El tema de los matrimonios igualitarios está alcanzando alturas no vistas en Veracruz. Este domingo el vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, José Manuel Suazo Reyes, se le fue con todo a la diputada Mónica Robles Barajas a la que acusó de “secuestrar” el Congreso local al impedir que un grupo de manifestantes de Pro Vida entraran al recinto legislativo.

El jueves anterior la legisladora explicó en el salón Lerdo de Tejada, en qué consiste su propuesta de reforma al Código Civil que incluye el matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras una veintena de personas le gritaban desde la calle.

En su furibunda misiva dominical Suazo Reyes dijo que es mentira que la diputada promueva la inclusión, el diálogo y la no discriminación. “Eso es pura palabrería. De otra manera no hubiesen cerrado las puertas a los ciudadanos… No se percibió ninguna intención de escuchar las voces de quienes defienden la familia y el matrimonio natural”.

Quizá porque la ira le obnubiló su buen juicio, el prelado dijo palabras alejadas de la verdad, ya que quienes nunca quisieron argumentar, dialogar, discutir e incluso polemizar sobre el tema, fueron los “ciudadanos” a los que se refiere que reventaron los foros de Orizaba y Coatzacoalcos, y lo mismo pretendían hacer con el que se organizó en el Congreso.

¿Acaso él es de los que dialoga con quien le grita improperios y no lo deja hablar?

Suazo Reyes asevera que los foros organizados por Mónica Robles fueron “un rotundo fracaso”. Si eso es verdad, entonces ¿para qué se preocupa?

Afirma que el matrimonio es por definición entre un hombre y una mujer. Y tiene razón, pero si miles de hombres y mujeres de Veracruz quieren vivir al margen de esa definición, ¿por qué se les quiere impedir? Y más allá del impedimento ¿por qué se les ataca?

“El matrimonio es el fundamento de la familia. La familia es la base de la sociedad… No existe el mal llamado ‘matrimonio igualitario’, eso es una ficción jurídica. Sólo existe el matrimonio”, asegura el prelado y yo insisto en que está en su derecho a pensar de esa manera, como también lo están miles de hombres y mujeres que desean vivir, convivir y cohabitar con personas de su mismo sexo.

Lo que no se vale es que se deje llevar por el furor y amenace; de hecho nunca lo imaginé en ese plan: “La batalla no termina ahí, la gente seguirá manifestándose, esperamos que los diputados verdaderamente escuchen la voz de quienes los eligieron. Se ha anunciado que llegará un gran contingente al Congreso del estado. El pueblo sabio está dándose cuenta de quiénes lo representan en sus convicciones y en sus valores. El pueblo bueno y sabio no renunciará a sus principios”.

Ah caray. Más que palabras de un prelado católico, parecen arengas de un líder setentero.

Sería bueno preguntarle al padre si cuando dice batalla está sugiriendo que el asunto escalará más allá de las palabras. Es decir, si habrá violencia y toda la cosa.

¿A qué llegará el “gran contingente”? ¿A pegar de berridos? Porque si vienen vendrán a eso; a gritar, ofender y amenazar, pero nunca a argumentar y mucho menos a dialogar.

¿Que el pueblo es bueno y sabio?, por Dios padre Suazo. El pueblo es una masa informe que se mueve hacia donde les indica el líder.

Puede que los gritos e improperios del “gran contingente” y las amenazas de la Iglesia (que para eso se pinta sola), les provoquen frío a los diputados y dejen de lado la propuesta de Mónica Robles. Pero al final -insisto, reitero y subrayo- la propuesta pasará porque el mundo ya es otro. Un mundo divergente pero incluyente donde todos cabemos, incluso los sectarios de la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana, entidad que por cierto es mi Iglesia.

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