La semana pasada hubo mensajes cruzados que deben alertar sobre el irresponsable manejo en Veracruz de la crisis de salud que ha traído consigo la pandemia de Covid-19 y, paralelamente, los riesgos de otros virus como el dengue y el zika, que no han dejado de golpearnos inmisericordemente.

Recientemente se elogió a Veracruz, una, por la transparencia de las cifras oficiales aportadas diariamente sobre los efectos del Covid-19 (Quinto Elemento Lab lo colocó entre los tres primeros lugares del país en desglose de datos), y otra, en voz del zar coronavirus Hugo López-Gatell, por la preparación de espacios hospitalarios para atención de la pandemia.

Pero han servido de muy poco para atemperar el grave crecimiento de contagios y fallecimientos.

Roberto Ramos Alor, Secretario de Salud de Veracruz.

Tan grave es la situación, en un estado cuyo gobierno sigue a pie juntillas no lo que dicta la Secretaría de Salud sino las ocurrencias del presidente Andrés Manuel López Obrador (cuyo discurso ha dislocado permanentemente la estrategia oficial), que el mismo gobierno federal ha debido tomar sus previsiones para lograr realmente apresurar la llegada a la punta de la curva y empezar a bajar.

El viernes pasado, López Obrador anunció que había enviado a Veracruz, un día antes, a la directora del DIF Nacional, María del Rocío García Pérez, para coordinar las acciones de reforzamiento ante el incremento de los casos de Covid-19.

Según expertos, Veracruz (junto con Puebla, Guerrero, Oaxaca y Morelos) necesita urgentemente que le echen la mano desde la capital del país porque, como ya lo sabemos hace mucho los veracruzanos, la Secretaría de Salud estatal ha sido incapaz de aplicar políticas públicas de gran calado para contener los contagios y sus efectos mortales.

Y suena extraño porque, pese a tener los números “oficiales” más altos, la Ciudad de México podría pronto regresar a medidas menos severas, mientras que en Veracruz se nos prolongará interminablemente la cuarentena, porque no hay capacidad ni interés por hacer más allá de lo que le dicta el Presidente.

López Obrador explicó que había enviado el jueves 7 de mayo a estos “expertos” para hacerse cargo de las acciones de contención y atención.

Y mire usted, a Veracruz, acaso por la gravedad, se envió a una funcionaria de mayor rango que los enviados a los demás estados: Guerrero (Rocío Bárcena, jefa de la Unidad de Atención a Población Vulnerable del DIF); Morelos (Elsa Beites); Puebla y Tlaxcala (Diana Álvarez, subsecretaria de la Segob), y a Oaxaca a la senadora Susana Harp, una vez que pida licencia en la Cámara Alta.

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¿Ocurrencias de los López?

En efecto, la alerta roja es porque la Secretaría de Salud federal tiene otros datos de los que la transparente Secretaría de Salud estatal, muy noche, reporta cada día en voz del inepto Roberto Ramos Alor, quien por cierto solo últimamente se ha puesto vestimenta de protección, porque aparecía con sombrero y sin tapabocas (eso sí con su eterna bata de médico) en las fotos distribuidas por Comunicación Social, cuando acude a hospitales, igual que el gobernador Cuitláhuac García.

Una nota publicada este domingo por el diario Reforma acusa que las entidades gobernadas por Morena han resultado ineficientes para enfrentar la emergencia por Covid-19.

Con base en los datos aportados oficialmente, la nota establece: “Entre las 10 entidades con más casos activos están la Ciudad de México, Tabasco, Baja California, Puebla, Morelos y Veracruz, gobernadas por morenistas.

“Desde que la pandemia llegó a México, esas entidades siguieron los pasos del Gobierno federal: no aplicaron restricciones enérgicas hasta cuando el contagio iba en aumento en sus territorios”.

Y, en efecto, a semejanza del gobierno federal, que se ha peleado con varios estados por tomar medidas más contundentes que las dictadas por la Secretaría de Salud del país, en Veracruz hemos visto no una política de estado que permita hacer confluir la voluntad del gobierno estatal con la de los ayuntamientos para definir colectivamente las medidas necesarias para contener los contagios, sino una confrontación meramente política que últimamente se ha centrado en atacar mediáticamente a los alcaldes y las alcaldesas que han sido más protagónicos en proteger sus territorios.

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La guerra política de cifras en Veracruz

Lo más grave, por desgracia, ha sido la guerra política de cifras, como en los momentos más aciagos en que la Fiscalía General estaba en manos de Miguel Ángel Yunes Linares a través de Jorge Winckler.

Hoy, la población xalapeña se relaja, sale masivamente a las calles y a los centros comerciales sin protección, porque se les ha dicho que prácticamente no hay contagios, mientras se golpea a los ayuntamientos panistas de Veracruz y Boca del Río por la explosión habida desde el inicio.

Hasta el reporte del sábado, de los 7 contagiados de los que se informó durante varios días, Xalapa pasó a 23, una cifra todavía muy modesta, que haría exageradas medidas como la del cierre del centro y los panteones durante tres días y una dura reacción contra los comercios que no se vio el Día del Niño.

En tanto, la zona conurbada Veracruz-Boca del Río (mencionada específicamente por el presidente Andrés Manuel López Obrador) reportaba hasta el sábado 526 casos positivos a Covid-1 9, que representaban el 45 por ciento de los ocurridos en la entidad. Pese a ello, hubo una constante batalla entre el gobierno estatal y el ayuntamiento de Veracruz (que reporta 449 casos), y se llegó a la amenaza de actuar contra el alcalde Fernando Yunes Márquez por haber tomado medidas más radicales de las señaladas a nivel estatal.

Entre los proyectos políticos del PAN y de Morena, los habitantes de la zona conurbada porteña han quedado a merced de la pandemia, mientras los trabajadores de la salud en los nosocomios de esa zona de guerra han protestado sin ser atendidos por la carencia de insumos para protegerse de ser contagiados.

Y eso, mientras municipios gobernador por Morena también sufren el recrudecimiento de la pandemia, como Coatzacoalcos (168 casos), Poza Rica (85), Minatitlán (36) y Xalapa (23), todos ellos, con datos al sábado 9 de mayo.

Lo más grave es la letalidad en cada uno de estos municipios: mientras los ayuntamientos panistas de Veracruz y Boca del Río tienen una mortalidad de 7.3 y 6.5 por ciento, con 33 y 5 fallecidos, respectivamente, los ayuntamientos morenistas de Coatzacoalcos, Poza Rica y Minatitlán acusan índices de 11.9, 11.7 y 11.1 por ciento, con 20, 10 y 4 fallecimientos.

Lo penoso es que tales cifras, en general, no muestran a cabalidad la realidad que viven cientos de veracruzanos afectados por la pandemia que no tienen la ventaja de ser considerados en las estadísticas oficiales.

Frases sin disfraces

“Al darme cuenta del poder que tiene la palabra de un Presidente, me comprometí a no volver a improvisar”. Presidente Adolfo López Mateos.

Contacto y comentarios: belin.alvaro@nullgmail.com

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