En el discurso oficial, el estancamiento económico y la recesión son culpa de quienes avisaron a tiempo que esto pasaría –tecnócratas, prensa fifí, conservadores, mafia del poder o agoreros del desastre, según la ocurrencia matutina-, y no de quien lo provocó. Sin el menor entendimiento de la economía, algo que desprecia porque no entiende, el Presidente sigue empecinado en explicar que el país se desarrolla aunque no crezca.

Frente al argumento presidencial, sus seguidores aplauden con preocupación, esperando que los programas sociales y el asistencialismo los rescaten del desempleo, el cierre de empresas y las consecuencias que traerá una prolongada sequía que no ha sido atendida. En breve los alimentos subirán de precio no como resultado de una conspiración comercial –como se ha acusado a las farmacéuticas y otros sectores- sino a causa de su escasez.

Por primera vez en diez años el país tuvo un crecimiento negativo. Atrás quedaron las campanas al vuelo cuando el Presidente parloteaba que no se habían cumplido los pronósticos de recesión y que, así fuera el 0.1%, el país había crecido. Ahora resulta que en la suma de su primer año de gobierno, el país retrocede. Junto con Venezuela y Argentina somos los únicos países del continente que no crecimos.

Según información del INEGI –que será confirmado a finales de febrero- la economía mexicana registró una contracción de 0.1% en el año 2019. De esta manera, el resultado del PIB en el primer año de gobierno de la Cuarta Transformación, pasa a la historia como la primera vez en dos sexenios, que el Producto Interno Bruto (PIB) registra números rojos. Y se queda como la primera caída anual de la economía, desde el 2009, cuando registró un desplome de 5%, resultado de la crisis financiera mundial que originó al periodo identificado como “Gran Recesión”.

Y entonces, cual Circo Solei, el gobierno federal empieza a hacer piruetas para explicar lo que siempre negó. Desde su púlpito mañanero, el mandatario dijo que «no le importa mucho” -el dato del PIB-, porque hay desarrollo y bienestar en el país y aunque reconoció que “ya se esperaba, yo tengo otros datos; puedo decir que hay bienestar”.

El crecimiento puede medirse en la generación de riqueza, en la distribución del ingreso, y eso no ha sucedido. El desarrollo, como dice el presidente, puede medirse en acceso a los servicios de salud, en la educación, en la alimentación, pero eso tampoco ha sucedido, aunque el tabasqueño suponga que sus programas sociales lo han logrado.

Más allá del debate sobre los argumentos falaces del Presidente y los tecnicismos de los especialistas financieros, lo cierto es que la economía está en recesión y que las políticas económicas de López Obrador no han tenido ningún impacto. Al principio de año, los pronósticos de crecimiento del gobierno rondaban el 1.8%, por ciento, lo que quiere decir que fallaron casi por dos puntos. Los pronósticos del defenestrado ex secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, se cumplieron.

Si el país no está en caída libre –como los países mencionados- es gracias a nuestra vecindad con Estados Unidos y el envío de 36 mil millones de dólares al año en remesas, dinero que reactiva la economía familiar, no la del gobierno.

Así lo ha reconocido el propio presidente. “Sin esas remesas estaríamos mal, el gobierno está haciendo su parte, como nunca, para apoyar a la economía popular y acabar con los gastos excesivos y se están liberando recursos para la gente”, quien no ha vacilado en reconocerlas —incluso— como una bendición.

Pero el gozo se puede ir al pozo. Tal es la dependencia de nuestro país de las remesas, que el Presidente Trump ya encontró otra manera de someter al gobierno mexicano. Pretende imponer más impuestos a estas remesas para que de ahí salgan los recursos para construir el muro fronterizo para su campaña electoral. En efecto, aunque se diga lo contrario, los mexicanos terminaremos pagando el muro.

El señor Juan Trump –como peyorativamente se refiere el presidente gringo a su homólogo mexicano-, está cada vez más acorralado. Las maromas son cada vez más difíciles.

Las del estribo…

  1. Y ya que andamos en la 4T. Resulta que los tres reos -operadores del Cártel de los hijos del Chapo Guzmán- que se fugaron del Reclusorio Sur estaban purgando condena en un penal de alta seguridad. Pero un juez decidió sacarlos de ahí y llevarlos a un lugar donde pudieran escapar por la puerta principal dentro de una ambulancia. ¿Cómo se llama el juez? Ah sí, Felipe de Jesús Delgadillo Padierna, el sobrino de Dolores Padierna. ¿Cuántos compromisos faltan por pagar?
  2. ¡Vaya escándalo! En un evento auspiciado por la Secretaría de Turismo y Cultura (SECTUR) del Gobierno de Veracruz, se pidió a las mujeres que no se empoderen y que en lugar de eso, se “posicionen” para no cometer “errores” que provocan que sean violadas, como salir en la noche o “vestir ropa inadecuada”. “Mujer, es necesario que regreses a la posición para la cual fuiste creada, porque gracias a eso es que vas a provocar un cambio definitivo desde tu pequeña sociedad, que es tu familia”. Esos son los liberales de la 4T.