Cada vez más frecuente y seriamente, los compositores mexicanos contemporáneos voltean a ver las músicas tradicionales para integrarlas a un lenguaje sonoro que si bien toma al jazz como nutriente fundamental, pugna por la construcción de la nueva voz identitaria. Esto se ve reflejado en proyectos como Huazzteco, de Samuel Martínez Herrera; Jazz Suite del Noreste de México, de Ramiro González; Erosión de la memoria, de Ik’Balam; y más recientemente, Winik Atel; Chiapas en el jazz, de Abraham Rendón.

Abraham es un guitarrista formado en JazzUV que durante su estancia en Xalapa formó parte de grupos tan distintos entre sí como Guacamole, Hilvana y su proyecto personal, Rendón Sextet, con el que se adentró en la exploración de la música latinoamericana. Con la experiencia adquirida a base de la investigación y la experimentación constantes, ha madurado y enriquecido el proyecto, y lo ha consolidado con la composición y la grabación —gracias al apoyo del Fonca— de ocho piezas que están íntimamente ligadas, no solo musical sino temáticamente, a la realidad de la población indígena chiapaneca. Platiqué con él sobre todo esto.

Abraham Rendón (foto proporcionada por el artista)

«Yo estudié en Xalapa, en JazzUV, y cuando estuve en la universidad hice proyecto que se llamaba Rendón Sextet. Ese proyecto me ayudó a definir mi gusto por el arreglo y la composición, y a partir de ahí empecé a explorar, sobre todo, los ritmos latinoamericanos. Después, para mi proyecto de titulación de la carrera elegí un tema que iba enfocado hacia lo mismo: la relación entre el son jarocho y el jazz, la idea era exponer el lugar que ocupa México dentro del jazz latinoamericano.

«Me titulé con ese proyecto y seguí alimentando esta curiosidad por la música latinoamericana, y sobre todo la fusión tiene con el jazz. Cuando estaba haciendo mi trabajo de titulación, comencé a estudiar y a investigar muchísimo más de la música chiapaneca y empezaron a surgir ideas para fusionar la música de Chiapas —de donde soy originario— con el jazz.

«En el 2018 fui seleccionado para la beca Jóvenes Creadores, del Fonca, y el proyecto empezó a tomar forma; seguí explorando la música tradicional del estado de Chiapas e hice una fusión con elementos de música contemporánea y de jazz. Estuve experimentando y componiendo hasta llegar al proyecto actual que se llama Winik Atel; Chiapas en el jazz latinoamericano. Siento que la importancia de este proyecto está en el concepto que maneja: son ocho piezas en las que intento retratar las costumbres, las tradiciones, las cotidianidades de la comunidad, el concepto de fe, las fiestas y, específicamente, las jornadas laborales de los trabajadores indígenas en Chiapas. De ahí proviene el nombre, Winik Atel, significa ‹hombres trabajadores› en tzeltal, que es una de las lenguas que se hablan en Chiapas, además de tojolabal, tzotzil, chol, lacandón, quiché y otras. Como te digo, el concepto es retratar la vida de los trabajadores, entonces, cada una de estas piezas tiene un tema específico acerca de ese concepto.

«A inicios de enero lanzamos un primer video en el que está una pieza que se llama Vo’, que en tzotzil significa ‹agua›, en esa pieza trato de retratar la vida de Josefa, una mujer de 21 años que tiene dos niños, vive en la comunidad de Venustiano Carranza y camina dos horas diarias, entre ida y vuelta, para ir por agua, y después de eso, todavía va a trabajar al campo. Ese tipo de historias son las que están retratadas en estas piezas. El 21 de febrero voy a lanzar un segundo video, la canción se llama Ta vinajel, ta banomil, habla específicamente de la fe tan fuerte que existe en la comunidad de San Juan Chamula. En esta pieza parto de un son tradicional chamula, tomo elementos de esa música y utilizo el concepto de la música cíclica. Esta pieza detona la introspección como sucede en la música chamula, en la música eclesiástica. Es una pieza que trata, específicamente, de la espiritualidad, ese es el próximo video que saldrá el viernes 21 de febrero».

«La banda está formada por Karina Galicia en la voz, Gastón Artigas en la flauta, Tania Nandayapa en la marimba, Miguel Buenrostro en la batería, Pablo Flores en el bajo, y yo en la guitarra, la composición y la dirección. Los videos los hicieron Víctor Benítez y Beni Galicia, y Joshua Arcos fue el editor de los videos».

 

 

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