En esta última parte de la conversación, Matu Rodríguez habla de los azares que lo trajeron a México, a Veracruz y a Xalapa (realmente —me dijo—, llegué a México por intuición), y de su álbum solista, El entorno y el tiempo, que presentará el sábado 15, a las seis de la tarde, en la Galería de Arte Contemporáneo.

Garganta de luz pasajera

Soy un humano, soy piel,
soy garganta de luz pasajera.
(Matu Rodríguez)

Cuando terminé la escuela de música, estuve trabajando en varias cosas: vendía plantas en un vivero; en Argentina hay muchos locales que venden dulces, les llamamos kioscos y estuve trabajando en uno de esos; también trabajé en un supermercado, pero siempre estaba haciendo música a la vez, eso nunca lo dejé. Luego me puse a dar clases de música y así estuve un tiempo hasta que llegó un punto en el que no me sentía muy vivo haciendo eso, decía a mí lo que me gusta es tocar. Ya había sacado el álbum con la banda y mi álbum solista, y un día dije voy a México (risas), fue así, en verdad.
También tuvo que ver con que siempre me gustó un autor llamado Carlos Castaneda, leí varios libros de él y me apasionó, entonces dije bueno, voy a ir a México.
Yo no estaba en mi mejor momento personal, también hubo un mea culpa porque no estaba buscando constantemente cómo abrir un camino con la música, y viajar es bueno para romper ciertas estructuras que uno no sabe cómo quitarse. Se juntaron todas esas cosas y decidí venir a México. Yo no conocía México y dije tampoco voy a dejar todo acá en Argentina, qué tal si voy y no puedo, entonces aproveché las vacaciones del colegio en el que daba clases de música y me vine con un amigo.
Por suerte vine a México porque aquí la gente te apapacha mucho, además, aquí aprecian mucho la música y los músicos son valorados. En Buenos Aires es un poquito más raro el tema de la música, aquí la música y los músicos están todo el tiempo presentes, tocando en la calle y en todas partes. Otra particularidad de México es que aquí absorben música de la época que sea y es bien recibida, en Buenos Aires —que es muy distinto al interior del país— quizá eso no es tan así, a veces el músico no es tan respetado, sea por el lugar a donde va a tocar, sea por los dueños; obviamente hay excepciones, la verdad es que yo he ido a lugares donde me han tratado muy bien, pero no es lo más común, muchos toman la música como negocio y no ven la cuestión cultural ni lo hacen por tener un concepto en su local o tener música que le agrade al dueño o a sus clientes, más bien piensan bueno, a ver si me deja o no me deja plata. En ciertos lugares, incluso, el músico tiene que pagar para tocar, y si lleva gente, gana plata, si no lleva gente fue, tocó, llevó sus cosas, preparó todo y se fue pagando.
Cuando llegué a México, decidí recorrer algunos lugares: estuve tocando en algunos lugares en Ciudad de México, luego me fui a Puerto Escondido, a Oaxaca, a Chiapas —ahí me habría gustado quedarme, pero no se podía tocar en la calle y los lugares ya tenían sus músicos. Como ahí ya está tan asentado eso de los lugares con música, me decían que no; yo decía déjenme tocar algo, y me decían lo que pasa es que ya tenemos programado todo el año.
Cuando fui a Oaxaca, con un grupo de amigos y amigas que nos conocimos ahí, fuimos a Monte Albán. Yo me aparté porque quería ir por otros lados y ver otras cosas. En las pirámides hay letreros en castellano y en zapoteco, vi que unas personas estaban leyendo los letreros en zapoteco, me puse a platicar con ellos y me comentan que la mayoría de las comunidades emigraron a Veracruz, y que sus abuelos se encontraron con otras personas de la misma comunidad que también habían emigrado a Veracruz, y no sabían por qué, sin tener contacto entre ellos, se encontraron allí.
Como me gusta lo de Castaneda y todo eso, ese tema me llamó mucho la atención; cuando iba de regreso a la Ciudad de México pasé por Veracruz, vi que podía hacer música ahí y me quedé ocho meses. En Veracruz me empezaron a nombrar mucho a Xalapa, me decían con lo que tú haces, tienes que ir a Xalapa. Me vine a Xalapa hace como tres meses y veo que sí hay un poco más de cultura aquí. Fui al programa de radio de Carlos Romano, le gustó lo que toqué y me pasó algunos contactos. Ya he tocado en el Centro Recreativo Xalapeño y la verdad estuvo muy bonito, yo me quedé contento y tuve buenos comentarios de la gente que fue escuchar.

El entorno y el tiempo

Con los músicos de Veracruz, se fue armando un grupo e hicimos una linda banda, de verdad tocan muy bien y hay una muy buena energía —eso siempre es importantísimo—. Con ellos presenté el disco el sábado 8 en la USBI de Veracruz.
El sábado 15, voy a presentar el disco en el auditorio de la Galería de Arte Contemporáneo, ahí me voy a presentar solo —igual que en el Centro Recreativo Xalapeño—. Como te contaba, me gusta mucho escribir y en esta modalidad de la presentación, voy leyendo algunos textos de los que escribo y los voy hilvanando con canciones del álbum que tocan esos temas. Me gusta ese formato, es más íntimo, más introspectivo y quizá te deja pensando un poco.
En el álbum hay un track que se llama El Tonal y la Lira, son dos escritos dichos al mismo tiempo que se van entrelazando y se van pasando de un lado a otro, quizá es un poco difícil entender porque la idea era, justamente, generar algo distinto en el cuerpo, no tanto entender el texto sino provocar lo que se genera cuando no puedes entender la palabra pero te provoca algo. Eso tiene que ver con Carlos Castaneda, cuando estaba muy saturado de algo, una persona le hablaba del lado izquierdo y otra le hablaba del lado derecho, y él se iba, decía que al principio no entendía pero luego le pasaba otra cosa en el cuerpo; me interesó mucho esa idea y dije como me gusta escribir, me voy a poner dos textos y a mezclarlos, así surgió ese track.
La presentación es el sábado 15 de febrero, a las seis de la tarde, en la Galería de Arte Contemporáneo; la entrada es libre, están todos invitados.

 

 

PRIMERA PARTE: Pequeñas luces de colibrí
SEGUNDA PARTE: Desconocer y volver a armar

 

 



 

 

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