Patricia Amelia Ivison Mata, estudiante de la Maestría en Educación para la Interculturalidad y la Sustentabilidad (MEIS), del Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) de la Universidad Veracruzana (UV), desarrolló el proyecto de profesionalización “El coro lúdico sentipensante como estrategia de educación para la paz”.
Como lo señala el documento, el objetivo general de la investigación fue “desarrollar una metodología que utilice la música, el canto, el juego y otras actividades afines a la educación para la paz como medio para lograr un estado de bienestar, donde el sujeto y su historia conforman el eje central. La propuesta aspira a contribuir en la construcción de una cultura de paz intercultural y sustentable para ser adaptada a distintos contextos socio-culturales”.
Patricia Ivison es licenciada en Música por la UV; como violonchelista de fila ha sido parte de varias orquestas sinfónicas del país; como cantante inició su carrera en 2004 con el grupo Jugosos Dividendos y su formación vocal profesional estuvo a cargo del tenor Armando Mora; actualmente forma parte del Coro UV y es académica del Centro de Estudio de Jazz (Jazzuv).
En la investigación “partí de mis propias vivencias con la música y con el canto”, compartió quien estudiaba música en la Universidad Nacional Autónoma de México y se incorporó a la UV por la huelga que de 1999 al 2000 tuvo lugar en la máxima casa de estudios del país.
Su incursión en el canto coincidió con su recuperación de una depresión y en Jugosos Dividendos empezó a experimentar la música de manera más libre, amable y creativa, en el caso del instrumento; y a explorar su talento como cantante.
“Estudiar canto fue una epifanía. Una revelación. La primera vez que escuché mi voz realmente como es, con todos los resonadores, hice contacto con mis emociones, cuerpo y pensamientos. Todo se sincronizó. Fue muy conmovedor y entendí por qué me llevaba así con el chelo, porque soy cantante, no chelista.”
El canto es curativo
De manera empírica y profesional (a través de talleres y diplomados) Patricia Ivison fortaleció su idea de que el canto es un medio de autoconocimiento, aceptación y curativo; a ello se sumó su intención de contrarrestar el clima de violencia que se vive en el país a través del arte.
Luego de analizar varias alternativas, eligió la MEIS por el perfil académico, el currículo y la comunidad académica que la imparte. En sus palabras, “cursar la maestría me hizo entender temas y cosas que no sabía muy bien cómo abordar, cómo plantear o que ya intuía pero no sabía cómo formalizar o aterrizar”.
Como proyecto de profesionalización diseñó la metodología, impartió un taller y conformó el ensamble vocal JIMBRE, en el cual “cada voz es importante, cada persona con sus particularidades tiene algo que aportar y al final se hace una sola voz”.
Es más, para ella, “el coro es como un microcosmos social, donde es posible aprender que podemos ser distintos pero complementarios”.
Por JIMBRE pasaron 14 jóvenes, de entre 10 y 14 años, provenientes de Xalapa, Coatepec y Tlalnelhuayocan. El taller para integrar el ensamble se desarrolló en el Centro de Integración Juvenil e incluyó música, juegos cooperativos, composición y reflexión crítica colectiva.
Si bien no fue posible dar seguimiento a todas las personas que formaron parte del ensamble en algunos casos sí se documentaron los beneficios que proporcionó el taller: desarrollo de autoconfianza, fortalecimiento de la autoestima, contención emocional, aprender a encontrar soluciones creativas a los obstáculos y conflictos, desarrollar su creatividad, generar lazos de amistad, trabajo colaborativo, incidencia positiva en el núcleo familiar, alfabetización emocional, entre otras.
“La MEIS me dio herramientas, porque siempre me había dado miedo guiar un proceso sin manipularlo ni condicionar dirigirlo adonde yo quiera.”
En las conclusiones de su documento se lee: “Me parece pertinente dotar de herramientas pedagógicas y de capacitación con perspectiva de paz, así como de elementos y técnicas de educación popular a los educadores, profesores, egresados de escuelas de artes, gestores comunitarios, artistas, directores de escuelas y de grupos musicales para niños y jóvenes, de tal forma que aportando desde la creatividad y experiencia de cada persona, compartiendo sentipensares y reflexiones, generando redes de colaboración que nos enriquezcan social y humanamente, podamos apostar a la humanización de las siguientes generaciones y de nosotros mismos y soñar con esa utopía que es camino y destino, que se llama cultura de paz”.
UV/Karina de la Paz Reyes Díaz