Los veracruzanos estamos viviendo la más trágica de las navidades de que tengamos memoria en la historia reciente. La escasez de recursos económicos para llevar a nuestros hogares los elementos más indispensables para contar con una cena, o una convivencia propia de estas tradiciones navideñas o para adquirir un juguete que regalar a nuestros hijos, hace que la violencia aumente en términos de asaltos y ataques a la sociedad a merced de la delincuencia que se ha desatado desde el inicio de la actual administración estatal con la presencia de miembros de peligrosos cárteles como son los Zetas y el CJNG, los que a pesar de tener fuerte presencia en el estado y de estar considerados por las autoridades de Seguridad Pública, no son molestados en sus actividades gozando de una criminal impunidad que les permite actuar sembrando el horror y la barbarie. No hay día que no haya un ejecutado, un secuestrado, un desaparecido, un asesinado en las calles, una balacera como si estuviéramos en guerra, lo que deja un clima de incertidumbre e inseguridad que jamás habíamos experimentado, menos en estas fechas que son de acercamiento familiar, de fiestas con motivo de la celebración del nacimiento del niño Jesús o por la terminación de un año. En los rostros de los ciudadanos se refleja la tristeza y la preocupación por no tener, a diferencia de años anteriores, dinero para convivir con los más cercanos, y por otra parte la preocupación por la integridad física de todos los que nos rodean que en cualquier momento pueden ser víctimas de la terrible violencia que se vive. Eso fue lo que nos trajo el cambio, jamás pensamos que era para empeorar.