Para Xyoli Pérez Campos, la jefa del Servicio Sismológico Nacional (SSN), dedicado al monitoreo de los movimientos telúricos que ocurren en México, durante el terremoto del 19 de septiembre de 2017, del cual se cumplen dos años este miércoles, la sociedad falló en aquel momento, ya que no se encontraba preparada para un evento de tal magnitud a pesar de vivir en un país con una alta sismicidad.

«Como sociedad, sí fallamos. Nos nos preocupamos por revisar que estuviéramos preparados. Siempre he pensado que uno como ciudadano, si ves que no te están dando lo que necesitas, hay que hacerse de ello, porque es la seguridad y protección de cada uno. Si no sabes, vas y preguntas, no te sientas a esperar», declaró en una entrevista con Infobae México.

A dos años del sismo del 19-S, que dejó 369 víctimas y miles de damnificados en la Ciudad de México y el centro del país, la investigadora del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a la que pertenece el Servicio Sismológico, considera que falta información y políticas de educación en el tema.

«En mi trabajo también me toca hablar con legisladores para plantear la importancia del Sismológico, y yo creo que los políticos están tan preparados en el tema como cualquier ciudadano. Hace falta más información y que logremos comunicarnos mejor, qué son los sismos, cómo es el fenómeno», destacó.

Pero la doctora en Geofísica por el Instituto de Tecnología de Stanford, en California, no cree que toda la responsabilidad recaiga sobre la ciudadanía. «Es compartida, en muchísimos niveles: debe venir el interés del ciudadano por informarme, pero también con políticas de educación, es un tema que debe estar más arraigado en las escuelas, incluso los que trabajamos en el tema, debemos hacer más divulgación», aceptó.

Cuestionada acerca de los mitos más recurrentes sobre los movimientos telúricos, Pérez Campos no duda en contestar. «Quizá la mentira más peligrosa y recurrente es decir que se pueden predecir», afirmó.

«Todas las semanas hay una nueva predicción, y es peligroso porque hace creer a la gente que eso se puede hacer y que la gente entre en pánico, es una situación complicada», agregó.

Pérez Campos dirige el Sismológico Nacional desde 2014. El Servicio, la más importante fuente de información durante un sismo para los mexicanos (que da a conocer dónde ocurrió, además de otros detalles importantes, como la magnitud y la profundidad), no es para cualquiera.

«Es lo que dice mi colitis», dijo con una sonrisa. «Es mucho estrés, es un trabajo que requiere que esté al pendiente de muchísimos aspectos, no nada más lo que se ve. Se trabaja con gente del campo, pero también con las autoridades, con científicos. Al final, hay que tener una visión amplia y saber el lenguaje de cada uno de ellos, saber tratar a la gente. Requiere un temple muy especial», explicó.

Para Pérez Campos, el trabajo no termina nunca. «Me lo recuerda este radio con el que cargo 24 horas al día. Sí me quedo dormida, porque sé que el aparato suena tan fuerte que me va a despertar si hay algo de lo que me debo enterar», aseguró.

Pero sus labor no terminan ahí. Además de las 25 personas a su cargo, más los becarios, que se encuentra monitoreando sin descanso cualquier sismo que pueda afectar a los mexicanos, Pérez Campos se divide entre su familia y sus perros, sus clases en la Facultad de Ingeniería, el gimnasio, las juntas obligatorias, los pendientes administrativos, las propuestas para la financiación de nuevos proyectos, la investigación e incluso la edición de la revista de la Sociedad Sismológica de América.

«Me despierto a las 4:30 de la mañana y llego como a las 8:30 a trabajar. Dependiendo del día, me voy a mi casa a las 18:30 o después de las 21:00 horas», detalló.

Pero la mujer ha deseado estar en este lugar desde que era una niña. «Cuando era más chica, antes de los 14 años, mis papás me trajeron al Sismológico y yo dije ‘aquí quiero estar’, y aquí estoy», presumió con orgullo.

Sobre las dificultades para llegar a su cargo en un campo, como muchas de las ingenierías, ocupado en su abrumadora mayoría por hombres, Pérez Campos cree que «todo es relativo». «Para mí fue fácil, porque es lo que me gusta y porque era un objetivo de mi vida trabajar aquí. Me dediqué a eso y lo logré», zanjó.

El terremoto del 19 de septiembre

Uno de los días más difíciles, no sólo para la jefa del Sismológico, sino para los mexicanos en general, fue aquel 19 de septiembre de 2017. Y, como para todos, el día empezó de manera rutinaria y con el recuerdo de otro gran sismo.

«Ese día empezó para mí con ejercicio por la mañana. Estuve en la oficina, realizamos un par de actividades, un simulacro por el sismo del ’85, y después salí a media mañana a una entrevista para recordar aquel terremoto», explicó Pérez Campos.

La mañana del 19 de septiembre de 1985, un sismo de 8,1 grados, con un epicentro en el Pacífico, cerca del estado de Michoacán, provocó el centro y suroeste del país, principalmente la capital mexicana, donde provocó destrozos e incontables muertos y heridos, en un lugar donde no había protocolos ni políticas de prevención.

Treinta y dos años y unas horas después, a las 13:14 horas (tiempo del centro de México), un nuevo sismo remeció nuevamente el centro del país, incluida la Ciudad de México. «Por cómo lo sentí, dije ‘fue grande y puede estar afectando la capital severamente'», confesó Pérez Campos.

La investigadora se encontraba saliendo de la estación de metro de Ciudad Universitaria, a unos cinco minutos de las instalaciones del Sismológico. «inmediatamente recibí la información en mi radio y de inmediato corrí para el edificio», relató.

Pérez Campos apenas volvería a su casa dos días después. «Desde que llegué, atendí medios y revisé de manera constante la información. Afortunadamente fue un movimiento fácil de calcular, la información salió muy rápido», detalló.

Esto fue posible debido a que, el 7 de septiembre de 2017, unos días antes, un sismo de 8,2 de magnitud, con epicentro en el Golfo de Tehuantepec, a más de 130 kilómetros de Chiapas, en el sur del país, había también remecido a la capital, y cientos de réplicas desde entonces se habían sentido en la zona. A causa de dicho sismo, 102 personas perdieron la vida en Oaxaca, Chiapas, Tabasco.

«Traíamos una actividad muy intensas desde el 7 de septiembre, pero de todos modos tuvimos que trabajar muchas horas con los muchachos. Pero también de atención constante a los medios, es importante salir a dar a conocer toda la información que tengamos», añadió.

Pérez Campos asegura, a pesar de que no tiene contacto directo con el presidente mexicano, que nunca ha sido presionada por ninguna autoridad en su trabajo como cabeza del Sismológico. También descartó que el Servicio haya sido parte de las políticas de austeridad de Andrés Manuel López Obrador, ya que, al pertenecer a la UNAM, el presupuesto viene desde la Rectoría.

Los retos del futuro

Pero Pérez Campos también mira al futuro. Advierte que la investigación sísmica en el país necesita «más espacios, plazas». «Hacen falta investigadores en sismología en el país. Tengo una base de datos con apenas 80 nombres en un país donde se reportan más de 30,000 sismos al año», explicó.

Pero no es el único problema que enfrentarán en los próximos años. «Sí hay generaciones que estarán próximas a estar listas, jóvenes que se están formando en el país y en el extranjero, que en unos dos o tres años van a querer regresar e incorporarse a alguna institución. Ahí es donde veremos si se puede, dónde y cómo», dijo.

Ese, precisa, es el problema en el corto plazo. En el mediano, las generaciones que vienen detrás. «Los sismólogos mexicanos son de generaciones mayores, entonces empezaremos a ver jubilaciones y retiros que dejarán espacios que necesitaremos cubrir», comentó.

«Hay una brecha generacional fuerte en la sismología mexicana. Vamos ver que pronto esa gente se va a ir y no vamos a poder ocupar esos lugares en los próximos años si no nos ponemos a formar a más gente», añadió. «Ahora mismo necesitamos nuevas plazas, pero después vamos a necesitar más sismólogos», resumió.

Una posible solución para la falta de plazas es la construcción del Centro Alterno de Monitoreo en la ciudad de Pachuca, en Hidalgo, unos 86 kilómetros al norte de la capital mexicana.

«Buscamos tener redundancia en todas nuestras operaciones. El Centro se diseñó con características similares a las que se tienen aquí en el Sismológico, para que sea de una manera un espejo que opere a la par y tome el mando en caso de eventualidades», explicó la experta.

«Necesitamos poder garantizar que, ante cualquier cosa que pueda pasar aquí, va a haber otro lugar que va a salir al quite para poder brindar información a la sociedad», señaló. «De tal manera que la gente no se entere de dónde viene la información pero tenga el dato de qué pasó», agregó.

«Esas plazas se están negociando ya con la UNAM para poder tener la operación cuando tenga», concluyó.

Los ejemplos chilenos y estadounidenses

«He estado en estaciones de Estados Unidos y de Chile», cuenta Pérez Campos. El país sudamericano tiene un Centro Sismológico Nacional que funciona de manera similar al de México: forma parte de la Universidad de Chile, está de la mano del Departamento de Sismología y el jefe del lugar viene de ahí, detalla.

«De los chilenos hemos tomado varios ejemplos en el ámbito operacional. También de Estados Unidos. Por ejemplo, tenemos problemas similares, nuestras estaciones se parecen, los equipos son los mismos, trabajamos de igual manera con los datos, entonces sí: siempre estamos buscando qué está haciendo el otro para ver si aplica en el caso mexicano y, si no, cómo lo adaptamos», dijo.

Y es que México cuenta con el mismo equipo y programas (software) de última generación que se usan en todo el mundo para analizar sismos. «Incluso las metodologías son muy parecidas», finalizó.

Ifobae.