Alejandra Núñez de la Mora, del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad Veracruzana (UV), habló de la importancia de las interacciones ser humano-animal que ocurren en distintas regiones del planeta, dentro de la conferencia Nuestra relación con los animales: historias de acompañamiento y mutualismo. 

El evento se realizó el 22 de mayo a través de la plataforma Cisco Webex, en el marco de las Tardes de Ciencia organizadas por la Dirección General de Investigaciones (DGI) de la UV. 

Alejandra Núñez mencionó que en todo el mundo existe evidencia de que el ser humano interactúa con los animales desde la antigüedad en distintas formas, entre las que se encuentran la alimentación o la inspiración en cuestiones rituales.  

Comentó que a lo largo de la historia el hombre ha utilizado a los animales con la finalidad de transportar mercancía, trasladarse entre lugares, arar los campos, y hasta para formar brigadas de rescate.  

“Incluso actualmente en Inglaterra existen propuestas de entrenar perros para que sean capaces de detectar a personas enfermas de Covid-19”, destacó.  

La investigadora relató que en diversas regiones del mundo el ser humano interactúa con los animales en busca de un bien común, lo que beneficia a ambas partes.  

Compartió que en Bangladesh, poblaciones de nutrias ayudan a los pescadores a capturar cardúmenes de peces, al acercarlos hacia sus redes a cambio de algunos ejemplares para su alimentación.  

Mencionó que en países ubicados en el sudeste asiático como Tailandia, Birmania y Vietnam, existen macacos que bajan cocos de las palmeras y los entregan a los pobladores locales.  

Declaró que hay registros de que esta práctica se realiza desde hace muchos años, y que ante el valor del coco en el mercado actual se ha convertido en una actividad muy lucrativa. 

“Un macaco que recolecta cocos se comercializa hasta en dos mil dólares, lo que muestra como una práctica que surgió en el seno de pequeñas comunidades ahora forma parte de una cadena global de productos internacionales”, enfatizó.  

Alejandra Núñez mencionó que otro ejemplo de interacción entre humanos y animales es la que se da en algunas regiones del África subsahariana, en las que el ave Greater honeyguide ayuda a los recolectores de miel a localizar panales de abejas.  

Explicó que los habitantes de esta región han aprendido por generaciones un canto específico para comunicarse con el ave, a la que a cambio de su ayuda le entregan cera de los panales de la que se alimenta. 

La investigadora enunció que estas interacciones entre humanos y animales son muy frágiles, y dependen de una observación íntima y respetuosa de la naturaleza.  

Comentó que en muchas regiones del mundo las cosas cambian a pasos agigantados, lo que ocasiona que estas prácticas sean cada vez menos frecuentes e incluso desaparezcan.  

Declaró que las interacciones con animales mencionadas se encuentran cargadas de simbolismo y significado forman parte de la identidad de los grupos humanos que las practican, ante lo que es indispensable evitar su desaparición. 

UV/Hugo Hermida

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