Si a Fidel Herrera Beltrán o a Javier Duarte de Ochoa, o al mismísimo Miguel Ángel Yunes Linares, los tres anteriores gobernadores de Veracruz, les hubieran preguntado si tenían tratos, convenios o pactos con miembros de la delincuencia organizada, la respuesta sería (a lo mejor fue) la misma: de ninguna manera, mi gobierno no pacta con el crimen. El problema de estos tres personajes es que sus mentiras los hundieron, perdieron credibilidad. La delincuencia se dio vuelo secuestrando, extorsionando, robando autos y viviendas, cobrando derecho de piso hasta a las vendedoras ambulantes y cometiendo todo tipo de atropello contra los paisanos, gozando de una total impunidad, a lo mejor se les hubiera creído, pero el argumento más fuerte que pudieron esgrimir debió ser la disminución de los hechos delictivos. Para colmo, ha trascendido que las corporaciones policíacas estaban infiltradas por el crimen organizado. Durante esos tres gobiernos, los criminales dejaron miles de cadáveres, unos a flor de tierra, otros en narcofosas que se han ido descubriendo gracias a la perseverancia de sus familiares, y otros que fueron deshechos en “las cocinas” cuya existencia se acaba de descubrir, donde fueron a parar decenas de cadáveres que fueron desbaratados en ácido. Por eso, cuando el gobernador Cuitláhuac García Jiménez afirma que su gobierno no tiene pactos con la delincuencia, su palabra se pone en entredicho porque contrasta con los hechos. De él no se puede dudar porque se le conoce, es como lo define AMLO, “un buen hombre”, miembro de una familia que se ha caracterizado por sus buenas acciones y su sólida formación de personas honestas, pero ¿por qué los crímenes, los robos de todo tipo, el cobro del derecho de piso que tanto lastima a comerciantes y pequeños empresarios, los secuestros, las extorsiones, no disminuyen en la entidad? Lo coherente ante las afirmaciones del mandatario es que los índices delictivos fueran a la baja y que la percepción ciudadana en torno a la violencia fuera distinta a la que tenemos, pero no. ¿Quién o quiénes del actual gobierno les brindan impunidad a las bandas delictivas para que operen sin problemas en la entidad? Alguien con mucho poder en el gabinete del gobernador Cuitláhuac quien, ya lo sabemos, no es, pero… Con todo y lo que diga, la violencia no cesa, al contrario, los veracruzanos vivimos en un infierno.