Aunque es zacatecana de nacimiento, Rocío Nahle, actual secretaria de Energía, aspira a gobernar Veracruz en el 2024. Y si bien es cierto que la Constitución Política del estado le impediría ser postulada a este cargo de elección popular porque no es nativa de la entidad ni hija de padres veracruzanos, en cambio el artículo 116 de la Carta Magna federal sí la habilita ya que la senadora con licencia lleva más de 30 años residiendo en Coatzacoalcos.

El caso de Nahle es el mismo de su ex compañero de escaño Ricardo Ahued, quien también dejó la Cámara alta del Congreso de la Unión para hacerse cargo de la Administración General de Aduanas por invitación del presidente López Obrador. Ahued, como se sabe, tampoco es oriundo de Veracruz sino del estado de Hidalgo, pero era apenas un niño cuando sus padres llegaron a residir a Xalapa, municipio que gobernó postulado por el PRI en el trienio 2004-2007.

Sin embargo, hasta ahora, por el desempeño de ambos en el gobierno federal, el panorama de la sucesión en Veracruz parece pintar mucho mejor para Ahued que para Nahle, pese al reto que representa para el hidalguense lidiar con la fangosa área de las Aduanas. Empero a la titular de la SENER, aparte de algunos errores personales, se le han presentado, inesperadamente, graves circunstancias adversas que están totalmente fuera de su control y que le representarán en el corto plazo un fuerte desgaste político.

Y es que no obstante que la semana anterior presumió en una conferencia mañanera del presidente López Obrador que en la reciente reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) había recibido aplausos especiales del Ministro y Príncipe de Arabia Saudita –lo cual ha sido desmentido en un video que difundieron sus detractores en las redes sociales–, Nahle nada podrá hacer para frenar el incontenible desplome del precio internacional del petróleo, que obviamente impactará el polémico proyecto de la nueva refinería de Dos Bocas y repercutirá también en la vulnerabilidad financiera de PEMEX, la empresa productiva del Estado mexicano que el viernes pasado fue degradada por dos agencias calificadoras internacionales que la colocaron al borde de los llamados “bonos basura”.

De nada le sirvió inventar que la delegación mexicana representada por ella fue reconocida y aplaudida por los árabes, pues este martes el crudo tipo West Texas Intermediate –que sirve de referencia para cotizar la mezcla mexicana– había perdido en la jornada 69.46% de su valor y se cotizaba a 5.58 dólares por barril, debido a una venta masiva de Arabia Saudita en los mercados de Texas y Louisiana. Y la tendencia continuaba a la baja.

Como se recordará, en la reunión con la OPEP, Nahle acordó que PEMEX reduciría solamente el 6% de su producción, es decir, 100 mil barriles por día, para lo cual el presidente López Obrador fue apoyado por su homólogo Donald Trump,