Los escritores Godofredo Olivares y Carlos López Beltrán abordaron el quehacer como poeta de José Luis Rivas en el homenaje “Luz de mar abierto”, a propósito del 70 aniversario del traductor e integrante del Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias (IIL-L) de la Universidad Veracruzana (UV). 

La primera mesa de la jornada realizada el 7 de febrero llevó por título “Reedificar la Torre de Babel”, moderada por la académica del Instituto de Investigaciones en Educación, Pilar Ortiz. 

Olivares Cortés leyó un texto que tituló “El encantorio poder de las palabras” y citó la obra El vuelo del vampiro de Michel Tournier, que tradujo al español José Luis Rivas; asimismo, su charla entretejió fragmentos del cariño que mantienen desde hace varios años: “José Luis comenzó a ser para mí un Virgilio”, comentó del inicio de su relación. 

“José Luis Rivas es un ser forjado en y con las palabras escritas, imaginadas, dichas, inventadas, lúdicas o soñadas cuando es poeta. Palabras investigadas, leídas, traducidas, comprendidas, asediadas y acuñadas siendo traductor o ensayista; palabras revisadas, corregidas, acomodadas, desechadas al ser editor; palabras escuchadas, dictadas, cuidadas, manipuladas cuando fue amanuense de Juan García Ponce.” 

Para Godofredo Olivares, ensayista y columnista, el autor de Tierra nativa ha sido “un fabuloso Virgilio en esta Torre de Babel llamada vida”. 

Por su parte, López Beltrán, quien está adscrito aInstituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, comentó que José Luis Rivas sin tomar clases ni mudarse a vivir a países en donde los idiomas se aprenden por contagio ambiente, emprendió la conquista de otras lenguas en sus territorios poéticos. 

Lo hizo “armado, además de con un talento y una ambición desmesuradas, con libros, diccionarios, diccionarios y más diccionarios, traducciones, versiones de todas las épocas y entre todos los idiomas –una traducción del francés al italiano le era tan atractiva como una del italiano al rumano–, todo para tratar de encontrar veredas hacia lo que a él le interesaba”. 

El también investigador citó los poetas ingleses y franceses que “encandilaban” al homenajeado, así como obras traducidas por él, como Omeros de Derek Walcott; incluso, leyó un fragmento de La violación de Lucrecia, un poema narrativo de William Shakespeare. 

Y fue más allá, expuso una de las muchísimas destrezas literarias que desde que lo conoce le ha admirado: “Su capacidad de abrir un libro de poemas en medio de una conversación, que podría estar en inglés, francés, y traducirlo en público al vuelo, casi sin pausar, a un español ordenado y correcto que capturaba de un golpe lo esencial del poema”. 

UV/Karina de la Paz Reyes Díaz

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