Entre los años ochenta y noventa del siglo pasado, los melómanos visitábamos asiduamente unas tiendas que vendían unos círculos, de unos doce centímetros de diámetro, que contenían música que podía ser decodificada mediante un sistema de rayos láser.

Disco compacto o CD era el nombre de esos objetos que nos colmaban de dicha durante un buen tiempo, y que siguen haciéndolo al cabo de las décadas. En alguna ocasión, no recuerdo dónde me encontré uno cuya portada decía: Piano Giants. Chick Corea & Mike Longo. Al principio pensé que se trataba de un proyecto a dos pianos, me pareció muy interesante y lo compré. Cuando llegué a mi casa, descubrí que el disco contenía tres piezas de cada pianista, cada uno con su banda. Tenía años siguiendo a Corea, lo conocí con Return to Forever y lo perseguí porque, dada su versatilidad, siempre daba sorpresas; en esa época pegaban duro las bandas eléctrica y acústica.

Nunca había oído hablar de Mike Longo, lo confieso, y resultó un hallazgo feliz. Desde la primera escucha me topé con un virtuoso, pero sobre todo con un pianista, lleno de swing, que tenía un dominio pleno del lenguaje postbop. Cuando lo escuché tocar blues, pensé que era negro (en la portada del disco solo había una foto de Chick Corea).

Con el tiempo tuve más datos de él, supe que nació en Cincinnati, Ohio, hijo de un bajista que lideraba su propia orquesta y una organista que tocaba en una iglesia. Con tales progenitores, inevitablemente se inició en la música muy temprano, a los tres años recibió las primeras lecciones de su madre..

Más tarde, la familia se mudó a Florida donde el joven pianista ganó un concurso de jóvenes talentos. A los quince años se integró a la orquesta de su padre. Cannonball Adderly, que tocaba en la misma orquesta (todavía no era la estrella que llegó a ser), lo escuchó y se convirtió en una especie de mentor. Como era muy joven para ir a tocar con él a los clubes, lo recomendó en una iglesia. Un músico blanco como pianista de una iglesia negra era totalmente inusual, sin embargo fue aceptado; ahí adquirió ese dominio del gospel y del blues que me engañó cuando lo descubrí.

Fanático de Oscar Peterson, Longo tomó clases con él a principios de los sesenta. Después se trasladó a Nueva York donde formó sus primeras bandas. Un día lo escuchó Dizzy Gillespie y lo impactó tanto que lo contrató como director musical de su quinteto y después como pianista de la Dizzy Gillespie All-Star Band.

En Nueva York, tuvo la oportunidad de tocar, además de con Gillespie, con músicos tan prestigiados como Paul Chambers, Frank Foster, Lee Konitz, Frank Wess, Clark Terry, Zoot Sims y Roy Eldridge; y acompañar a cantantes como Nancy Wilson, Gloria Lynn, Jimmy Witherspoon, Joe Williams, Jimmy Rushing.

Tuvo una carrera larga y fructífera carrera musical, además dedicó buena parte de su vida a la docencia.

La semana pasada comenté que, hasta ese momento, el coronavirus había cobrado dos víctimas mortales en la cofradía del jazz: Marcelo Peralta, quien falleció el 11 de marzo, y Manu Dibango, cuyo deceso ocurrió un par de semanas después, el día 24. Después me enteré que Mike Longo también fue victimado por el Covic 19. Fui a su página web y me encontré una publicación, fechada el 11 de enero de 1919, que contenía un video de su banda interpretando My Favorite Things, acompañado de una leyenda:

«Grabado en julio de 2018 en el Auditorio John Birks Gillespie dentro del Centro Baha’i de Nueva York. Acababa de salir del hospital, tenía neumonía doble y escribí este chart. Escribía durante quince minutos y luego tenía que tomar una siesta de cuatro horas. Seguí esta rutina hasta que terminé. Estoy en el piano, conectado a oxígeno; no es fácilmente visible aquí, pero la tensión de hacer el concierto del martes me envió de regreso a la sala de emergencias el domingo siguiente. Me he recuperado mientras escribo esto, pero todavía estoy con oxígeno. Espero que lo disfruten y gracias por mirar y escuchar.

«Mike Longo».

Esos pulmones frágiles, tocados, no resistieron los embates del virus y el 22 de marzo, el mundo perdió a otro miembro destacado de la cofradía del jazz: Mike Longo.

 

 

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