“Los empresarios que piden rescate son puro traficante de influencias”. Enrique Galván

En el hipotético caso de que el joven fortachón y corrupto exgobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, de 47 años de edad, y Andrés Manuel López Obrador, de 67 años, hipertenso y con un infarto al miocardio como antecedente, coincidieran en una clínica de Covid-19 para casos de gravedad extrema, y tuvieran que someterlos al protocolo de la “Guía Biotécnica de Asignación de Recursos de Medicina Crítica”, ¿a quién dejaría morir el brillante epidemiólgo Hugo López-Gatell?, pues a López Obrador, en aplicación estricta de la guía, aunque códigos de ética elemental digan lo contrario.

Y es que la inminente llegada de la fase tres de esta contingencia epidemiológica, contempla precisamente la saturación de los hospitales habilitados para la atención de contagiados de coronavirus graves, y la falta de equipo suficiente (respiradores) lo que, según nos informó el diabólico López-Gatell, se verán obligados a tomar la decisión de optar por salvar vidas, y los que más posibilidades tienen de vivir más años, los jóvenes llevarán mano, dejando morir a los de la tercera edad, aunque representen la sabiduría.

Imaginamos, en otra hipótesis, ver en condiciones como la primera que planteamos de Duarte y AMLO, a Ovidio Guzmán, el ahijado del presidente, compartiendo condiciones de supervivencia por el Covid-19 con Porfirio Muñoz Ledo, el último ideólogo de nuestro tiempo. No, ¿verdad?, no es posible que se ordene dejar morir (matar) a un Muñoz Ledo para salvar al hijo de El Chapo Guzmán, sin embargo, esa es la línea de conducta o el código en el que regirán sus decisiones

Y no son pocos los científicos mexicanos que no coinciden en estos lineamientos que, según nos han restregado en la cara, son de aceptación mundial.

Por ejemplo, el doctor José Ignacio Santos Preciado, secretario del Consejo de Salubridad General, informó que él no aprobó la redacción de la “Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica” para enfrentar la pandemia de Covid-19, sino que el documento se creó de manera proactiva con el fin de que el sistema sanitario esté listo para reaccionar ante la inminente llegada de la fase tres al país.

Por su parte, la UNAM señaló en un comunicado: “Este fin de semana, el Consejo de Salubridad General hizo público un documento titulado Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica, mediante la cual se establecen las disposiciones que orientarán las decisiones del personal médico en caso de que el sistema de salud se vea sobrepasado por la pandemia de la Covid-19. Al respecto, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) considera importante hacer la siguiente precisión: 1.- De acuerdo con lo dispuesto por los artículos 15 de la Ley General de Salud y tercero del Reglamento Interior del propio Consejo, corresponde a la Universidad Nacional, específicamente al rector, uno de los asientos destinados a los Vocales Titulares. 2.- Ni la UNAM ni su rector, doctor Enrique Graue Wiechers, han sido convocados a sesión plenaria alguna para el análisis, discusión y eventual aprobación de dicha Guía. Por tanto, la Universidad Nacional se deslinda de los términos y del contenido del referido documento”….

Al averno esta disposición que en nuestro país no cabe, antes que nada están principios éticos y valores, no se puede dejar a pro nazis, como López-Gatell, la determinación de la muerte o no, de mexicanos de la tercera edad.

El sistema de salud, una tragedia

En Veracruz, hasta antes del gobierno de Miguel Alemán Velasco, el sistema estatal de salud pública operó con gran éxito. Todas las clínicas y hospitales de ese sector estaban en perfectas condiciones físicas, bien atendidas por médicos y especialistas, enfermeras muy profesionales, personal de limpieza de primera, bien habilitadas con suficientes medicamentos y equipadas con lo último; así funcionaban y nadie, ciudadanos, se quejaba de nada en estos espacios donde se procuraba la salud de los veracruzanos con un espíritu de servicio que se perdió y no volvimos a encontrar.

Vino el gobierno de Miguel Alemán Velasco y a la secretaría de Salud mandó a su amigo del alma, el neurocirujano de prestigio internacional Mauro Loyo Varela, quien tomó las riendas de la secretaría y a cual más pensó que esa sería su mejor época.

De las cosas que se recuerdan del doctor, que contrataba intervenciones quirúrgicas locales para hacerlas en su consultorio en el DF, con cargo al erario público, todas por encima de los 500 mil pesos, hay una leyenda urbana que perneó por todas partes y se convirtió en verdad. Al doctor Loyo le hacía falta en su consultorio un tomógrafo, el que usaba estaba viejo y ya no era tan preciso, entonces pidió uno –el mejor– para el Centro de Especialidades Médicas (CEM), lo pagó con dinero del erario público, llegó a su consultorio en el DF y ahí lo dejaron, trayendo a cambio a Xalapa el vejestorio que Mauro Loyo tenía en fase de retiro.

El famoso tomógrafo “nuevo” del CEM no funcionaba, mandaron traer especialistas en esos aparatos quienes pidieron piezas para cambiar que jamás llegaron, y la ilusión de tener un tomógrafo en el CEM quedó en lo mismo, en una ilusión mientras el doctor Loyo usaba el nuevo cobrando costosas consultas que daba con el apoyo de equipo robado.

Luego se ordenó el equipamiento de todo el hospital y cuando llegaron los aparatos vino la rebatinga. Los especialistas de cada área, imitando al doctor Loyo, sustrajeron el equipo y lo llevaron a sus consultorios, poniendo en su lugar el cascajo que acarrearon de sus consultorios.

Pero lo que más nos sorprendió de la rapiña y la voracidad en la corrupción, fue lo que hizo Fidel Herrera Beltrán siendo gobernador del estado. Mandó construir un montón de cascarones de clínicas y adquirió un equipo, sí, uno solo, el cual montaban donde ordenaba el jefe, llegaba, cortaba el listón de inauguración de la nueva clínica que daría servicio a cientos o miles de veracruzanos, se iba y detrás de él desmontaban el equipo y lo trasladaban a otro cascarón para hacer la misma simulación. Una sola buena nunca hubo, todo eran montajes para la foto.

Por eso, ahora que vemos los videos y las notas periodísticas de los sufridos trabajadores de la salud (médicos y enfermeras) de distintas clínicas del IMSS, entre ellos de la 14 con sede en Veracruz, protestando por la falta de equipo médico para tratar a los enfermos de coronavirus, y quejarse de que esto ha ocasionado el contagio y muerte de varios de sus compañeros (20 en la 14 de Veracruz), les damos la razón y nuestro apoyo.

Al IMSS, como a las demás instituciones de salud, las saquearon con el consentimiento de directores, gobernadores, líderes sindicales, presidentes de la república, y hoy pagan las consecuencias los pobres médicos, enfermeras, trabajadores en general de las clínicas, que tienen que sortear la muerte, contagiar a sus familiares, sufrir el jodido maltrato social, y lo peor, no tener el apoyo de las autoridades de la 4T que se siguen quitando su responsabilidad con el cuento de “es que así nos dejaron esto”, como si no hubieran sabido, al aspirar a gobernar, cómo estaban las cosas de mal, ahora sí ya saben, pues que agarren a los responsables que ahí andan como si nada, y que los obliguen a regresar lo que se robaron. Y si no tienen suficientes pantalones para hacerlo, mejor renuncien.

Reflexión

Bien por el secretario de educación Zenyazen Escobar García, quien impulsa, a través de la dependencia que dirige, la impartición de clases para todos los veracruzanos por el canal de televisión de RTV. El lunes arrancan con un curso de inglés y se adelanta que el programa integral “Lenguas para todos”, cumplirá con el objetivo de educar en todas la ramas del conocimiento.

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