La Emergencia Sanitaria por Covid-19 tomó por sorpresa a Ana Karen, una mujer de 35 años y ocho meses de embarazo. Y aunque en un principio le pareció un tema lejano, que vería a través de la televisión o los periódicos, pronto comenzaría a vivir los primeros efectos de las medidas dispuestas para frenar el contagio.

La primera vez que sintió que la pandemia cambiaría las expectativas que se había hecho en torno al nacimiento de su bebé, fue a mediados de marzo, cuando al acudir a la revisión mensual con su ginecólogo se topó con un ambiente de desconfianza.

-Antes de que ingrese al consultorio, tengo que hacerle algunas preguntas: ¿Ha presentado fiebre?, le preguntó la recepcionista.

-No, contestó Ana Karen.

-¿Ha tenido algún cuadro respiratorio?, insistió la joven mujer.

-No, tampoco, respondió Ana Karen.

La recepcionista se disculpó por las preguntas, y enseguida explicó que era parte del protocolo para evitar la propagación del Covid-19, luego de que hace unos días, la Secretaría de Salud había declarado la Emergencia Sanitaria para México.

Ana Karen recuerda que en un primer momento, tomó aquel recibimiento como algo rutinario, quizás algo son mayor importancia. Pero también, como algo que la hizo pensar que las repercusiones de una pandemia como el Covid-19 estaban más cerca de lo que ella pensaba.

-¿A cuántas mujeres embarazadas atenderá el ginecólogo? ¿Alguna de ellas habrá viajado recientemente al extranjero? ¿Él da consultas todos los días, debe estar en contacto con muchas personas?, se dijo así misma, mientras esperaba su turno.

Cuando Ana Karen ingresó al consultorio del médico evitó el saludo de mano, y se mantuvo a la distancia que delimitaba el escritorio. Ella y su médico se miraron por algunos segundos, y después del recibimiento, ella no pensaba saludarlo de mano. Fue el ginecólogo quien ofreció un saludo de “puño”, como una manera de salvar aquel momento de tensión.

Ana Karen y su pareja viven lejos de su familia nuclear, y la mayoría de sus amistades son del entorno laboral. Así que para hablar del embarazo, el parto, la crianza y todos los cambios que vendrían con el nacimiento de su hijo decidieron inscribirse a un curso en psicoprofilactico.

Llegar a ese espacio donde se compartían dudas e inquietudes con otras ocho parejas, y recibir la orientación de una instructora que despejaba mitos y falsas creencias, se volvió muy valioso para Ana Karen.

-Llegué al centro educacional en psicoprofilaxis a los 6 meses y medio, y nunca me sentí tan embarazada como aquella vez que me vi reunida con otras ocho mujeres en aquel salón de ejercicios. Aquello fue como verme al espejo, y decir: sí, estoy embarazada.

Hasta ese momento, Ana Karen, como muchas mujeres en México, pasaba su tiempo cubriendo una jornada laboral, resolviendo temas de la empresa donde laboraba, hablando con sus colegas sobre cómo resolver los inconvenientes del día a día.

-Asistir al curso psicoprofiláctico me permitía poner mi embarazo, los cambios físicos de mi cuerpo, el crecimiento de mi bebé, en el centro de atención. Ahí no importaba lo que sucedía afuera, no atendía mensaje del trabajo, era un espacio para mi, mi bebé y mi pareja.

Pero Ana Karen y su esposo solo pudieron acudir a seis sesiones, cuando las autoridades de Salud declararon la Emergencia Sanitaria y decidieron suspender todas las actividades no esenciales, el curso fue suspendido de forma presencial.

-El 23 de marzo llegamos sólo dos personas, y el curso quedó suspendido. Después de eso, hemos tenido algunas charlas por Zoom, pero no ha sido fácil. El servicio de internet falla, algunas veces la imagen se queda congelada, y es más difícil concentrarse en hacer ejercicios de relajación, o animarse a hacer alguna pregunta.

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Un día en medio de esta cuarentena, Ana Karen revisaba su muro de Facebook para quitarse el aburrimiento que por algún momento puede producir el encierro. Pasaba los publicaciones sin mayor interés hasta que encontró una que la hizo detenerse.

La publicación decía: “Abuelo conoce a su nieto a través de la ventana del coronavirus”. El titular veía acompañado por una imagen en donde se podía ver en el interior de una casa, a un hombre joven sosteniendo a un bebé en brazos. Mientras, del otro lado de la ventana, desde el exterior, podía verse al hombre mayor observar al bebé.

-Se trataba de una familia en Irlanda que tuvo a su bebé durante la cuarentena del Covid-19, por lo que no pudieron presentar al recién nacido con la familia. Aquella imagen me hizo llorar.

Antes de que Covid-19 fuera declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Ana Karen y su familia se habían acordado que unos días antes del nacimiento del bebé, la madre de Ana Karen viajaría desde su lugar de residencia para estar con ella en el momento del parto, y apoyarla durante los primeros 40 días después del nacimiento del bebé.

Pero ahora, en medio de la contingencia, la visita de su madre está comprometida a las disposiciones que ordenen las autoridades sanitarias en los próximos días. Es muy probable que el bebé de Ana Karen nazca justo cuando el país haya entrado en la fase tres de la pandemia.

-No sé si mi madre pueda venir a verme, la última vez que hablamos por teléfono de nuestros planes, me dijo que ella estaba gustosa de venir a cuidarnos, pero tenía miedo por mi o el bebé.

La madre de Ana Karen se encuentra cerca de pertenecer al grupo de Adultos Mayores, y entre su familia directa hay antecedentes de diabetes, dos factores de riesgo ante el Covid-19.

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A través del grupo de WhatsApp que comparte con sus amigas del cursos psicoprofilactico, Ana Karen se ha percatado de que la pandemia por Covid-19 cambio las expectativas de termino de embarazo de las mujeres y lo que serán los primeros días de sus hijos, una vez que nazcan.

– Sin importar a qué nos dediquemos, todas seguimos las conferencias de Salud del Gobierno Federal y Estatal para conocer los pormenores en los avances de la pandemia.

Entre las charlas con las integrantes del grupo comienza a revelarse los primeros efectos negativos de la pandemia en relación con los servicios de salud para mujeres embarazadas.

Hay clínicas particulares que han incrementado sus costos de atención a embarazadas bajo el argumento de que con el Covid-19 estarán saturados los servicios de salud públicos.

Otras mujeres advierten que sus médicos están programando cesáreas para antes de que concluya Abril, pretextando que se desconoce el panorama de salud que se tendrá una vez que concluya el mes.

-A pesar de que en medio de una pandemia como el Covid-19, una cirugía de alto riesgo como es la cesárea debiera ser una última opción, los médicos las están recomendando. En un momento tan delicado emocionalmente para las mujeres, los doctores hablan de saturación de hospitales y de riesgo de contagio, para que acepten el procedimiento quirúrgico.

Y aunque algunas mujeres han optado por tener un parto en casa, como una alternativa para huir de los procedimiento hospitalarios, la pandemia por Covid-19 tampoco se las pone fácil.

-Hay insumos que se necesitan para los partos en casa que se han agotado. Hay que recorrer varias farmacias antes de encontrar unos guantes de latex. Y hay sillas de expulsión, que hace un mes costaban 2 mil pesos a la venta en internet, que hoy se cotizan en 10 mil pesos.

Ana Karen ignora que alcance pueda tener la pandemia del Covid-19 en la atención de la salud de las mujeres embarazadas. Por ahora se conforma con mantenerse informada sobre el avance de las fases en México. Y en tratar de mantenerse de buen ánimo con los mensaje que le envían sus amistades.

-Hay amistades que me escriben para saber cómo estoy, preguntarme si se me ofrece algo, o compartirme un playlist. Eso me recuerda que aunque no podamos visitarnos, hay personas que nos aprecian, y están al pendiente de nosotros.

Además de los mensajes telefónicos, Ana Karen trata de hacer un poco de ejercicio, comer de forma saludable, y llamar con frecuencia a su familia.

AVC/Eirinet Gómez

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