Con un par de relatos desgarradores, el del viaje transatlántico que hacían los barcos esclavistas y el de dos niños esclavos de nacimiento que compraron los jesuitas de Puebla; con una descripción de los oficios que ejercían los esclavos y los afroamericano libres, y con un recuento de alguno rasgos de nuestra cultura heredados de la africanía, cierra esta larga e interesante charla —que agradezco mucho— la doctora Sagrario Cruz Carretero.

Navio negreiro

Estamos en pleno mar [ …]
Era un sueño dantesco… La toldilla
Que de lucernas enrojece el brillo,
En sangre al bañarse.
Crujir de hierros… restallar del azote…
Legiones de hombres negros como la noche,
Horrendos al bailar…
Negras mujeres supendiendo a las tetas
Magros niños, cuyas bocas negras
Riega la sangre de las madres:
Otras, jóvenes… pero desnudas, espantadas,
En el turbión de espectros arrastradas,
En ansia y penas vanas.
Y se ríe la orquesta, irónica, estridente…
Y de la ronda fantástica la serpiente
Hace locas espirales…
Si el viejo jadea… si en el suelo
Se oyen gritos… el azote restalla,
Y vuelan más y más…
Presa en los eslabones de una sola cadena,
La multitud hambrienta tambalea
¡Y llora y baila allí!
Uno de rabia delira, otro enloquece…
Otro, que de martirios embrutece.
Cantando, ¡gime y ríe!
En tanto el capitán manda la maniobra
Y después, mirando el cielo que se desdobla
Tan puro sobre el mar,
Dice del humo entre las densas nieblas:
“¡Vibrad recio el azote, marineros,
Hacedlos bailar más!…
Y se ríe la orquesta, irónica, estridente…
Y de la rueda fantástica la serpiente
Hace locas espirales,
Como en un sueño dantesco las sombras vuelan…
¡Gritos, ayes, maldiciones, preces resuenan,
Y se ríe Satanás!…
¡Señor Dios de los desgraciados!
Decidme vos, Señor Dios,
Si es locura… si es verdad
Tanto horror delante de los cielos…
¡Oh mar! ¿Por qué no borras
Con la esponja de tus olas
De tu mano esta tacha?
¡Astros!, ¡noche!, ¡tempestades!
¡Rodad de las inmensidades!
¡Barred los mares, tifón!…
(Castro Alves.
Poeta afrobasileño)

Había diferentes tipos de barco, las goletas que introdujeron los ingleses eran más rápidas y las ocupaban para la piratería porque llegaban, atacaban, robaban y se iban rapidísimo, a diferencia de los barcos españoles que eran más grandes y más lentos. Luego llegó también la piratería holandesa. Cuando se dieron cuenta de que eran sumamente vulnerables, y conforme fue avanzando la piratería y la tecnología marítima, los españoles y los portugueses se sintieron obligados a cambiar sus embarcaciones.
Había barcos en los que cabían quinientos, ya te imaginarás cómo iban, sumamente hacinados, pero podían caber quinientos hombres en un barco grande, y había otras embarcaciones más pequeñas en las que cabían entre ochenta y cien, todo en función de para qué las necesitaban.
Las embarcaciones de esclavos no podían ser muy grandes por las necesidades alimenticias y también por el miedo a los motines, llevar demasiados era un riesgo. El gobierno brasileño logró rescatar un barco esclavo que naufragó y lo preserva, está en el Museo Afro de São Paulo, no es tan grande, pero cuando vi el plano del barco y la distribución de cómo venían acomodados los esclavos, me sorprendió ver que venían empaquetados como sardinas y nada más los sacaban, encadenados, a asolearse de vez en cuando para que no murieran, pero aun así había una pérdida aproximadamente del veinte por ciento de los esclavizados embarcados, por las enfermedades, por depresión, por la condición insalubre en la que viajaban.
El museo Afropuertorriqueño de San Juan tiene una sala en la que reproduce con dioramas, sonido y ambiente cómo era la parte baja de un barco negrero: hay siluetas que representan un esclavo, una esclava, niños; se oye el sonido del mar, el tronido de las maderas, y se siente una sofocación impresionante. Es una museografía muy interesante que concientiza el terror, horror y dolor que implicaba el viaje trasatlántico, del que no hemos hecho registro aquí en México, uno siempre habla de cuando ya estaban aquí, pero no tenemos la visión de cómo eran antes de ser capturados, cómo fueron capturados y cómo fueron traídos. Los barcos llegaban a Cuba, ahí estaban unos días, recargaban baterías y luego salían rumbo al puerto de Veracruz o al puerto de Campeche, que eran los autorizados, más tarde fue autorizado Tuxpan.
Spielberg ilustró de una manera muy impresionante este viaje trasatlántico —en inglés se llama middle passage— en la película Amistad. Trata de un barco que va para Cuba —Cuba y Brasil son los estados-nación que más tarde abolieron la esclavitud—, los esclavos se amotinan, desvían el barco queriendo regresar a África y lo que hacen es llegar a las colonias británicas, allí los bajan y hay un juicio muy largo. Inglaterra no había abolido en ese entonces la esclavitud en sus colonias y son los ingleses los que encuentran el barco, llegan a Estados Unidos y ahí hay cuatro países que reclaman el barco y la mercancía: España, Cuba, Inglaterra y Estados Unidos; por otro lado están los demandantes: los esclavizados. En el juicio se reconstruye todo el proceso, desde cómo fueron capturados en África y cómo fue la travesía.
Es un caso real y ese juicio es un documento de historia oral valiosísimo, existe y se pueden consultar todas las narraciones. Fue un proceso de lucha de afrodescendientes que ya habían logrado alcanzar un estatus económico y académico muy importante, son los que pelearon para que esos esclavizados fueran liberados y regresados a África, que es lo que finalmente ocurrió. En la película, es muy interesante ver cómo lograron defender de esos múltiples intereses, que además eran muy poderosos, la libertad de esta población y cómo chocó con la sociedad negra norteamericana ya europeizada, aun cuando eran afrodescendientes, ya no tenían ningún vínculo con África pero tenían los rasgos físicos y muchos elementos de cultura como común denominador.
En esos viajes, cuando había una tempestad tiraban a los esclavizados al mar para aligerar el barco; también los tiraban cuando había supervisiones aduanales y descubrían que llevaban más mercancía de la que habían reportado; esto también lo presenta Spielberg en la película Amistad. Yo la recomiendo mucho, es una creación fílmica a partir de una recopilación histórica, hay gente que puede pensar que es exagerada, pero no, el horror de la esclavitud fue así y más.

Las cadenas heredadas

Yo solamente he encontrado una referencia de una hacienda que se llama Santa Lucía —está en Hidalgo, en la frontera con Querétaro—, en la que un investigador encontró indicios de que había un criadero de esclavos; yo no te puedo decir que Santa Lucía haya funcionado como los criaderos actuales de cualquier tipo de animales, lo que sí he encontrado en muchos registros históricos es que que se separaba a las madres de los hijos y los hijos se vendían sin ninguna conmiseración hacia las madres ni hacia los niños, incluso seguí el proceso de dos hermanitos que fueron separados de su madre y que adquirieron los monjes jesuitas de Puebla.
Mi tesis doctoral fue sobre Acázonica, la hacienda de Paso de Ovejas. Los jesuitas de allí eran de Puebla de los Ángeles, entonces seguí la orden en Puebla y encontré que ellos adquirieron a estos dos esclavos niños y le di seguimiento a todo su tratamiento: cómo los vestían, cómo los alimentaban, etcétera. Pude dar ese seguimiento porque los jesuitas eran muy ordenados en todos los registros de lo que compraban, de lo que gastaban, y es impresionante el tratamiento que le daban a los niños porque, además, la infancia en ese entonces no era como la concebimos hoy en día, para ser persona, un ser humano tenía que lograr la adultez, los niños no eran considerados personas y lo que encontré es que vivían en condiciones muy precarias: disponían de costales de yute para vestirlos y destinaban una pequeña cantidad de papas para alimentar a «los negrillos» —así les decían—. Finalmente, los niños murieron, de eso hay registro porque también reportaban la «pérdida», pero en términos económicos, no como seres humanos; eso te habla de la concepción que se tenía de los afrodescendientes esclavizados, lo que generó una carga estigmatizante de racismo y de discriminación.

Zapateros descalzos

Ellos no tienen lecho,
pero sus manos
son las que hicieron nuestras casas.
Ellos comen cuando pueden
pero por ellos comemos cuando queremos.
Ellos
son zapateros pero están descalzos.
Ellos nos visten pero están desnudos.
Ellos
son los dueños del aire cuando manejan alas,
mas son los limosneros del aire de la tierra.
Ellos no hablan,
tienen palabras vírgenes… Hacen nuevo lo viejo…
La mañana lo sabe y los espera…
(Manuel del Cabral.
Poeta afrodominicano)

Había una especialidad para cada esclavo y según la necesidad del demandante, era el esclavo que compraba. Es interesante ver que el puerto de Veracruz tenía una gran cantidad de esclavos domésticos, en el censo de Revillagigedo —que se hizo 1795— se registra cuántos esclavos había en cada casa; cada una de estas casas fastuosas del puerto de Veracruz tenía, intramuros: tortilleras, cocineras, nodrizas, porteras, que se encargaban de la limpieza, de la cocina, de cuidar los niños, etcétera.
A los hijos de los esclavistas les regalaban niños negros, eran compañeritos de juego y se convertían en niñeros y se hacía una relación muy cercana de amistad, de hermandad. También había «amas de leche», las negras eran las nodrizas de los bebés blancos y tenían que alimentarlos a costa de la desnutrición de sus propios hijos, era un rol que hoy día vemos inhumano y poco cristiano, porque si estamos hablando de que era una empresa avalada por la iglesia católica, no tenía nada de cristiano.
La iglesia justificaba la esclavitud argumentando que era parte de los textos bíblicos y estaba avalada por Dios, la fundamentaba a partir del Diluvio y el Arca de Noé. Hay un pasaje bíblico que se llama La borrachera de Noé: Noé se emborracha y se desnuda, uno de sus hijos se burla de él y cuando vuelve en sí, los hermanos le dicen papá, Cam se burló de ti, y Noé le dice por haberte burlado de mí, tu descendencia será esclavizada; a partir de ese pasaje, la iglesia católica dice todos los negros son los hijos de Cam y la Biblia dice que van a ser esclavizados, esa es la justificación que tiene la iglesia desde el siglo XIV, cuando los portugueses inician un mercado esclavo bordeando las costas africanas, esa era la excusa.
Había negros que iban a conseguir agua de mejor calidad porque el agua de los pozos del puerto de Veracruz era muy salobre, entonces encontramos muchísimos negros aguadores que llevaban tambos de agua a las casas. También había arrieros negros que llevaban hielo a las casas, encontraban a los indígenas de la zona cercana al Pico de Orizaba, ellos subían, cortaban el hielo, lo bajaban a pie de monte y los negros lo llevaban de Orizaba al puerto de Veracruz; en esa época, comerse un raspado era la cosa más cara y fina a la que solamente los españoles podían acceder.
Toda la mercancía que llegaba al puerto de Veracruz se trasladaba en mulas, entonces había muchos negros arrieros y eran ellos los que llevaban las mercancías a las casas, su distribución inicial era el puerto y luego se llevaban hasta la Ciudad de México.
Encontré una narración que decía «se pelean por ser negros domésticos», sí, porque las condiciones de vida eran menos insalubres y violentas, los negros que mandaban a los campos de caña, por ejemplo, vivían un promedio de quince años, no podían vivir más, por eso buscaban jovencitos, para que tuvieran una resistencia mayor, pero su promedio de vida era muy, muy corto; estar sometidos a trabajo de sol a sol en la quema de la caña, el corte, la zafra, todo ese proceso, era una forma de vida muy ruda y lograban sobrevivir muy pocos de ellos.

Cojollo de lima, rama de laurel

Hemos ido acumulando corazones en nuestro corazón,
palabras en nuestra voz quebrantada por azadones.
Hemos dejado huellas por todos los caminos
y algunos de nosotros ya no estamos.
Hemos ido de manos con las sombras.
Nuestro andar es un grito estacionado.
Por cada paso, un día que transcurre.
Por cada palabras, mil palabras que vocifera la prole.
¿Qué será de nosotros después de esta larga travesía?
Poco importan si el mármol o la piedra eternizan
nuestro corazón de húmedo barro.
Nos basta con que nuestra voz perdure en la voz
del amigo, en la del compañero de rutas que nos tendió
la mano cuando se aproximaba la caída.
Hemos llenado muchos de los vacíos que nos legaran.
A otros toca llenar los que nosotros dejamos.
Apenas tuvimos tiempo para remendar la herencia.
¿qué corazón irá nuestro corazón a depositarse?
¿A qué silbido irá nuestro silbo a renovarse?
Nada sabemos,
cumplimos una jornada que empezó antes que nosotros
y que no concluirá con nosotros.
(Jacques Viau
Poeta afrohaitiano)

Como te comentaba, había negros libres dedicados a la ganadería que montaban a caballo y tenían acceso a armas, trabajaban en haciendas y en ranchos, algunos de ellos eran dueños de ganado, otros eran trabajadores de hacendados más poderosos.
Hay muchos lugares que refieren que son ajorraderos o que son cruces de ganado —Paso del Toro, Paso de Ovejas— y están manejados por población de origen africano.
Muchos estaban dedicados a mover el ganado, otros se dedicaban a destazar reces para venta de carne y de piel. Antonio García de León descubrió que, en un momento dado, la carne no valía tanto y la dejaban en el campo, lo que se llevaban era el cuero.
Muchos sones jarochos nos van a referir la presencia africana en esta actividad, estoy pensando en:
Mis calzones blancos los voy a vender
porque ya no tengo ni para comer,
si son los de encima, son de cuero viejo
que cuando me agacho se me ve el pellejo;
si salgo a bailar hacen mucho ruido,
ya parezco río de esos muy crecidos.
Este son está hablando de la ropa de trabajo que usaban los negros dedicados a la ganadería. Mucho del son jarocho nos habla, también, de la presencia de mujeres de origen africano que son brujas que se transforman en animales.
En Veracruz hay una gastronomía muy importante con ingredientes y con nombres de origen africano: todo lo que tiene que ver con plátano macho, machuca, malanga; guisos de puerco y pescado que se desarrollan en comunidades afrodescendientes y que son comunes denominadores en otras partes del Caribe, estoy pensando, por ejemplo, en platillos como el mogo mogo, que es el machuco y que en el Caribe es el fufú o el mofongo; caldos con vísceras como la gandinga, el mondongo, la moronga —la sangre guisada—. Hay un consumo de vísceras muy importante, de hecho, si tú le dices a alguien que comer tacos de carrito es africano te dice no, es muy mexicano, pero todas estas vísceras, estas partes no codiciadas de la res: ojo, lengua, tripas, criadillas, cola, era lo que dejaban los españoles y que los afrodescendientes consumían, y que nos dejó una gastronomía africana.
Uno piensa que el tamal es mesoamericano, el tamal envuelto en hoja de maíz, sí, pero el que está envuelto en hojas verdes —de plátano, de bijao o berijao— es de origen africano. También es africana la presencia del acuyo —la hierba santa—, el consumo de puerco y las alcoholaturas de frutas; el manejo del alcohol era limitado entre los indígenas, tenían unos pocos alcoholes que más bien eran fermentos de maíz o de los magueyes, el consumo de los destilados es africano: el alcohol de caña, los vinos de palma son de origen africano. Las conservas con frutas, que posteriormente se convierten en licores, son africanos y no lo sabemos.
La fritura en aceite profundo es africana, toda la antojería frita en aceite profundo, las empanadas, gorditas, garnachas, tacos dorados, flautas, todo eso es de origen africano. También es africano el uso coco para hacer harinas.
Todo mundo piensa que el arroz viene de Asia, el arroz blanco, sí, pero hay un arroz de origen africano que es negro, como no encontraban ese arroz aquí, lo pintaban de negro con frijoles; ese platillo que conocemos como casamiento, congrí o moros y cristianos, es de origen africano.
Hay una variedad de frijol de ida y vuelta, es un frijol que en inglés se llama black eyed peas, de hecho hay un grupo musical que se llama así en honor a este frijol que en Sudamérica le llaman frijol peruano, pero es de origen africano; en Puerto Rico es un platillo muy común, tiene una presencia muy fuerte en toda la región Golfo-Caribe. La jamaica, como te comentaba, es de origen africano; algunas ciruelas y el tamarindo también son de origen africano también y se usan tanto en bebidas como en guisados.
Los tubérculos —yuca, malanga—, los indígenas los consumían dulces y los afrodescendientes, salado; eso tiene que ver también con una comida ritual de esa región que es diferente a la de los indígenas.
Los procesos mágico-religiosos, esta idea de que baja un santo y te posee, o un espíritu y te posee y tienes que sacarlo de tu cuerpo, ese también es un sistema de creencias sumamente africano. Y diferentes espíritus del panteón africano que se convierten en vírgenes y santos, y que los vamos a encontrar en cristos negros, vírgenes negras, esas representaciones forman parte de este sistema de adoración mágico-religioso que vamos a encontrar aquí en Veracruz; la misma Candelaria era negra, el Cristo Negro del santuario de Otatitlán.

A la bio, a la bao…

Hace algunos años presenté una conferencia y no sé por qué empecé a echar una porra, y un investigador egipcio me dijo:
—Eso es árabe
—No, es la porra
—No, es árabe y lo que estás diciendo es un grito de guerra
Y me la tradujo. Después, investigando un poco más me di cuenta de que hay una presencia muy fuerte de diferentes lenguas norafricanas, ahora sé que no solamente el árabe, también el swahili, y no nos damos cuenta que las estamos usando, la porra es una de ellas. La porra es es un grito de guerra muy metafórico, lo que está pidiendo es que se rebelen y que eclosionen como si se rompiera un huevo, y que pelean por lo sagrado, por la libertad. «Hurra» quiere decir «lo sagrado».
La porra era un grito de rebelión, los españoles y los portugueses no sabían qué era y pensaban que los estaban alabando, pero, por debajo del agua estaban pidiendo rebelión. Eso ya eso se secularizó, se perdió el sentido original y ahora, cuando echamos una porra no sabemos cuál es el contexto, pero es muy interesante que se haya mantenido este grito de guerra como una forma de vitorear; también me parece muy interesante que todas las veces que echamos una porra, estamos usando una lengua africana.
Hay muchas otras palabras de origen africano que usamos, recientemente le pregunté a un hablante de swahili qué quiere decir «pamba» y me dijo que significa decorar una casa, porque se da un embarre de adobe encima de las casas y «pamba» es golpear la casa, pero para adornarla, y nosotros ya trasladamos eso a golpear a la gente. Nosotros usamos la palabra «panga» para referirnos a una balsa con la que cruzamos un río, en swahili quiere decir «ponerse de acuerdo para un pago», cuando alguien iba a cruzar un río decía «voy a la panga, a ponerme de acuerdo en cuánto me va a cobrar» y luego pasó a ser la balsa misma. Es muy interesante ver cómo esas palabras, en su origen lingüístico tienen un significado y para nosotros ya tienen otro, pero la raíz africana ahí está.

¡Fuerza, fulgor y vida!

A ti que me dices negra
con intención de ofender
ponle frenos a tu lengua
no te vaya a hacer caer
pues Dios a mí me hizo
negra
y de hermoso parecer
pa’ que el mundo se
alegrara
contemplándome a placer.
Llevo en la sangre candela
y en mi pecho algarabía
mis ojos son dos
lumbreras
que desbordan alegría
son herencia de mi abuela
que de niña me decía:
no me avergüenza ser
negra
¡soy fuerza, fulgor y vida!
(Aleida Violeta Vázquez Cisneros.
Poeta afromexicana)

El gran problema del mestizaje es que se trató de disolver estas identidades para lograr un país en común y construir una identidad nacional —y lo consiguieron— ante la fractura que hubo en el siglo XIX con tanta pérdida del territorio e intentos de separación de muchos estados: Jalisco se quería independizar; Durango, Zacatecas y Sonora se querían separar y formar otro país; Yucatán, incluso, se separó; Chiapas se quería pasar a la capitanía de Guatemala. Otra forma de lograr una identidad nacional era dotar de una bandera, un himno nacional, unos héroes nacionales, una serie de símbolos que lograran homogeneizar y cohesionar al país.
No convenía que hubiera divisionismo por castas ni por ancestría, entonces, en el siglo XIX se diluyó la población de origen africano, pero aunque legalmente no existe, hasta la fecha hay una diferenciación cotidiana entre «güeritos» y «prietitos», incluso al interior de las familias hay esta clasificación colorida y es necesario abatir eso, hay que reconocer la ancestría porque no podemos estar omitiendo estas grandes raíces de nuestro árbol genealógico sino que hay que transformarlas en un elemento de identidad positiva. Los mexicanos nos avergonzamos de ser indios o de ser negros, pero es nuestra composición étnica más grande, no por ser mestizos nos vamos a «blanquear», ese es el porcentaje menor si hablamos de nuestra composición genética; pero hablar de composición genética es una aberración porque lo que analizamos es la filiación cultural y estamos más afiliados a una cultura étnica y africana pero no nos damos cuenta, está en nuestra comida, en nuestro sistema de creencias, hasta en nuestra habla.

*    *    *

Doctora Sagrario Cruz Carretero en el antiguo Mercado de Escravos en Lagos, Portugal, el primer mercado de esclavos del Mediterráneo.

Sagrario del Carmen Cruz Carretero es profesora investigadora del Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana. Es egresada de la licenciatura y la maestría en antropología de la Universidad de las Américas, Puebla. Fue becaria del doctor Gonzalo Aguirre Beltrán, destacado antropólogo pionero de los estudios sobre la población negra en México, tema que estudió bajo su asesoría desde 1987. Ha recibido en dos ocasiones el premio Gonzalo Aguirre Beltrán por su investigación histórica y etnográfica sobre población de origen africano de Veracruz, en 1990 y 2008. Estudió el doctorado en Historia y estudios regionales en la Universidad Veracruzana y el doctorado en Historia en el Colegio de Morelos.
Ha participado en diversos foros internacionales como conferencista, curadora y como profesora invitada en diversas universidades y museos de los Estados Unidos, España, Cuba, Brasil, Panamá, Puerto Rico, Guatemala y Nicaragua, en donde ha abordado el tema de la presencia africana en México. Ha publicado en México y Estados Unidos libros, artículos y capítulos de libros sobre este tema desde la perspectiva histórica y etnográfica. Ha sido beneficiaria de cinco becas internacionales de investigación y docencia por parte de instituciones de Estados Unidos, Japón y España.
Ha impartido talleres para combatir el racismo en diversas partes de México. Ha sido profesora de la Facultad de Antropología y del Centro de Investigaciones Tropicales (Citro) de la Universidad Veracruzana; así como de Enseñanza Media desde hace 30 años. En 2019 fue nombrada miembro del Comité Consultivo de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora. Atiende la agenda de afrodescendientes en el Concejo para combatir el racismo y la discriminación del Ayuntamiento de Xalapa, Ver.

 

 

PRIMERA PARTE: Presencia africana en la región circuncaribe
SEGUNDA PARTE: El Caribe afroandaluz
TERCERA PARTE: La Torre de Babel
APÉNDICE: Poesía afrocircuncaribeña

 

 

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