Con un salario mínimo de 123 pesos más propinas, los meseros y meseras piden a los patrones mediar la situación y hacer a un lado la idea del despido porque son el sostén de sus familias, y necesitan ingresos para “sobrevivir” en este periodo de contingencia a causa del Covid-19.

En recorrido por restaurantes cafeterías de la ciudad, se puede observar las mesas vacías y a los hombres y mujeres detrás de las barras, parados, sin actividad laboral, y lo mismo ocurre con los meseros, que se han preparado con cubrebocas para atender a los clientes.

Conscientes de que el contacto con otras personas los coloca en una situación de riesgo por la posible transmisión del coronavirus, los meseros toman la orden del cliente desde una distancia de casi dos metros, y acatan la recomendación de colocarse gel antibacterial en las manos.

Pero los clientes son escasos, si antes por mesero les correspondía atender a un promedio de cinco mesas por día y obtener propinas de ahí, con esta contingencia de salud y económica, apenas son acreedores a uno o ningún cliente por día.

Hay meseros que llevan más de diez años en el mismo restaurante, son reconocidos por los clientes asiduos, y hasta les llaman por su nombre dada la convivencia a lo largo de este tiempo.

Se muestran preocupados, porque en su memoria no está grabado otro episodio similar al que se vive en este año 2020 con la llegada de un virus que nació en Wuhan, China y ya se extendió a todo el mundo.

Uno de los meseros recuerda que en Perote, municipio localizado a una hora de Xalapa, inició el virus del H1N1 o también llamada Influenza en el año 2009, y aunque también las personas tomaron precauciones por temor a un contagio, en ningún momento dejaron de salir de sus casas.

“Yo me acuerdo que todos decían el H1N1 te va a pegar, y la gente andaba con cubrebocas, nosotros también pero no había miedo, y el comercio no se paralizó, ni gobierno, ni escuelas, todos andábamos normal, trabajando, pero ahora si nos pegó, no hay clientes, nada más nos vemos las caras” afirmó Rodolfo con edad de 50 años, y con más de 15 años como mesero de un restaurante en pleno centro de la ciudad.

Exclusiva de Verónica Huerta

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