oficiales sobre el número de fallecimientos y contagios, además del comportamiento que tendrá la pandemia en las próximas semanas, no se entiende la razón por la que el gobierno de México pida un  préstamo por ¡mil millones de dólares! -es decir, 21 mil millones de pesos al tipo de cambio de este domingo- al Banco Mundial.

Apenas el sábado, el Presidente fustigaba para definirse entre el neoliberalismo y el Estado Social, unas horas antes de formalizar el crédito en el organismo financiero emblemático de lo que tanto critica. El préstamo derrumbó también otras promesas: no pedir dinero prestado a organismos internacionales –la pandemia nos había agarrado bien parados y había caído como anillo al dedo-, y no repetir la fórmula del endeudamiento que siguió Felipe Calderón tras la epidemia de la influenza H1N1.

Los créditos con los organismos internacionales eran la única salida ante la pandemia que vivimos. Así lo dijo una y otra vez, el primer secretario de Hacienda de este gobierno, Carlos Urzúa. Fue dilapidado por eso, pero hasta ahora, puntualmente se han cumplido todos sus pronósticos.

Así lo publicamos el 29 de abril. “A finales de marzo, el ex secretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzúa, advirtió sobre las graves consecuencias económicas que tendrá el Covid-19 en México. Su pronóstico fue una caída anual del PIB del 6.3% -hoy esa previsión ha quedado corta hasta para el Banco de México- y desmintió los escenarios en que el gobierno contaba con recursos suficientes para hacer frente a la inminente recesión que viviremos los próximos meses.”

“El primer responsable de la Hacienda morenista con López Obrador, aseguró entonces que al  contrario de lo que opinan “los cuatroteístas”, un déficit público (o un incremento de la deuda pública) “no es siempre malo”. La razón, explica Urzúa, es que el gobierno de un país debe siempre adoptar una política de gasto contracíclica: ahorrar mucho en las bonanzas económicas y gastar mucho, durante las crisis. Dicho de manera coloquial: ahorrar durante la época de las vacas gordas para poder sobrevivir en la época de las vacas flacas.”

Todos lo sabían. El gobierno no tiene dinero. O al menos no lo tiene para atender la pandemia, obsesionado en mantener intactos los dos pilares del cuatroteísmo: los programas sociales que le garantizan su base electoral para el próximo año, y los grandes proyectos de infraestructura, asignados de manera directa, y que son los que les generarán los grandes negocios a la clase política que hoy gobierna. Por más que López Obrador salga en defensa de Bartlett y Rocío Nahle –sus operadores financieros en estos meganegocios-, la verdad ha ido saliendo a flote como sucedió con la Casa Blanca, el NAIM y otros tantos proyectos del pasado reciente.

Este domingo se dio a conocer que el gobierno de México recibió del Banco de México un préstamo de mil millones de dólares a México para “la respuesta y recuperación de la crisis económica y social desencadenada por la pandemia del covid-19 ante el desafío de mantener los flujos de financiamiento adecuados.”

En el documento de acceso al financiamiento se recuerda que el 25 de noviembre de 2019 el BM aprobó una línea de crédito flexible durante dos años por 61 mil millones de dólares, las autoridades mexicanas declararon sus intenciones de mantener el acuerdo como precautorio. Estos mil millones podrían ser los primeros de una cascada de créditos que se utilicen para ocultar el desfalco gubernamental y operar lo relativo al proceso electoral que inicia en septiembre.

Hasta hace unas semanas, el gobierno decía tener al menos un billón de pesos disponible para hacer frente a la pandemia. Estos recursos provenían de un recurso anunciado por el Presidente por 400 mil millones de pesos, la creación de un Fondo de Contingencia aprobado por el Congreso de 180 mil millones, la disponibilidad que ha dejado la desaparición de los fideicomisos –al menos 250 mil millones de pesos- así como el brutal subejercicio del año pasado. Resulta que nunca alcanzó, o como siempre dijo Carlos Urzúa, nunca existieron.

Esa es la razón por la que intentaron aprobar un decreto para que el Presidente tuviera libre albedrío sobre todo el presupuesto del gobierno, sin embargo, al no lograrlo decidieron cortar el 75% del gasto operativo a las dependencias, obligándolas a la parálisis operativa. Por eso también han sugerido apropiarse de las Afores y que sea el gobierno el único administrador de cientos de miles de pesos de ahorro de los trabajadores.

Pedir prestado no es malo. Todos los han hecho. Lo realmente malo es a dónde va a parar ese dinero. La corrupción es la misma si va a parar a paraísos fiscales, a casas blancas o a subsidiar una base electoral disfrazada de programas sociales.

Resulta que el estado social, el enemigo acérrimo del neoliberalismo, hoy ha pedido al Banco Mundial que le lance de un salvavidas.

Las del estribo…

  1. Hace una semana, tras el asesinato de Francisco Navarrete Serna, un viejo conocido y gente cercana a la élite morenista, el gobernador Cuitláhuac García aseguró que en Veracruz no se permitirían ajustes de cuentas entre bandas del crimen organizado. Ayer, con el Presidente López Obrador de gira por el estado, asesinaron también al hijo de Francisco Navarrete
  2. El resultado de una prueba de Covid19 –la cual ronda entre los 3 mil y los 6 mil pesos- tarda hasta siete días en conocerse. Eso para el caso del minúsculo porcentaje de población que tiene la posibilidad de realizarlo en hospitales privados. Quiere decir que las cifras las cifras que conocemos cada día es una fotografía añeja y parcial de la crisis sanitaria que vivimos. No hemos visto lo peor.