En menos de tres meses, la cepa COVID-19 ha infectado a más de 78 mil personas y los casos que no tienen ninguna relación con China, país origen del brote, son cada vez más
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió hace algunos años que una misteriosa ‘enfermedad X’ podría provocar un contagio internacional. El nuevo coronavirus (COVID-19), con sus efectos que pueden ir rápidamente de leves a mortales, se está convirtiendo en un fuerte candidato a ese título.
A partir de reportes sobre las formas sigilosas en las que la cepa COVID-19 se propaga, se está conformando la imagen de un patógeno cuyos efectos son principalmente leves, pero que, de manera ocasional e impredecible, se vuelven mortales en su segunda semana.
En menos de tres meses, el virus infectó a casi 78 mil personas, principalmente en China, y mató a más de 2 mil 300, pero otros países como Corea del Sur, Irán e Italia ya se presentan como ‘puntos calientes’ de la enfermedad.
“Ya sea que esté contenido o no, este brote se está convirtiendo rápidamente en el primer verdadero desafío pandémico que se ajusta a la categoría de la enfermedad X”, explicó Marion Koopmans, especialista del Centro Médico de la Universidad Erasmus en Rotterdam y miembro del comité de emergencia de la OMS, para la revista Cell.
La enfermedad ahora se ha extendido a más de dos docenas de países. Algunos de los infectados contrajeron el virus en su comunidad local y no tienen un vínculo conocido con China, advirtieron los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).
“Todavía no vemos una propagación en Estados Unidos, pero es muy posible, incluso probable, que eso eventualmente suceda”, dijo a periodistas Nancy Messonnier, directora del Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias de los CDC.
A diferencia del SARS, su ‘familiar cercano’, el COVID-19 se reproduce en altas concentraciones en la nariz y la garganta de manera similar a lo que ocurre con un resfriado común, y parece ser capaz de propagarse de aquellas personas que muestran síntomas leves o que no muestran ninguno. Eso hace que sea imposible contenerlo utilizando las medidas de control de fiebre que ayudaron a detener el SARS hace 17 años.
Un virus silencioso
Se presume que un grupo de casos dentro de una familia que vive en la ciudad china de Anyang comenzó cuando una mujer de 20 años llevó el virus de Wuhan, el epicentro del brote, el 10 de enero y lo propagó sin experimentar ningún síntoma, señalaron investigadores en el Journal of the American Medical Association.
Posteriormente, cinco de sus familiares desarrollaron fiebre y síntomas respiratorios. Si bien el COVID-19 es menos mortal que el SARS, que tuvo una tasa de letalidad de 9.5 por ciento, parece ser más contagioso. Ambos virus atacan las vías respiratorias y gastrointestinales, a través de las cuales se propagan con rapidez.
Hasta el momento se reporta que más del 80 por ciento de los pacientes presentan una afectación leve por el virus y terminan recuperándose, uno de cada siete desarrolla neumonía, dificultad para respirar y otros síntomas graves. Alrededor de 5 por ciento de los pacientes presenta afectaciones críticas, que incluyen insuficiencia respiratoria, shock séptico e insuficiencia multiorgánica.
“A diferencia del SARS, la infección por COVID-19 tiene un espectro de gravedad más amplio que varía desde asintomática a levemente sintomática o hasta una enfermedad grave que requiere ventilación mecánica”, agregaron médicos de Singapur en un artículo para la revista médica Cell.
“La progresión clínica parece ser similar a la del SARS: los pacientes desarrollaron neumonía entre el final de la primera semana y el inicio de la segunda semana de enfermedad”, detallaron.
Una impredecibilidad mortal
Se ha descubierto que los adultos mayores, especialmente aquellos con afecciones crónicas, como hipertensión y diabetes, quienes tienen un mayor riesgo de padecer síntomas graves.
Li Wenliang, un oftalmólogo de 34 años quien fue de los primeros doctores que trató de advertir sobre el brote del nuevo coronavirus, murió a principios de este mes después de recibir anticuerpos, antivirales, antibióticos, oxígeno y bombear su sangre a través de un pulmón artificial.
El médico, que gozaba de buena salud antes de su infección, parecía haber sido afectado relativamente leve por el virus hasta que sus pulmones se inflamaron, lo que provocó la muerte del hombre dos días después, señaló Linfa Wang, quien dirige el programa emergente de enfermedades infecciosas de la Duke-National University en la Escuela de Medicina de Singapur.
Un patrón similar de inflamación como el observado entre los infectados por el COVID-19 se vio entre las personas que sucumbieron a la pandemia de gripe española en 1918, puntualizó Gregory A. Poland, profesor emérito de medicina, enfermedades infecciosas y farmacología molecular y terapéutica experimental en la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota.
“Cada vez que tienes una infección, tienes una batalla en curso. Y esa batalla es una batalla entre el daño que está haciendo el virus y el daño que el cuerpo puede hacerse mientras trata de combatirlo”, remarcó.
Fuente: Bloomberg
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