Ayer, mientras los líderes del mundo -unos 150 jefes de Estado y de Gobierno que participan en la Asamblea General de Naciones Unidas- discutían sobre los más diversos temas para el sostenimiento del caótico orden internacional, el Presidente López Obrador prefirió dedicarle algunos minutos de su tiempo al ex fiscal veracruzano Jorge Winckler y las órdenes de aprehensión que pesan en su contra.

Hace algunas semanas, el mandatario había anunciado que no asistiría a la reunión cumbre de la ONU en Nueva York –de hecho no ha salido de México desde que tomó posesión como Presidente de la República-, lo que tiene un alto costo para el país en materia de relaciones internacionales.

No sólo se trata de la cumbre mundial sobre cambio climático, sino además se analiza la amenaza de la desaceleración económica por la guerra comercial entre EE UU y China, el Brexit -a un mes de que el Reino Unido salga de la UE- o la tensión en medio oriente tras el ataque a instalaciones petroleras de Arabia Saudita hace una semana. Todos estos eventos tienen un impacto directo en nuestra economía local.

En realidad, la cumbre también sirve para impulsar acuerdos comerciales, mejorar la cooperación científica-tecnológica y promover la imagen de México en el exterior; se celebran cientos de encuentros bilaterales que sirven para un sinfín de objetivos.

A cambio de eso, López Obrador prefirió sumarse al linchamiento mediático en contra del ex funcionario veracruzano hoy prófugo. Confirmó que la Fiscalía General de la República tiene orden de aprehensión -con lo que suman tres en total-, pero que este tema no estaba en su ámbito de competencia. No obstante, no desaprovechó la oportunidad de referirse a Winckler como aquél que “actuaba como Procurador de Veracruz”, figura que ya no existe.

El resto de la mañanera, el Presidente la ocupó para distraer la atención sobre Pemex y la reforma energética, la defensa de sus aliados de la CNTE –a quienes reconoció el derecho a manifestarse que le ha sido negado a otros grupos-, y a justificar los escasos resultados de la Guardia Nacional. La tarea de representar al país en la Asamblea General de la ONU se la dejó al canciller Marcelo Ebrard –quien ya hace pininos como aspirante presidencial- y al doctor Juan Ramón de la Fuente, embajador mexicano ante la Organización.

López Obrador es profundamente ignorante de las relaciones internacionales, por ello no le interesa la política exterior. Son muchas las razones que impulsan al presidente a establecer un renovado aislacionismo como la actual diplomacia de México.

Algunos lo atribuyen a la poca comprensión que tiene del escenario internacional, unos más a su escasa preparación académica y la dificultad que le representa no hablar ningún otro idioma, y en general, a un trasnochado nacionalismo sobre lo que deben ser las relaciones internacionales contemporáneas. Producto de estos tres factores, el Presidente cree que son mayores los beneficios de separarse de la comunidad global.

Otra de las razones de la ausencia del Presidente mexicano en la ONU también se refiere a la ríspida relación que ha tenido con el organismo. En julio pasado, durante una visita a Zongolica, López Obrador rechazó la recomendación de la Organización de las Naciones Unidas sobre cuidar señalamientos a los medios de comunicación.

“Aunque vengan recomendaciones de la ONU para que no digamos que Proceso es una revista conservadora, vamos a seguirlo diciendo. El que no contribuya a la transformación de México, el que está a favor de mantener el inmovilismo y el statu quo es conservador”, dijo en medio de un auditorio predominantemente indígena que no tenía idea de qué le estaban hablando. Pero lo tenía que decir y lo dijo.

Esta posición que desconoce la autoridad cedida por los estados miembros a la Organización, más la ausencia en los principales foros internacionales –incluyendo la Asamblea General- estaría dinamitando la intención de México de formar parte nuevamente del Consejo de Seguridad del organismo.

Su asistencia a la cumbre pudo haber sido el último requisito para lograrlo, toda vez que la mayor parte de los países de Centro y Sudamérica han expresado apoyo a su candidatura. Además, habría tenido la oportunidad de establecer un diálogo directo y sin intermediarios con el Presidente Donald Trump, cuyas imposiciones siguen sometiendo la política migratoria de nuestro país.

Para eso sirven los foros internacionales, aun cuando el Presidente asegure que no necesita salir al extranjero. El aislacionismo nunca ha sido una buena alternativa. López Obrador debe entender que el mundo no empieza en Macuspana y termina en la plancha del Zócalo capitalino.

Las del estribo…

  1. A pesar de la indiscreción de los asesores parlamentarios, no fallaron los pronósticos: Delia González Cobos y Cecilia Coronel Brizio encabezan la terna para ocupar la titularidad del Orfis. Lorenzo Portilla tendrá que hacer maletas a pesar de que hace algunas semanas sentía que la reelección estaba amarrada. La versión de que Sergio Vásquez iría a la Contraloría del Estado no es más que un buen gesto de sus amigos. Mercedes Santoyo no es encargada de despacho, fue designada por el Gobernador. ¡Lástima, Margarito!
  2. Roznidos. Dice la Secretaria de Turismo, Xóchitl Arbesú Lago, que ella tiene “otros datos” respecto a la caída en el sector que han expresado hoteleros de la zona conurbada en Veracruz. En realidad no tiene datos, tampoco vergüenza. Es el mejor ejemplo de la improvisación y arrogancia de algunos miembros del gabinete morenista que siguen pensando que la fortuna les sonreirá siempre.