«Me gusta mucho la poesía pero no leo tanto como me gusta porque cuando leo algo que me gusta, me termino evadiendo de todo y me dan ganas de escribir, por eso me cuesta la constancia, porque es como un mundo en el que me meto y me empieza a disparar pensamientos, empiezo imaginar cosas, entonces, leo dos poemas y me voy a escribir», me dijo Matu Rodríguez en esta segunda parte de la conversación, en la que habla de su manera de componer y de sus temas recurrentes.

El rumbo

(Matu Rodríguez)

Si orar solo fuera una voz del río.
Si oír cosechara el saber de un árbol.
Si la piel contuviera como tierra.
Si arropásemos dentro semillas de ser humano.

Si observar supiera al brillo de estrellas.
Amar, atender la vida que es aire.
Sexo: la siembra de nubes al suelo.
Si arropásemos dentro luz de fuego sin amaine.

Si al río reprimiéramos el habla.
Si omitiéramos el saber del árbol.
Si a la tierra tatuáramos de heridas.
Si arropásemos dentro un poder ya sin ser humano.

Ver cómo el orgullo se abraza de errores.
Creerse que no es él naturaleza.
No sabrá nunca quién será su madre,
pues cerrará los ojos mientras coma de su teta.

Más yo soy todo lo idiota que un hombre,
aunque hoy tomo un rumbo y en él decido
escucharte a ti sola, como madre,
y tener voz como hace el mar repitiendo tu río.

Prurito Morales y sus contemporáneos

Terminé la escuela de música y formé una banda con unos amigos que se llamó Prurito Morales y sus contemporáneos, era un trío de guitarra, bajo y batería, pero el baterista también era tecladista, entonces hacía la base de la batería y luego se iba al teclado, y a veces nos intercambiábamos los instrumentos en el escenario: yo me pasaba al bajo y el bajista pasaba a la guitarra, eso era divertido porque nos permitía otras cosas, no conocer mucho el otro instrumento te permite jugar más porque sientes menos presión y porque, como te decía, al conocer ciertos truquitos, no te permites explorar sobre el instrumento, en cambio, cuando vas con otro instrumento empiezas a probar cosas porque eres un niño jugando y muchas veces surgen cosas muy interesantes. Eso nos divertía mucho, nos gustaba y sentíamos que aportaba musicalmente. Tocábamos pura música original en esa banda y sacamos un álbum.

Jugar o no jugar, that is the waresholl

Lo que más me apasiona es componer, empecé a los catorce o quince años. Es fascinante y es raro porque todo lo lindo que pasa con la música, lo asocio con algo mágico, es como si me tirara ahí sin saber lo que va a pasar; puede no pasar nada —que no me diga nada— o puede suceder que toqué una o dos notas y me movió todo el cuerpo; y nunca sé por qué, incluso, tocando la misma canción, a veces pasa que me hace llorar y a veces sucede que la toqué y digo no me pasó nada, pero es bonito por eso, porque cuando uno compone, lo que busca es que le pase algo. Esa es mi manera de encarar la música, por eso, cuando me preguntan por mi estilo, me choca un poco decirlo, no porque no lo tenga, sí lo debo de tener pero no me interesa (risas).
Si cuando me pongo a jugar o hacer lo que sea con un instrumento me genera algo que me toque, grabo eso, lo guardo y después termina siendo una composición; empiezo a elaborar más para que tome un poco más de forma, pero me interesa que el gen sea el corazón, tiene que nacer de ahí, casi como cualquier cosa que uno haga en la vida.
Me gusta mucho escribir pero, en general, mis canciones nacen más de la música porque es difícil meter un escrito en una canción, a no ser que uno ya tenga una manera de escribir con una determinada métrica muy parecida a lo que hace en sus canciones y pueda musicalizar ese texto, o que escriba algo y diga es que esa manera de decirlo es única, voy a buscar una vuelta melódica para poder decirlo. Pero esas son excepciones, generalmente hago las melodías y luego pongo las letras.
En uno de sus álbumes, Fito Páez cuenta que Charly García tenía un método de componer que le llama waresholl, es como una mezcla de palabras que uno no sabe qué son porque no tienen sentido. Eso mismo hago yo, empiezo a hacer una melodía y canto palabras que no quieren decir nada, porque el castellano tiene palabras tan amplias que es difícil componer con ellas. Cuando ya está la melodía con ese waresholl y digo sí me tocó esa melodía, la grabo, la escucho y empiezo a tejer la letra en español. Así surgen mis canciones.
Yo siempre tuve ganas de hacer algo solista, cuando se deshizo la banda Prurito Morales agarré algunas de las composiciones que tenía y saqué un álbum que se llama El entorno y el tiempo.

Desconocer y volver a armar

Hay tanto por desconocer
y volver a armar.
Vinimos solo a aprender
y no a amilanar.
Hay tanto por desconocer
y volver a armar.
Vinimos solo a aprender
y no a amedrentar
(Matu Rodríguez)

Yo nunca he pensado en mis temas, pero un amigo muy querido me dijo una vez que mis letras hablan de la identidad y creo que tiene razón, tengo letras que hablan de amor, pero la mayoría plantean cosas a nivel social; creo que son los temas que en más me interesan, siempre van por ¿quiénes somos? Me interesa mucho romper barreras que nos limitan a hacer cosas; me preocupan los acuerdos sociales que tenemos que muchas veces nos limitan sin que nos demos cuenta y, sin querer, nos envolvemos en eso y repetimos patrones, porque uno no puede estar todo el tiempo atento a las cosas que quizá no son positivas y vienen impuestas de afuera, o sea, uno rompe con lo que puede, y lo demás, a veces lo repite como un patrón que se multiplica socialmente.
Todos somos parte de la sociedad y repetimos patrones, hay cosas que, obviamente, son muy positivas, como formar comunidad, pero hay otras muy negativas, como impedirnos crecer. Creo que eso no tendría por qué suceder, me duele mucho cuando alguien quiere hacer algo, tiene un sueño y no lo busca por miedo a ser juzgada, y digo ¿por qué no?, ¿quién está ahí para juzgarnos? Claro que hay gente que juzga, pero creo que es un error ponernos a juzgar el trabajo de otro, si nos gusta, está bien porque no daña; pero si no nos gusta, pues simplemente no nos gusta o no nos vibra lo que hace esa persona, pero eso no hace malo lo del otro, y si a él le apasiona, que lo haga.
Estas cosas siempre me chocaron mucho, hay gente que deja de hacer las cosas por el miedo a qué dirán sobre él, sobre lo que hace; eso qué importa. De hecho, cuando uno hace lo que le apasionaba va mejorando, eso también me parece que es importante saberlo, porque si a ti te apasiona, quizá las primeras cosas que hagas de eso que te apasiona no sean las mejores del mundo —o quizás sí, no lo sé—, pero luego, cuando sigas haciéndolo, hasta sin ser consciente vas a ir mejorando, lo vas a ir puliendo; entonces, tengo necesidad de decirle a esa gente ¡dale, hacelo! Qué mayor aporte social que hacer lo que uno ama, no sé si hay otro, porque cuando uno no hace lo que ama, se va transformando en algo que le va molestando y, a veces, no le permite ciertas alegrías, no sé si felicidad, pero por lo menos ciertas alegrías, y eso también influye socialmente; y cuando uno hace lo que ama, también repercute, pero en un lugar más positivo.

(CONTINÚA)

PRIMERA PARTE: Pequeñas luces de colibrí
TERCERA PARTE: Garganta de luz pasajera



 

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