Toda esta semana, el precio de la gasolina en Xalapa ha rondado los 15 pesos –con diferencia de centavos entre la Magna y la Premiun-, dependiendo la estación de servicio. Son precios que no veíamos desde hace varios años. A pesar de que el gobierno lo presume como un logro, en realidad es lo peor que le pudo pasar en este momento.

Un precio tan bajo de la gasolina es un respiro para los bolsillos de los consumidores, pero representa un golpe brutal para los ingresos tributarios del gobierno que en su presupuesto 2020 calculó un precio de 40 dólares por barril de petróleo, la materia prima del combustible. El lunes el precio cayó hasta los 10 dólares, el más bajo en 20 años.

El precio de la gasolina siempre ha sido un indicador económico, pero sobre todo, un arma política poderosa. Sobre su valor se ha construido el éxito o el fracaso de una administración. Por eso es que el Presidente López Obrador miente cuando dice que ha sido una decisión suya bajar el precio del combustible; en realidad, para desgracia del gobierno, la gasolina podría seguir bajando.

Hace cuatro años, durante el Segundo Congreso Nacional de Morena, el actual mandatario hizo el compromiso de que «Si ya estuviésemos en el gobierno (…) la gasolina no costaría 14 pesos, costaría, cuando mucho, lo que cuesta en Estados Unidos: 10 pesos el litro». La referencia era precisamente el precio internacional.

Durante el mes de marzo, el promedio nacional del precio de la gasolina en Estados Unidos ha sido de 12 pesos, uno de los más bajos desde principios de diciembre de 2016. Pese a su promesa, el Presidente no ha bajado el costo de la gasolina y tampoco lo ha hecho equiparable al importe que tiene con nuestro vecino del norte.

No ha sido una decisión de López Obrador ni de su gobierno, sino una regla del mercado, como él mismo ha reconocido. De hecho, el precio del combustible bajó en al menos 80 países en todo el mundo; si hubiera sido una decisión propia, la gasolina costaría menos en todo el país y no sólo en algunas regiones. Aquí mismo en Xalapa, según la gasolinera, podemos encontrar pesos de diferencia.

El gobierno ya no puede imponer precios ni manipular el mercado energético. Este se mueve por los precios internacionales en los que compiten todas las empresas, incluida la nuestra (Pemex). Por eso la gasolina es más cara en la Cdmx que en la frontera y en los estados del Golfo de México.

Lo que sí fue decisión del Presidente fue mantener el impuesto a la gasolina -el IEPS-, por lo que ahora se paga más de impuestos que de producto. De haber cumplido su promesa de reducir este impuesto un 50%, hoy el litro de gasolina tendría que costar unos 13 pesos por litro, es decir, lo que cuesta en Estados Unidos.

La reducción del precio de la gasolina y las tarifas de luz son consecuencia de la reforma energética aprobada en 2013 y que empezó a operar en su totalidad hasta 2015. Desde entonces, los hidrocarburos y la luz compiten en un mercado abierto, donde las empresas del Estado –Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad- tienen un piso parejo. Por eso AMLO no le cambió una coma.

En 2015, por primera vez en siete décadas, México adjudicó la exploración de yacimientos de gas y petróleo a empresas privadas, siempre bajo la rectoría del Estado. No obstante, Pemex y el petróleo siguen siendo de los mexicanos.

Nosotros decidimos con libertad la exploración, explotación y comercio de nuestro petróleo. Pero hay otras empresas que pueden importar gasolinas de otros países y eso facilita que haya competencia, y donde hay competencia, hay calidad y mejores precios.

En los días recientes, con la aparición del virus del Covid19, la suspensión de actividades de la mayoría de los países del mundo provocó que el consumo bajara significativamente. Por eso, en un mercado donde la oferta es mucho mayor que la demanda, el precio de la gasolina se ha venido abajo.

En las próximas semanas debe pasar lo mismo con el costo de la energía eléctrica debido a la caída del costo del gas natural, principal materia prima para generar electricidad. Sólo los necios y los fanáticos no lo entienden.

Si el gobierno quiere enfrentar la crisis epidemiológica del Covid-19 desde una estrategia económica, debe bajar inmediatamente las tarifas eléctricas de usuarios domésticos, agrícolas, comerciales e industriales, condonar los actuales recibos de usuarios domésticos de bajo consumo; y reducir 50% el IEPS para bajar el precio de gasolina y diésel. El mercado lo permite pero el gobierno no.

El precio de la gasolina y las tarifas eléctricas, sólo son dos mentiras más en el amplio catálogo de la fallida cuarta transformación.

Las del estribo…

  1. Es una lástima que ayer, un día después del cobarde asesinato de la periodista María Elena Ferral, no vimos pañuelos verdes ni morados. Con honrosas excepciones de compañeras reporteras, nadie se indignó, nadie pidió justicia, nadie salió a grafitear edificios para protestar por su muerte, ni siquiera en redes sociales. Sólo fue una muerte más a la estadística. Es necesario pasar de las selfies a un verdadero movimiento que detenga la violencia feminicida en Veracruz.
  2. Si el gobierno en verdad quiere que los ciudadanos guardemos la cuarentena a causa del Covid19, es necesario que garantice la cadena de abasto y suministro. Los productos en supermercados y en la central de abastos empiezan a escasear, con el riesgo del aumento de precios. Si no lo hace, en algunas semanas, la gente saldrá a buscar alimentos por las buenas o por las malas.