Manuel Bartlett ha sido prácticamente todo, menos presidente de la república. Secretario de Estado en dos ocasiones, gobernador del estado de Puebla, senador, hoy representa -desde la dirección de la Comisión Federal de Electricidad (CFE)- el retorno del viejo PRI a la nueva transformación del país. Es el gatopardo que todo lo ha cambiado para seguir siendo el mismo.
Los episodios oscuros de su vida pública son de sobra conocidos, salvo para las nuevas generaciones que abrazan a la 4T como un acto de redención y esperanza. Desapariciones, represión, fraude electoral, una variedad de cosas y sospechas de delitos se encuentran en el Curriculum político del poblano.
También las leyendas son muchas: su participación en el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar y la consecuente prohibición de viajar a Estados Unidos so pena de ser presentado ante un Gran Jurado. Su responsabilidad en el homicidio del periodista Manuel Buendía a manos de uno de sus colaboradores.
Además, la operación de la mítica caída del sistema en la elección presidencial de 1988, lo que provocó el empoderamiento de una casta de tecnócratas que gobernaron por las siguientes tres décadas; su desempeño como secretario y gobernador tampoco estuvo exento de polémica. Hoy se encuentra en medio del huracán mediático –dentro de la 4T goza de cabal salud- a causa de una inmensa e inexplicable fortuna que a todos ofrende, menos al Presidente López Obrador.
Para el tabasqueño, los méritos de Bartlett son suficientes. En efecto, nunca se alineó a los gobiernos que sucedieron al de su principal adversario Carlos Salinas; peleó en contra de las privatizaciones de áreas estratégicas de Pemex y la CFE –mérito que le concedió su cargo actual-, y abandonó el PRI cuando ya no había más que sacar de ahí. Pero acaso lo que más le reconoce es ser el creador de la frase “la mafia del poder”, que ha sido la consigna del lopezobradorismo.
Ave de tempestades, la incorporación de Manuel Bartlett al gobierno de López Obrador fue sumamente cuestionada. Incluso, fue uno de los protagonistas de la renuncia de Carlos Urzúa como secretario de Hacienda, lo que confirmó que en la 4T vale más la complicidad que la lealtad. Logró sortear el vendaval hasta que un nuevo escándalo lo alcanzó: el de la corrupción.
Una investigación periodística titulada “Bartlett Bienes Raíces” puso en conocimiento a la opinión pública sobre su patrimonio personal, cuyo caso ya es investigado a regañadientes por la Secretaría de la Función Pública (SFP), luego de que había hecho una tibia exoneración, señalando que su declaración patrimonial estaba en orden.
De acuerdo con el reportaje de Arely Quintero –publicado en el sitio de Carlos Loret de Mola el pasado 28 de agosto–, Manuel Bartlett habría construido a través de familiares, empresas y aparentes prestanombres un “imperio inmobiliario” que consta de 23 casas y dos terrenos, propiedades que no fueron incluidas en la declaración patrimonial que el funcionario presentó en enero de este año, según se documentó en el reportaje.
Ha sido un obús en la línea de flotación de la 4T. La corrupción –fuchi, guácala- se ha presentado en las narices del Presidente. Tal vez por ello ha tenido que salir a defenderlo en más de una ocasión, lo mismo durante su Primer Informe de Gobierno que en su conferencia matutina de este miércoles.
López Obrador señaló que se siente muy satisfecho con el trabajo de Manuel Bartlett al frente de la CFE y aseguró que “me apoya en el propósito de limpiarla de corrupción”. Acusó que estos reportajes son creados por grupos de interés que lucraron durante los 36 años de la llamada política neoliberal, “entonces por eso los ataques a Manuel Bartlett”. De la pruebas presentadas por los periodistas nada dijo. Basta con descalificar a unos para santificar a otros.
Sin embargo, la historia está escrita. Para los ciudadanos, Manuel Bartlett está ligado al fraude y la corrupción. Cuando el Presidente en su mensaje se refiere a “la más inmunda corrupción pública y privada”, va incluido su director de CFE con sus 25 casas adquiridas con dinero del erario, ya que su única fuente de riqueza ha sido el servicio público.
Todo es un complot de los que antes saqueaban, dijo AMLO este miércoles para justificar la inmensa fortuna de Bartlett. A la feligresía de Morena bastaría con dar un “googlazo” para saber y entender qué es lo que defienden. Siguen tan miserables como la dejaron los gobiernos del PRI y el PAN en los que Bartlett fue protagonista, pero ahora son felices, felices, felices, reclamando el derecho a defender su propia podredumbre.
Pero ahora nada de eso importa. El Presidente se ha erigido en máximo tribunal y ha dictado el perdón.
Las del estribo…
- Lamentable lo que pasa en la SIOP. Ya entrados en septiembre, reconocen que ha ejercido apenas el 30% de los dos mil millones de pesos que tenían asignados este año. La consecuencia está a la vista: en el presupuesto 2020 se incluyen recortes que impedirá realizar la mitad de las obras que se tenían planeadas. Tal vez tenga razón la Federación: ¿Para qué quieren más dinero si no tienen idea de cómo gastarlo?
- El aumento a las agresiones a miembros de las Fuerzas Armadas hizo cambiar de opinión al Presidente. Ya dio su aval para que los militares hagan uso legítimo de la fuerza para defenderse, lo que infiere que, en efecto, había una instrucción para no responder al narco, que también es pueblo. En lo que va del año, se registraron más de un centenar de episodios como el que se vivió en Apango, Puebla. ¿Paz o más violencia? Corren apuestas…