“No se sabe si la ausencia de la diputada fue por su hígado o por una lobotomía”. Hugo…

Lo único positivo que vimos el pasado domingo durante la celebración que se organizó Andrés Manuel López Obrador por el primer año como presidente de México, es que no hubo confrontación entre los que no están de acuerdo con su forma de conducir el país, que marcharon por el rumbo del monumento a la Revolución, y los que fueron (la mayoría acarreados) al festejo en la plancha de el Zócalo.

Lo peor que puede hacer un estadista es confrontar a la sociedad, quien lo hace usa ese recurso para ocultar deficiencias en su administración, como pasa con el presidente de Morena. La misma escritora Elena Poniatowska, una de sus incondicionales en todos estos años de lucha por el poder, ha criticado a López Obrador por etiquetar a los mexicanos entre “Fifís” y “Chairos”, ambos calificativos circulan en las redes entre los que están en contra y los que defienden las políticas del régimen.

A México lo ha metido López Obrador en una mecánica de polarización muy peligrosa, tanto, que nos puede llevar a enfrentamientos entre civiles alentados por el fanatismo que inspira en unos AMLO y la desaprobación de los que piensan, con análisis serios, que el rumbo por el que lleva al país no es el correcto.

Los que votamos por un cambio dentro de la corriente del movimiento ciudadano que encabezó AMLO, lo hicimos ante el rechazo que sentíamos por un gobierno (priistas y panistas) compuesto por corruptos a los que había que echar del poder para dar paso a una verdadera transformación. Lo hicimos convencidos de que con un cambio vendría la justicia contra quienes nos dejaron un país empobrecido y dentro de una espiral de violencia en la que mucho tenían que ver, como cómplices de los criminales, los políticos en el gobierno.

A un año de distancia no ha pasado nada, al contrario, la pobreza aumentó y los corruptos andan por el mundo disfrutando de lo que robaron de las arcas públicas o de negocios que hicieron al amparo del poder. Por ahí deambulan Carlos Romero Deschamps, Enrique Peña Nieto, todo el grupo Atlacomulco, punta de bandidos; Miguel Ángel Yunes Linares, Miguel Ángel Osorio Chong, Manlio Fabio Beltrones Rivera, Vicente Fox Quesada, a la maestra Gordillo la exoneraron de los delitos que la acusaban, Javier Duarte de Ochoa está a punto de obtener su libertad y los principales jefes de las bandas delictivas gozan de impunidad porque al gobierno no le interesa atraparlos y dejarles caer todo el peso de la ley por los crímenes que han cometido.

Eso es parte de lo que nos ha decepcionado a muchos mexicanos que votamos por AMLO, y nadie puede impedir que lo digamos y que externemos nuestros puntos de vista, como también nosotros respetamos a los que están de acuerdo con la situación que se vive y consideran que el presidente va por el rumbo correcto.

Las sociedades en el mundo o son conservadoras o son liberales, México no puede ser la excepción y lo menos que esperan unos es que los otros respeten su forma de pensar.

Los conservadores, como la palabra lo dice, no como peyorativamente los llama López Obrador, son los que deseamos que las cosas buenas se conserven, que las instituciones de la república sigan ahí sirviendo a los mexicanos, mejoradas con personas que estén al frente y que den buenos resultados, mexicanos honorables y capaces que los hay muchos, no improvisados como los quiere López Obrador, que solo tengan un diez por ciento de experiencia en la encomienda que les dan y un noventa de honestidad, no, lo ideal es como dice el insigne abogado veracruzano Ignacio Morales Lechuga, que tengan un cien y un cien, eso es lo correcto.

Los conservadores queremos que sigan ahí nuestras universidades, fortalecidas, formando los cuadros de profesionales que el país requiere en cada una de las áreas de la ciencia y la ocupación, no debilitarlas recortando sus presupuestos. Queremos conservar la paz y la tranquilidad social, con la formación de cuerpos policíacos profesionales, bien pagados, comprometidos con la sociedad.

Queremos que el sector salud vuelva a ser eficiente, que sirva a quienes tienen la necesidad de una consulta, una medicina o una intervención quirúrgica. Por supuesto que queremos conservar nuestras tradiciones y nuestra cultura, nuestros centros turísticos que representan ingresos para miles de mexicanos, y en fin queremos que el país rescate su prestigio como productor y exportador.

Que no tuerzan los objetivos fundamentales para decir que se quieren conservar los vicios, las prebendas, los beneficios, la miseria de los que jodidos, no por supuesto que eso no está en el ideario de quienes queremos ver a este país en mejores condiciones en todos los sentidos.

Y a los liberales, los que quieren que la riqueza se distribuya entre todos aunque la mayoría no tenga derecho a ella porque no trabaja, porque no cuenta con los conocimientos suficientes para estar al frente de un cargo público, que se desgarran las vestiduras para que el estado permita el aborto, el consumo de todo tipo de drogas, que no castigue a quienes asaltan, secuestran, extorsionan y asesinan, bueno, pues con ellos no estamos de acuerdo y es cosa de decirlo, platicarlo, tal vez debatirlo, pero siempre dentro de un ambiente de civilidad.

Ya serán las mayorías, como pasó con López Obrador, las que decidan en las urnas que tipo de gobierno prefieren y si el elegido no cumple con sus promesas, engaña y traiciona pues a combatirlo, esa es la democracia.

Fueron más los acarreados   

Nos hacen la observación, muy pertinente, de que en la plancha del Zócalo caben cien mil personas paradas y, según las imágenes que transmitió CNN, en el  90 por ciento del espacio colocaron sillas por lo tanto, la cantidad de personas que ahí estuvieron ocupando una de las sillas fue de un máximo de 50 mil. Además, en las tomas abiertas se nota que en las calles aledañas a la plaza de el Zócalo no hay gente.

Datos de la Secretaria de Seguridad Pública de la Ciudad de México dan como asistencia 200 mil personas Lo que es falso. La realidad fueron entre 50 mil y 60 mil personas.

Por otra parte, la manifestación en contra del presidente AMLO, según  reportó la Secretaria de Seguridad Pública de la ciudad de México fueron alrededor de 20 mil personas, lo que es completamente falso. La explanada del monumento a la Revolución se ve llena y la periferia también. Las mismas tomas de CNN se ven aproximadamente entre 40 mil y 50 mil personas, cifra manejó esta televisora, pero además en muchas ciudades del país se manifestaron como en Boca del Río donde la asistencia anduvo por las dos mil paisanos; también las hubo en Xalapa, en Mérida, en fin, en decenas de ciudades, y en ellas hubo mexicanos que no están a favor de AMLO.

La conclusión que se obtiene de estos datos es que fue superior el número de mexicanos que protestaron, que los acarreados que le aplaudieron al Presidente.

Los números y las imágenes no mienten, los Morenos están confiados en la percepción que el gobierno da a conocer, periódicamente, sobre la aceptación del gobierno y los resultados de las encuestas y ambas herramientas son manipulables.

Reflexión

El anuncio que hizo ayer el Presidente sobre dar a conocer un “¿Quién es quién?” en los gobiernos de Morena, puso nerviosos a más de dos en el palacio. Lo cierto es que AMLO sí sabe del valor de la información política, tanto que la tiene a la mano, se la procesan permanentemente, por eso es que estamos seguros que, de todos los problemas que hay en Veracruz está bien enterado.

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