Y sigue la mata dando
en esta historia jazzera.
Ania vio una nueva era
cuando fue multiplicando
su sonido. E integrando
las artes en una sola
hizo crecer una ola
muy latinoamericana
que bañó a Dominicana,
y hoy la unidad enarbola.

Luego volvió a su país
y siguió con la tarea
de dar sentido a la idea
de cultivar la raíz
pasada por el tamiz
de los cánones actuales.
Colectó esos materiales
y con talento y trabajo
fue construyendo un legajo
de voces originales.

Para encontrar su sonido,
tomó la música clásica
y también la idiosincrásica,
las juntó y les dio sentido.
Cuando lo tuvo asumido
—como es bastante tenaz—,
quiso lograr algo más:
musicalizar sus sueños
con los ritmos caribeños
y la libertad del jazz.

La libertad, la inclusión,
la interacción de culturas,
las sonoras aventuras,
la innovadora expresión,
la amplitud de la visión,
la creatividad del jazz,
son las cosas que, además,
del tesón y la paciencia
fueron forjado la esencia
de la jazzista Ania Paz.

La flor de la candela

Cuando terminé la maestría, me quedé viviendo unos años más en Filadelfia. Ya como intérprete y compositora, fundé un grupo y la verdad es que eran muy buenos músicos y tocábamos mucho, pero sentía que algo faltaba porque yo le había impregnado mucho a mi obra los ritmos latinos y en Filadelfia no hay tantos músicos latinos; más adelante he ido muchas veces a Nueva York y ahí sí he conocido muchos músicos que conocen el lenguaje.
Había ido muchas veces a Santo Domingo de visita, pero cuando me invitaron a tocar, interactué con músicos dominicanos, me di cuenta de que sentían este lenguaje rítmico y sentí la necesidad de tocar con músicos latinos, eso me faltaba en mi formación. Tuve ganas de formar mi grupo ahí, lo hice y empecé a tocar con ellos, así fue como comenzó todo.
Estuve mucho tiempo en Santo Domingo e hice grandes proyectos, por ejemplo, tuve la oportunidad de tener un proyecto propio de la mano del departamento cultural del Ministerio de Turismo y de varios patrocinadores que tuve y que agradezco como Ron Brugal, Cervecería Presidente, etcétera. Se llamaba Ania Paz Jazz Series, era una producción que apoyaba la creatividad y transmitía varios valores de los artistas al público. Era multidisciplinaria, integraba poesía, multimedia —yo misma me hacía cargo de los efectos multimedia—, era interactiva, hacía que el público participara; también transmitíamos ciertos mensajes, como te decía, de los valores del artista para inspirar al público, siempre me ha gustado integrar a mi trabajo ciertos mensajes de valores universales.
Lo de la creatividad también era muy importante, entonces integrábamos otros estilos al jazz. El eslogan era «Ania Paz Jazz Series, una nueva manera de sentir el jazz» y básicamente hacíamos que todo pudiera ser parte del jazz. Era una vez por mes y en cada edición integrábamos y creábamos nueva música con otros artistas, desde el punto de vista del jazz. Todo era empujar hacia la creatividad y tenía un efecto constante en la gente, por ejemplo, los percusionistas crearon una nueva obra de percusión; todo mundo se sentía inspirado a crear, yo misma toqué el bajo un día y yo no soy bajista, era como atreverse a crear cosas nuevas todo el tiempo.
Le poníamos número a cada edición y al final del año hacíamos una edición especial que era una recapitulación de todos los artistas invitados, porque eran muchos, todo el tiempo había artistas de jazz, de merengue, de música popular, de rap, cantautores, de todo, pero siempre bajo el concepto de la creatividad.
Luego me contrataron de las Naciones Unidas para hacer un proyecto similar pero mucho más grande y ahí ya tuve a mi cargo bastantes músicos, tres elencos de baile, toda la escenografía artística. Tengo una amiga, Yanela Hernández, que también hace sus espectáculos multidisciplinarios, es declamadora y actriz y utiliza las técnicas del teatro en la declamación, con ella también coproducíamos proyectos de ella y proyectos míos. Otro colaborador del proyecto fue David García. La verdad es que en Santo Domingo he hecho cosas muy lindas.
Primero formé un grupo que se llamaba Ania Paz Cuarteto de Jazz, después le puse Ania Paz Jazz Ensamble, pero siempre fue un cuarteto de piano, bajo, batería y percusión. Ese era el grupo con el que más tocaba, pero ahí también dirigí bandas más grandes con vientos, con mucha percusión. He hecho varios proyectos pero con el que más he tocado y grabado es el grupo de cuatro y en una época viajaba regularmente Nueva York para tocar, también fui a California, estuve en el TCI San José Jazz Festival y en San Francisco, en el área de la bahía.
Después de haber hecho esas presentaciones, me convertí en mamá y dejé de viajar un poco, pero sí seguí tocando mucho. En República Dominicana he tocado por todo el país, es un país pequeño pero todos los músicos tienen bastante demanda en todas partes, entonces viajábamos mucho dentro de la isla y eso era manejable para mí como madre, pero cuando mi hija estaba pequeña, no quería irme lejos.
Más adelante hice muchos viajes a Perú, fui a varios festivales de jazz con los músicos dominicanos del grupo que dirigía, también fui a tocar a un festival en la isla de Guadeloupe, que pertenece a Francia.

Veredita que te arrujazz / con tafetanes jazzeados

Volví a Perú hace seis años, yo no me visualizaba regresando al Perú porque ya estaba muy alejada, fueron muchos años los que estuve fuera, pero lo hice y fue como comenzar de nuevo. Hice una edición de Ania Paz Jazz Series. Cambié a formato de trío piano-bajo-batería, lo cual ha sido muy lindo también porque cuando somos tres hay un sonido transparente, un poco más abierto y me permite jugar con otros colores y otra libertad. Me ha gustado el trabajo con el trío, además, he conectado con Franco Alcázar, el baterista, y ahora con Eduardo Peña, el bajista chileno. Es un poco extraño porque estamos en dos países diferentes, pero ya hemos hecho muchas cosas juntos. En Perú toco con diferentes bajistas peruanos, ahorita estoy tocando con Adrián Muñoz. Viviendo en Perú, he recibiendo otras influencias, eso ha sido también muy enriquecedor para mí, creo que ha sido linda esa interacción y poco a poco el trío se ha ido estableciendo así.

Es un caminito alegre, con luz de cuna y de soul, que he de recorrer grabando…

Todos los discos que he grabado han sido con mis composiciones. Hice cinco en Dominicana, el primero fue Meta Arara, en esa época tenía un cuarteto formado por un percusionista cubano que ya murió, Hipólito «Semilla» Ortiz, Monchi Rivera en el bajo y Wellington Valenzuela en la batería. Texaco nos patrocinaba, ellos nos apoyaron para hacer el disco y nos hicieron un lanzamiento muy bonito.
Después grabé una Mujer Feliz, ese lo hice con formato de cuatro vientos y sección rítmica. Lo hice con un formato más grande porque mucho tiempo estuve tocando con una banda de nueve o diez músicos y era muy bonito. Me encanta arreglar para muchas voces, es más difícil moverse, coordinar todo, pero me encanta hacerlo y he escrito bastante para big band y he hecho cosas de latin jazz sinfónico experimental.
Después, con el grupo Ania Paz Jazz Ensamble en el que estaban Juamy Fernández en la percusión, Félix Cabral en la batería y Virgilio Féliz Junior en el bajo, grabé, primero, un disco que se llama Ania Paz Jazz Ensamble, está en Spotify. Luego grabé Festejo Dominicano. El festejo es la música típica del Perú, pero viajamos allá, todos ellos aprendieron a tocar cajón y cuando regresamos integramos todo y todos tocamos cajón (risas), yo tocaba el piano sobre el cajón, el bajista tocaba sobre el cajón, todos tocábamos así, y teníamos momentos de cajón, cajita, campana, entonces le llamamos Festejo Dominicano, también está en Spotify.
Después grabamos The Piano has been Thinking, ese fue justo antes de mudarme a Perú y lo dediqué a mi profesor de Alemania, Günther Herzfeld. Él me apoyó toda la vida, después de graduarme seguimos siendo amigos, me apoyaba en todo y tuve el privilegio de acompañarlo hasta que murió porque justo poco tiempo antes de que muriera estuve en Alemania y estuve muy cerca de él, y aunque te parezca mentira, esos fueron los momentos en que sentí que él me transmitió más sabiduría que nunca, por eso te digo que fue un privilegio estar cerca de él todo ese año. Cuando se nos fue, le hice este homenaje y recibí el apoyo de la embajada de Alemania. En el lanzamiento del disco le hicimos un homenaje precioso: recopilé información de todos los que habían sido sus estudiantes en esa época, todos mandaron palabritas, contaron experiencias con él, la verdad fue muy emocionante.
Después de eso, me mudé a Perú y grabé dos discos: Dos Mundos, que fue grabado en Perú y República Dominicana, ese fue el inicio de este proyecto de que cada disco refleje dos países. El siguiente fue Fortaleza, a ese proyecto le llamamos Perú Chile Jazz porque está Eduardo. Esos son los dos discos que hemos traído ahora a México. Lo que sigue es hacer un disco que refleje el acercamiento entre México y Perú a través del idioma universal del jazz..

 

(CONTINÚA)

 

PRIMERA PARTE: Déjome que me cuentes, limeña.
TERCERA PARTE: Noche que huele a jazzmín
VER TAMBIÉN: Ania Paz, la voz actual de América Latina | Noveno Festival Internacional JazzUV / V

 

 



 

 

 

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