El que la Tercera Guerra Mundial no sea una guerra militar no es óbice para que uno de los opositores en juego (nosotros) invoquemos un espíritu guerrero.

La ciencia, la tecnología, la industria, la Red Digital, los medios de comunicación masivos propiedad de unos cuantos demográficamente hablando y los gobiernos que los representan en la democracias occidentales y los autoritarismos orientales son autores de los avances que la humanidad está haciendo en contra del equilibrio natural del planeta.

Nada más salgo de mi Ayuno Informático y de Información unos minutos y veo las constancias de mi visión: La investigadora Silvia Ribeiro hace afirmaciones contundentes:

-El sistema alimentario agroindustrial es el principal factor de producción de epidemias en décadas recientes.

-La cria industrial de animales en confinamiento (vícola, porcina, bovina) es una verdadera fábrica de epidemias animales y humanas. Grandes concentraciones de animales, hacinados, genéticamente uniformes, con sistemas inmunológicos debilitados, a los que se administran continuamente antibióticos, según la OMS, son la principal causa de generar resistencia a los antibióticos a escala global. Un perfecto caldo de cultivo para producir mutaciones de virus más letales y bacterias multiresistentes a los antibióticos.

-Gran parte de los brotes de nuevos virus de origen animal, las gripes aviar y porcina, ébola, zika, VIH y otros,  se originó en criaderos, otros animales silvestres, como el nuevo corona virus que proviene de los murciélagos y llegó a los humanos con otros animales intermediarios, como  los pangolines, pequeños mamíferos asiáticos u otros, como los megacriaderos de cerdos en una provincia de Wuhan.

-Está detectado que los grandes criaderos de cerdos en China son devastados por otro virus que afecta a millones de cerdos: la peste porcina africana, que afortunadamente no ha mutado aún en virus infeccioso para humanos, pero crece por China y Europa.

-La cría masiva de animales confluye con la destrucción de hábitats naturales y de biodiversidad, que hubieran funcionado como barreras de contención de la expansión de virus en poblaciones animales y silvestres.

-La causa mayoritaria de la deforestación en el mundo es la expansión de la frontera agropecuaria industrial. En América latina causa 70 por ciento de la deforestación, y en Brasil hasta 80 por ciento.

-De toda la tierra agrícola del planeta, 78 por ciento se usa para la industria pecuaria a gran escala: sea para pasturas o siembra de forrajes. Más del 60 por ciento de cereales que se siembran globalmente son para alimentar animales en confinamiento.

-4-5 trasnacionales dominan más del 50 por ciento del  mercado global.

-Esto causa una enorme uniformidad genética en los criaderos, que facilita la transmisión y mutación de virus.

-Pese a los desastres que está causando la pandemia esas empresas siguen sus actividades, gestando la próxima pandemia, que podría incluso ocurrir mientras la actual sigue activa.

-Este sistema agroalimentario es el principal factor de cambio climático y pese a utilizar de 70 a 80 por ciento de la tierra, agua y combustibles de uso agrícola sólo alimentan a 30 por ciento de la población mundial.

Esto aunado al consumo desmedido de medicamentos de las poblaciones de los países “privilegiados” y la aplicación de las vacunas como política sanitaria  nos indica que son poblaciones envenenadas.

Estoy elaborando una nota sobre las declaraciones de la viróloga Judy Mikovitz, que sostiene que el uso de mascarillas es contraproducente y menos una esperanza la vacuna, entre otras revelaciones de suma trascendencia. Ella trabajaba en los laboratorios militares para la creación de armas biológicas de Estados Unidos. (youtu.be/dQkgXabo-AO).

El privilegio que tenemos aún en México son nuestros mercados, sobre todo los tianguis que nos traen una producción de vegetales y fruta y otros alimentos, como huevo y carne de corral, importante para que seamos una población con grandes posibilidades para estar sanos.

Sin embargo la masificación de los consumos de alimentos promovida por la publicidad y los super mercados, está aniquilando esta fuerza cultural que aún nos sostiene.

Yo sé que estar calificando la situación actual como el primer episodio de la Tercera Guerra Mundial molesta a muchos, tenemos una memoria de dos milenios de cristianismo cuya concepción apocalíptica ha dominado el pensamiento de Occidente.

Pero insisto que debemos considerar que el momento en que estamos, no obstante los heridos y fallecidos no sean producto de campos de batalla, son víctimas de una confrontación aún no manifiesta con toda su fuerza en la globalidad: Nosotros y los Destructores del Clima.

Molesta mi postura porque es apocalíptica…en el tiempo de la posverdad.

Se estaba hablando del “fin de la historia” cuando nos damos cuenta que somos parte sólida de la cadena de los diez milenios anteriore, donde Epidemia y Guerra son palabras que frecuentemente caminan, marchan, juntas. En la era de la higienización a raja tabla resulta que surge una peste medieval. ¿Fin de la historia?

Si no invocamos un espíritu guerrero. ¿Cómo nos vamos a enfrentar a la apropiación privada que se está haciendo de la conciencia y de la acción ciudadana?

Una artista que produce programas de historia musical de Radio Clásica de España, da un mensaje personal desde su confinamiento. Dice: Y cuando regresemos a la normalidad, todos queremos hacerlo.

El asunto, me quedo pensando, es la que la normalidad se terminó. Creo que ya no regresaremos (ni debemos hacerlo). ¿Qué era la normalidad antes de esta situación que nos hace tomar conciencia del cuerpo biológico unificado de la humanidad? Todos lo sabemos, noticias de los investigadores y científicos de las consecuencias del calentamiento global en la diversidad de aspectos que crean la Tierra. Una movilización de millones de seres en diversas ciudades promovida por una joven sueca. El desprecio de los gobernantes en general por las teorías científicas y su reticencia a tocar cualquier tema que pare la carrera tecnológica que ya está haciendo estragos.

Me parece que todos debemos intentar una reflexión constante, una comunicación argumentada, un debate si se puede de altura con base en los pensadores avanzados. Y la realización de acciones que tengan el uso de la Red Digital y los Medios Masivos de Comunicación como un territorio crítico, donde develemos y nos demos cuenta de cómo nuestras emociones y afectos, nuestra inteligencia y nuestra buena fe, están siendo parte de una tormenta de violencia psíquica y emocional. No seamos pasivos. No seamos más víctimas. No son balas ni bombas las que están mermando a las comunidades. Son los efectos de un desarrollo que no ha volteado a ver lo que deja detrás. (Gestando la próxima pandemia. La Jornada. 26/04/2020)