Misantla, Ver.- La desidia mostrada por las autoridades municipales y la falta de compromiso del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), han sido factores determinantes para que algunas de las zonas arqueológicas más importantes de esta región se mantengan en un total abandono, corriendo, inclusive, el riesgo de desaparecer.

Entre las maravillas asentadas en esta región y de las que más olvidadas se encuentran, está la zona arqueológica de Paxil, ubicada en la congregación Morelos; lugar que, según datos históricos, fue una antigua urbe que dominó el rico panorama cultural del Totonacapan mexicano y guatemalteco durante el periodo cronológico del Posclásico Mesoamericano, que abarca del 450 al 1500 de nuestra era.

Abandonada, cubierta de maleza y con algunas plazas completamente destruidas por la mano del hombre es como se encuentra actualmente la zona arqueológica de Paxil, que comprende al menos 577 sitios, de los que apenas 11 han sido excavados.

Los 50 montículos que hay son edificios grandes, medianos y pequeños, distribuidos entre plazas, en un elegante y regio ordenamiento urbano.

En el área destacan tres edificaciones: la pirámide o edificio de «la Palma» (llamada así porque ahí se encontró una figura de cerámica de las llamadas «palmas»); el edificio «D» y la pirámide «I», la más alta de todo el conjunto.

Paxil ocupa una superficie aproximada de 150 metros de ancho, en dirección este-oeste, por poco más de 1,500 metros de largo, en dirección norte-sur. Sobre este eje hallamos largas plataformas, en las que se desplantaron edificios menores, articulados por la presencia de amplias plazas y juegos de pelota.

En un recorrido por la citada zona se pudo constatar cómo la vegetación y el abuso de algunos pobladores, que se ostentan como propietarios de esas tierras, han permitido la destrucción de algunos de los centros ceremoniales más importantes que ahí fueron construidos; en algunos de ellos se han construido viviendas y muchos materiales pétreos han sido usados para edificaciones y muros, es decir que las pirámides que en la época prehispánica sirvieron para rendir culto a los dioses, ahora se han convertido en el cimiento de varias viviendas.

Pero el abandono no sólo se limita al antiguo sitio, sino también al camino que conduce a la congregación en la que se encuentra ubicado que, a pesar de las múltiples promesas de reparación de parte de las autoridades municipales, hasta hoy se mantiene completamente deteriorado y en algunas partes es casi intransitable.

Paxil, lugar mítico y paradisíaco de donde provenían todos los tipos de maíz, aún cobija grandes maravillas. Sin embargo, los proyectos de recuperación prometidos por pasados y actuales funcionarios, entre ellos el mismo alcalde, no han pasado de ser sólo eso, y mientras tanto, el lugar permanece totalmente abandonado.

Especial/Gilberto Viveros

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