Uno de los más grandes talentos musicales de una ciudad llena de talentos musicales, fue Sergio Martínez, el Picos. Además de extraordinario pianista y arreglista, siempre se sintió atraído por las bandas de formato grande; participó, dirigió y formó varias orquestas: fue pianista del Combo Ninguno, fue director de la Orquesta de Música Popular de la Universidad Veracruzana y de la Banda Municipal de Xalapa, formó una big band en la Facultad de Música; a finales de 2009, creó la orquesta Nuevo Proyecto.
Varias comenté que Picos era el Charlie Parker xalapeño por el notable talento y la manera tan intensa de vivir; no había actividad que realizara con tibieza, «a medias tintas», mediocremente. Una personalidad como la suya no se permitiría una muerte tras un largo cautiverio en una cama, no consentiría hacinar cuerpo en los escombros de un accidente automovilístico, no haría pasar a nadie por el mal momento de encontrar su cuerpo abandonado en la soledad de una habitación; tenía que morir en plenitud, haciéndole el amor a la más profunda de sus pasiones, la música.
El 10 de febrero de 2010, con la orquesta Nuevo Proyecto ofreció el recital Para los amantes con motivo del Día del amor y la amistad. No iba a interrumpir el concierto, lo dio completo; el encore fue el momento elegido para arrancarle al piano las últimas notas en un teatro lleno, pletórico de emoción melómana. Murió de la única manera posible, entre música y aplausos.
Hace algún tiempo escribí una décima que hoy retomo para conmemorar los primeros días de la orquesta que el jueves 8 de diciembre celebrará su décimo aniversario: Xalli Big Band [Ver: El jueves, Xalli Big Band celebrará su décimo aniversario].
Si la última visión,
si lo último escuchado
es el acorde tocado
al final de la función;
si morir es condición
(con el piano por sudario)
para hacer que el escenario
logre vencer a la muerte,
bienvenida sea tu suerte,
el jazz será tu santuario
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