Para cerrar esta semana dedicada a la presencia de esclavos africanos en la zona del Golfo de México y el Caribe, y las huellas que dejaron en nuestra cultura, he hecho una selección totalmente arbitraria pero, me parece, representativa de poetas afrodescendientes.
SUDOR Y LÁTIGO
(Nicolás Guillén.
Poeta afrocubano)
Látigo,
sudor y látigo.
El sol despertó temprano
y encontró al negro descalzo,
desnudo el cuerpo llagado,
sobre el campo.
Látigo,
sudor y látigo.
El viento pasó gritando:
—¡Qué flor negra en cada mano!
La sangre le dijo: ¡vamos!
Él dijo a la sangre: ¡vamos!
Partió en su sangre, descalzo.
El cañaveral, temblando,
le abrió paso.
Después, el cielo callado,
y bajo el cielo, el esclavo
tinto en la sangre del amo.
Látigo,
sudor y látigo,
tinto en la sangre del amo;
látigo,
sudor y látigo;
tinto en la sangre del amo,
tinto en la sangre del amo.
ME GRITARON NEGRA
(Victoria Santa Cruz.
Poeta afrocubana)
Tenía siete años apenas,
¡Qué siete años!
¡No llegaba a cinco siquiera!
De pronto unas voces en la calle
me gritaron ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
«¿Soy acaso negra?» —me dije
¡SÍ!
«¿Qué cosa es ser negra?»
¡Negra!
Y yo no sabía la triste verdad que aquello escondía.
¡Negra!
Y me sentí negra,
¡Negra!
Como ellos decían
¡Negra!
Y retrocedí
¡Negra!
Como ellos querían
¡Negra!
Y odié mis cabellos y mis labios gruesos
y miré apenada mi carne tostada
Y retrocedí
¡Negra!
Y retrocedí . . .
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Neeegra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
Y pasaba el tiempo
y siempre amargada
seguía llevando a mi espalda
mi pesada carga
¡Y cómo pesaba!…
Me alacié el cabello,
me polvee la cara,
y entre mis entrañas siempre resonaba la misma palabra
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Neeegra!
Hasta que un día que retrocedía, que retrocedía y que iba a caer
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¿Y qué?
¿Y qué?
¡Negra!
Sí
¡Negra!
Soy
¡Negra!
Negra
¡Negra!
Negra soy
¡Negra!
Sí
¡Negra!
Soy
¡Negra!
Negra
¡Negra!
Negra soy
De hoy en adelante no quiero
laciar mi cabello
no quiero
y voy a reírme de aquellos
que por evitar —según ellos—
que por evitarnos algún sinsabor
llaman a los negros gente de color
¡Y de qué color!
NEGRO
¡Y qué lindo suena!
NEGRO
¡Y qué ritmo tiene!
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO
Al fin
Al fin comprendí
AL FIN
Ya no retrocedo
AL FIN
Y avanzo segura
AL FIN
Avanzo y espero
AL FIN
Y bendigo al cielo porque quiso Dios
que negro azabache fuese mi color
Y ya comprendí
AL FIN
¡Ya tengo la llave!
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO
¡Negra soy¡
BANQUETE DE NEGROS EN EL MUELLE DE LA NOCHE
(Tomás Hernández Franco.
Poeta afrodominicano).
En el banquete del muelle
se están comiendo la luna,
los negros,
con dientes de la canción.
Vinieron de islas lejanas,
los negros,
en balandros de aguardiente
por meridianos de fuego,
los negros,
de islas de sal y ciclón.
Los trajo el viento salado,
los negros,
los negros ya no se van
se están comiendo la luna
con dientes de la canción.
Buena sandía la luna
para el banquete de negros
en el muelle de la noche
—hamaca dulce y caliente
canción,
ritmo de jarcia reseca,
crujir de palo de proa,
los negros,
los negros ya no se van:
con viento de la tormenta
está inflado el acordeón,
el volcán de Martinica
está en el trago de ron,
trueno de noche de trópico
rodando va en el tambor.
—Almas de muertos alegres
están llegando de lejos—
Los negros ya no se van,
aguas de quillas ancladas
dan compás a la canción,
los negros ya no se van,
los negros.
MARY MAR
(María de los Ángeles Popov.
Poeta afrocolombiana)
Mary,
mar,
melanina con sal,
cartilla de calamar,
profesora del manglar.
Mary,
sal,
hermana del litoral,
matriz abisal.
Mary,
mar,
mamá molusco,
raya cangreja,
camada de camarón,
negra arena de sol.
Mary,
agua sal,
caballito de mar,
nalgas de algas,
pez morena,
negra de olas,
vuelo de caracolas.
Mary,
familiar,
hermana foca,
sobrina foca,
sobrina del tiburón,
nieta perca,
amante de las conchas nacaradas,
tía de la raya y la palabra.
Mary,
o
mar
o
sal,
tú
eres
el
litoral.
POEMA
(Jacques Roumain.
Poeta afrohaitiano)
África he guardado tu recuerdo África
estás en mí
como la astilla en la herida
como un fetiche tutelar en medio de la aldea
Haz de mí la piedra de tu honda
de mi boca los labios de tu llaga
de mis rodillas las columnas rotas
de tu humillación
Sin embargo
no quiero ser más que de vuestra raza
obreros campesinos de todos los países…
obrero blanco de Detroit peón negro de Alabama
pueblo innumerable de las galeras capitalistas
el destino nos yergue hombro con hombro
y renegando del antiguo maleficio
de los tabúes de la sangre
pisamos los escombros de nuestras soledades
Si el torrente es frontera
arrancaremos al declive su cabellera irrestañable
Si la sierra es frontera
romperemos la mandíbula de los volcanes
que refuerzan las cordilleras
y la llanura será la explanada de la aurora
donde reunir nuestras fuerzas descuartizadas
por la astucia de nuestros amos
Como la contradicción de los rasgos
se resuelve en la armonía del rostro
proclamamos la unidad del sufrimiento
y de la rebelión
de todos los pueblos en toda la superficie de la tierra
y mezclamos el cemento de los tiempos
fraternales
en el polvo de los ídolos.
MARÍA CONCEPCIÓN Y EL LIBRO DE LOS SUEÑOS
—Fragmento—
(Derek Walcott.
Poeta afrosantalucense)
El jet que rugía sobre El Vuelo
abría una cortina que daba al pasado.
«¡La Dominica enfrente!».
«Allí todavía hay caribes».
«Un día sólo habrá aviones, no más barcos».
«Vince, Dios no hizo a los negros para volar por el aire».
«Progreso, Shabine, de eso se trata.
El progreso que deja atrás a todas nuestras islitas».
Yo estaba al timón y Vince, sentado junto a mí,
jugaba con el arpón. El día fresco y vivificante. El mar picado.
«Habría que preguntar a los caribes acerca del progreso.
Los mataron por millones, algunos en la guerra,
otros en el trabajo forzado de las minas
buscando plata; y después, los negros; más
progreso. Hasta que no vea signos definitivos
de que la humanidad cambia, Vince, no quiero oír más.
El progreso es el chiste vulgar de la historia.
Preguntale a esa verde y entristecida isla que se acerca».
Verdes islas, como mangos en salmuera.
Deja que mi herida se cure en sal tan cruel,
yo, en mi lozanía de marinero.
Aquella noche, de chispas celestes heladas por el fuego,
corrí como un caribe por toda Dominica,
mis fosas nasales ahogadas por el recuerdo del humo;
oí los gritos de mis niños que se quemaban,
devoré el seso de las setas, los hongos
de los parasoles del diablo bajo blancas y leprosas rocas;
desayuné con humus en los lluviosos bosques,
en hojas tan grandes como mapas, y cuando oí el ruido
del avance de los soldados por entre el denso follaje,
pese a que mi corazón se reventaba, me levanté y corrí
por entre las hojas de baliser más afiladas que lanzas;
con la sangre de mi raza corrí, muchacho, corrí
con la rapidez sigilosa de un pájaro pintado
entonces me caí, sólo que caí al pie de un helado arroyo
bajo una refrescante cascada de helechos, y una lora gritona
se aferró a las secas ramas hasta que al fin me ahogué
en enormes olas de humo; luego, cuando aquel océano
de negro humo se disipó y el cielo se hizo blanco,
no hubo más que Progreso, si Progreso es
una iguana tan quieta como una hoja joven a la luz del sol.
Lloré desconsolado por María y su Libro de los sueños.
NO ME AVERGÜENZA SER NEGRA
(Aleida Violeta Vázquez Cisneros.
Poeta afromexicana)
A ti que me dices negra
con intención de ofender
ponle frenos a tu lengua
no te vaya a hacer caer
pues Dios a mí me hizo
negra
y de hermoso parecer
pa’ que el mundo se
alegrara
contemplándome a placer.
Llevo en la sangre candela
y en mi pecho algarabía
mis ojos son dos
lumbreras
que desbordan alegría
son herencia de mi abuela
que de niña me decía:
no me avergüenza ser
negra
¡soy fuerza, fulgor y vida!
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