Conocí a Óscar «Zensei» González en Puebla, en la edición 2011 del Festival Ejazz, no recuerdo quién nos presentó pero mi primera impresión fue que estaba ante un hombre sumamente amable, después descubrí que, además, me encontraba ante un muy buen guitarrista, cierto, pero sobre todo ante un gran músico.
Gracias a la magia de Facebook, mantuvimos comunicación durante todo este tiempo. El año pasado vino a Xalapa, quedamos de vernos pero no pude asistir a la cita, algo que lamenté en su momento pero ayer se convirtió en una losa cuando me enteré que un infarto fulminante clausuró sus proyectos, sus tocadas, sus cursos en línea, los lunes de preguntas que realizaba en Facebook, ¿cuánta música por venir?, ¿cuántos sueños de los que no tenemos idea?
En Puebla le hice una breve entrevista que transmití por Radio Más cuando El jazz bajo la manga viajaba por el cielo hertziano. Hace seis años, cuando iniciaba esta columna, transcribí esa conversación y la publiqué con el nombre De músico, astronauta y loco… hoy la retomo para recordar al músico, al amigo y, sobre todo, al gran ser humano.
Para lograr algo en la vida, primero hay que pensar
en que uno se lo merece y, después, hay que dar los
pasos en consecuencia y enfocarse en el resultado.
(Óscar «Zensei» González)
Astronauta frustrado, teósofo, gnóstico, metafísico, astrólogo, psicólogo sistémico, politólogo, empresario; todo eso es, o ha sido, Óscar «Zensei» González pero, sobre todo, es músico.
Rockero, grupero, clásico, salsero, reguetonero, popero; todo eso ha sido Óscar Zensei González pero, sobre todo, es jazzista.
Pudo haber sido pianista o trompetista, pero es guitarrista porque en su casa había una guitarra.
Nació el sábado 3 de octubre de 1970, en la ciudad de Monterrey y ocupó los primeros 12 años de su vida en ir tras la caza de un sueño: ser astronauta, aunque «siempre le atrajo la música, pero (…) le gustaba tanto que sólo escucharla no le resultaba suficiente», reveló a Germán Palomares Oviedo en una entrevista.
Comenzó en la banda de guerra de su secundaria, después la calle lo volvió rockero y, poco a poco, fue sucumbiendo al canto de dos sirenas: la música clásica y el jazz. Supo que para seducirlas debía aprender ciertas artes amatorias y fue tras ellas a la Facultad de Música de la Universidad Regiomontana.
Inició en el mundo de las grabaciones en el año 2002, con el Ensamble de Guitarras Eléctricas. Después formó el grupo Seven Changes, con el que grabó tres discos, y en 2009 lanzó su primer proyecto como líder, la Psicodrama Band, agrupación que estrenó con un disco muy ambicioso: Psicodrama, producción a la que convocó a varias personalidades del jazz para, con ellas, dar voz a 11 temas de su autoría.
En 2011, me lo encontré en un festival en Puebla y hablamos de esa producción:
«Este es el primer disco que hago solo; lo hice en la ciudad de Nueva York en 2009 y tuve la fortuna de contar con bastantes invitados especiales: hay músicos de Europa, de Estados Unidos y de México.
«Tengo dos bandas, una en Nueva York y otra en Monterrey, grabé el disco con una combinación de las dos. En la batería tengo a Javier Garagarza, que es de Monterrey, otro baterista que tengo es Tony Moreno, de Nueva York, que fue el productor. En el bajo eléctrico está Boris Kozlov, bajista de la Mingus Big Band; en el contrabajo, Dean Johnson, contrabajista de Gerry Mulligan. En el piano está Frank Kimbrough, pianista de María Schneider. En el saxofón, Ole Mathisen, un músico noruego muy importante en Nueva York y, como invitado especial en dos temas, tuve a David Liebman. En la trompeta estuvo Ralph Alessi; en el trombón, Chris Washburne. Como invitado en la guitarra tuve a Jack Wilkins.
«Defino a mi música como jazz contemporáneo, este disco es un poco ecléctico, hay swing, hay funk, hay baladas, hay mucho blues, hay de todo pero creo que logré un estilo muy uniforme y muy claro, que a pesar de que tenga tantos elementos, suena a un estilo muy definido.
«Algo que me gusta decir de este disco es que yo, como músico, me considero primero oyente, melómano y, como melómano, a mí me gusta oír discos donde hay mucha variedad; no me gustan tanto los discos donde, por ejemplo, hay un trío de piano, bajo y batería solamente, yo agradezco mucho cuando en un tema hay un sax, en otro tema hay una voz, etc., entonces así hice este disco; aunque la guitarra es el instrumento protagónico, a veces se hace acompañar de un sax o de otro instrumento».
Y así, el astronauta, el rockero, el teósofo, el popero, el gnóstico, el grupero, el metafísico, el astrólogo, el salsero, el psicólogo sistémico, el guitarrista clásico, el politólogo, el reguetonero, el empresario, el jazzista… todas las piezas del rompecabezas que se llama Óscar, se ensamblan en este disco para configurar la voz plural de un zensei.
https://www.youtube.com/watch?v=o0kixkLlTGs
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