Ante la falta de capacidad, infraestructura y medicamentos para atender la inminente llegada de la pandemia de coronavirus a nuestro país, el gobierno decidió lanzar sus hordas de simpatizantes a las redes sociales para contrarrestar el efecto social, económico y sanitario que podría traer la enfermedad.

Al mismo tiempo, el Presidente hace su parte: descalificar una vez más a sus adversarios “que desearían” que la epidemia llegara a México, y lo inaudito, denostar al propio coronavirus del que dijo, palabras más palabras menos, que se trata de un padecimiento “pedorro” que nada tiene que hacer frente a nuestro orgullo nacional, la influenza, que cobra la vida de unas 15 mil personas al año.

Así, del estar preparado para la llegada del coronavirus, ahora el Presidente se pertrecha y resta importancia a la pandemia que tiene en vilo al planeta. “No exageremos con el coronavirus cuando en México mueren de influenza quince mil al año” dijo durante su conferencia mañanera de este jueves.

En la expresión de López Obrador hay dos verdades irrefutables: la alta morbilidad de otras enfermedades –ante lo cual el coronavirus andaría en un promedio- pero también, la evidencia de que el gobierno no tiene ni idea de los efectos que pudiera provocar en medio de un sistema de salud colapsado.

Aquí ni en sueños construiremos un hospital en diez días. Los hospitales tampoco cuentan con la infraestructura y capacidad necesarias; eso sin contar que no hay medicamentos que curen la enfermedad y que por tanto, requiere de una atención especializada que no existe en México. Del presupuesto mejor ni hablamos.

Por eso, lo que el gobierno está haciendo es ir preparando a la población para cuando se presenten los primeros casos y las primeras muertes. Y para ello, las hordas morenistas se han encargado de “poner en contexto” los alcances de la enfermedad. Por si acaso, ellos mismos están alimentando el fanatismo conspiracionista de que se trata de un virus de laboratorio lanzado por Estados Unidos para frenar el desarrollo de la economía China.

Apenas el 14 de febrero pasado, el presidente López Obrador (AMLO) aseguró que su administración, y específicamente el gabinete económico (sic), estaban preparados para enfrentar posibles afectaciones económicas, como ha sucedido en China, por la llegada del coronavirus y aseguró que hay elementos que dan certeza para hacer frente a la emergencia sanitaria que generó afectaciones en los intercambios comerciales internacionales.

Por absurdo que parezca, de los servicios de salud no habló. Fue hasta este martes que se anunció diversas instituciones del país –IMSS, ISSSTE, Pemex- ya se coordinan para disponer de al menos unas 2 mil 700 camas y 6 mil ventiladores para atender a los pacientes que contrajeran el coronavirus en nuestro país.

Dos semanas después, el discurso cambió radicalmente para volver a la excusa de siempre: «Hay quienes quieren que el coronavirus afecte a México para que le vaya mal a mi gobierno». Y justificó que anualmente en México se presentan 15 mil muertes por influenza, mientras que el coronavirus hasta el momento lleva alrededor de 2 mil 500 decesos.

Sin embargo, ayer por la tarde, la propia Secretaría de Salud dio cifras que seguramente serán desmentidas por el Presidente. Ante la inminente llegada del Covid-19 a México, si este virus se dispersa y se transmite en forma generalizada en nuestro país podría infectar hasta ¡78 millones de personas! Y en el peor de los escenarios, 10 millones de mexicanos podrían presentar síntomas, de los cuales, aproximadamente 500 mil serían considerados pacientes graves.

Así lo detalló, el subsecretario de Prevención y Promoción a la Salud, Hugo López-Gatell, quien añadió que de acuerdo a la tasa de mortalidad que ha presentado el coronavirus en el mundo -entre 2.4 y 2.6 por ciento- se podrían registrar en promedio hasta 12 mil 500 muertes.

Más allá de las consecuencias sociales y económicas, lo que realmente debe preocupar al gobierno es que una explosiva demanda de servicios de salud por contagio colapsará en pocos días el caótico sistema de salud. No habrá Insabi que valga. Los hospitales no tendrán capacidad para atender a medio millón de pacientes.

Por cierto, ayer el  Presidente justificó que por una cuestión de humanidad, su gobierno no puede negar la entrada o el atraco al crucero Meraviglia a Cozumel, Quintana Roo, ante la sospecha de que posibles casos de coronavirus. ¿Acaso no sería un acto de verdadero humanismo garantizar el abasto de medicinas a los niños con cáncer cuyos padres siguen un peregrinar sin respuesta?

Las del estribo…

  1. No acaban de entender. Quienes van a participar el paro nacional de mujeres el próximo 9 de marzo no le están pidiendo permiso a nadie. Que el Gobernador diga que no autoriza la ausencia de las mujeres que trabajan en la administración estatal es un acto de arrogancia y misoginia. Las mujeres pagarán con gusto el descuento de nómina, mientras las autoridades seguirán fingiendo que en Veracruz no las matan.
  2. La suerte está echada. El próximo martes al mediodía Erick Iván Aguilar dejará de ser diputado local y estará a disposición de la Fiscalía General del Estado. Lo mismo pasará con el alcalde y la síndica de Actopan, en lo que todos perciben como un acto de justicia selectiva. Ellos recibirán sanción por sus actos, mientras otros tantos alcaldes y diputados locales, con las alforjas llenas, seguirán quebrantando al amparo del morenismo que profesan.