A estas horas, el primer portador del coronavirus Covid-19 en México ya debe estar en su casa en etapa de recuperación; sus familiares han sido descartados de la enfermedad. Actualmente existen en el país 4 casos confirmados, 46 descartados y ocho sospechosos, por eso no hay motivo de alarma dijeron la noche del sábado las autoridades de la Secretaría de Salud.

Sin embargo, el virus también ha pegado a la popularidad del Presidente y su gobierno. Nadie en su sano juicio ha culpado a las autoridades de la pandemia – a pesar de que el control sanitario y la vigilancia epidemiológica en puertos y aeropuertos ha sido muy deficiente-, sin embargo hay un evidente malestar por la posición oficial y la falta de una estrategia adecuada en el sistema de salud.

Por un lado, el Presidente insiste en que se trata de un asunto menor del que quieren sacar raja política aquéllos que hoy ya no pueden robar; por el otro, las autoridades sanitarias siguen en su etapa de capacitación del personal médico cuando el Covid-19 ya ha llegado al país; eso debieron hacerlo hace varias semanas. En muchos hospitales no saben cómo responder cuando llegan pacientes con síntomas semejantes a un resfriado común.

La naturaleza de cualquier brote epidémico nos hace pensar que los contagios se multiplicarán considerablemente en las próximas semanas; todo irá más o menos bien para el presidente hasta que ocurra la primera defunción y entonces sí, el gobierno tendrá que echar mano de algo más que acusaciones y excusas. Ojalá y que no tengan que ocurrir ninguna de las dos cosas.

El Covid-19 llegó en un momento complicado para el Presidente. A la información sobre el crecimiento cero en su primero año de gobierno, la crisis por los frecuentes y brutales feminicidios, las marchas feministas, el desabasto crónico de medicinas y el creciente número de homicidios por parte de la delincuencia organizada se vino a sumar una pandemia que acaparó la atención mundial y que en México ya ha provocado un temor generalizado.

Roy Campos, presidente de Consulta Mitofsky, dio a conocer el viernes pasado que por novena semana consecutiva cayó la aprobación de Andrés Manuel López Obrador que se ubica ahora en 54.4%, el mínimo histórico de aceptación desde que llegó al poder. Esta última medición ya registró el fenómeno de la pandemia del Covid-19 pero no la confirmación de los primeros casos en el país, lo que podría incidir en que la tendencia se sostenga a la baja antes que mostrar un repunte.

El Presidente arrancó este año 2020 con un nivel de aprobación ciudadana del 71% y una desaprobación del 28%, un punto abajo del que registró en diciembre al concluir el 2019 (72% de aprobación). Según la encuesta publicada a principios de enero por el El Financiero, la aprobación del mandatario se mantenía prácticamente estable. En efecto, había buen ánimo y optimismo.

¿Qué golpeó con tanta fuerza la popularidad del Presidente en tan pocas semanas? Según Campos, el motivo de esa baja es el movimiento feminista que en las últimas semanas ha tenido un importante impacto en la opinión pública. Es el surgimiento de un movimiento que exigió justicia por el caso Ingrid, por el caso Fátima, pero sobre todo que exigió mejores condiciones para la mujer y que alcanzará su clímax exactamente en una semana cuando se realice el paro nacional de mujeres.

Hubo quien se atrevió a sugerir que la crisis por el Covid-19 serviría de distractor para desactivar el paro nacional, sin embargo, la manifestación no podía ser más ad hoc para evitar la epidemia: quedarse en casa para demostrar el impacto social y económico de las mujeres.

Pero ahora con el coronavirus hay un cambio de agenda a nivel nacional, por lo que habrá que esperar cómo se maneja desde el gobierno y si eso le da para repuntar. A eso responde el desafío del Presidente de no atender las recomendaciones de su propio gobierno y se ha lanzado a encabezar eventos masivos; la acción del presidente tiene dos propósitos: apaciguar los temores de contagio y mostrar a un presidente que pone a la gente por encima de su propia seguridad.

Y aunque el Presidente intenta no hablar más del tema de la inseguridad, el problema siempre lo alcanza. El multihomicidio de estudiantes en Puebla vino a confirmar que el principal problema en el país es la violencia criminal. Durante enero tuvimos en México más muertos a causa de la inseguridad que todos los fallecimientos provocados por el Covid-19 en todo el mundo.

El contagio del coronavirus podría ser más peligroso para el gobierno que para la población.

Las del estribo…

  1. En algo tiene razón el Presidente. Mueren más personas por influenza que por coronavirus; al cierre de febrero, la Secretaría de Salud federal informó que han fallecido 16 personas en Veracruz a causa de esta enfermedad. Si tuviéramos la misma cantidad de muertes por el Covid-19 ya seríamos nota en todo el mundo; sin embargo, la influenza parece no asustar a nadie.
  2. En sus afanes futuristas, el diputado Rubén Ríos Uribe pide que se realice una investigación respecto a la adquisición de las torres de seguridad en la que perdieron la vida dos policías, en el municipio de Córdoba, toda vez que no cumplían con las condiciones de blindaje necesarias. ¿Ya se preocupó porque las familias de los elementos fueran indemnizados? ¿Conocía la situación laboral que tenían? Pobre Córdoba.