Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles, la desigualdad, y la locura…”

De las Ficciones de Jorge Luis Borges

“Soy de un país vertiginoso donde la lotería es parte principal de la realidad, es la conducta indescifrable, de sus queridas costumbres, se piensa con algún asombro en la lotería y en las conjeturas blasfemas que en el crepúsculo murmuran los hombres. Mi padre refería que antiguamente -cuestión de siglos o de años-  la lotería en Babilonia era un juego de carácter plebeyo. Refería (ignoro si con verdad) que los barberos despachaban por monedas de cobre rectángulos de hueso o de pergamino adornados de símbolos. En pleno día se verificaba un sorteo: los agraciados recibían, sin otra corroboración del azar, monedas acuñadas de plata.”

“Naturalmente esas “loterías” fracasaron. Su virtud moral era nula. No se dirigían a todas las facultades del hombre: únicamente a su esperanza.

Ante la indiferencia pública, los mercaderes que fundaron esas loterías venales comenzaron a perder el dinero. Alguien ensayó una reforma: la interpolación de unas pocas suertes adversas en el censo de números favorables. Mediante esa reforma, los compradores de rectángulos numerados corrían el doble albur de ganar una suma y de pagar una multa a veces cuantiosa. Ese leve peligro (por cada treinta números favorables había un número aciago) despertó, como es natural, el interés del público. Los babilonios se entregaron al juego. El que no adquiría suertes era considerado un pusilánime, un apocado. Con el tiempo, ese desdén justificado se duplicó. Era despreciado el que no jugaba, pero también eran despreciados los perdedores que abonaban la multa. La compañía (así empezó a llamársela entonces) tuvo que velar por los ganadores, que no podían cobrar los premios si faltaba en las cajas el importe casi total de las multas. Entabló una demanda a los perdedores: el juez los condenó a pagar la multa original y los costos o a unos días de cárcel…Todos optaron por la cárcel, para defraudar a la compañía…De esa bravata de unos pocos, nace el todo poder de la Compañía: su valor eclesiástico…metafísico….”

La lotería en Babilonia es un cuento del escritor argentino Jorge Luis Borges, publicado por primera vez en el año 1941 en la revista Sur, e incluido posteriormente en el libro: Ficciones.

Sintácticas

De una Condesa:

¡Los perros son tan amigables!…hasta que te enseñan los dientes.

De un hombre con prisas:

El tiempo siempre acabara derrotándote.

De una sexóloga:

Una hembra en celo tiene condición diferente a una mujer con celos…en esencia es lo mismo…poseer.

Del poeta Don Antonio Gamoneda:

Todo hambriento es un microeconomista.

Del señor Kirl Douglas a sus 96 años:

Si algún hombre me diera a entender que nunca cometió un pecado en su vida, no me interesaría en lo más mínimo hablar con él.

“Atrapado sin salida”, cuando Mc Murphy trata de arrancar el lavatorio de la pared delante de los demás internos y no puede…y todos los demás le están mirando… él gira hacia ellos y les grita: ¡por lo menos lo intente!

Franz von Suppé. Caballería ligera. Orquesta Sinfónica de Mellid.