Efectivamente el estado de Veracruz cuenta con 8,500 policías, de los cuales 5,900 son estatales y 2,600 son municipales, con base en información del Sistema Nacional de Seguridad Pública con corte al 30 de noviembre de 2018. Ello significa que los veracruzanos contamos con 1 policía por cada mil habitantes, o lo que es lo mismo, 100 policías (estatales y municipales) por cada 100 mil habitantes.

Como señalaron esta semana el Presidente López Obrador y el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez, a esa cifra del “Estado de Fuerza” estatal hay que sumar las corporaciones federales que ahora se concentrarán en la Guardia Nacional. El comandante de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio confirmó que en Veracruz se encuentran ya 2,500 elementos de esa nueva corporación federal.

Con ello se podría afirmar que en Veracruz actualmente contamos con 11 mil policías, lo que representaría aproximadamente 134 policías por cada 100 mil habitantes.

El Presidente López Obrador estimó que se tiene un déficit en la policía estatal de Veracruz del 66%. Suponiendo entonces que los 5,900 policías representan el 34% de lo que se necesita de “estado de fuerza estatal”, querría decir que nos faltan 11,450 policías, para llegar al estado mínimo óptimo necesario de 17,350 policías estatales para Veracruz, ya que el Modelo Funcional de Policía estima 180 policías por cada 100 mil habitantes.

Haciendo un comparativo con otras entidades federativas, muestro aquí algunos ejemplos tomando en cuenta únicamente la policía estatal, sin contar las municipales, que en el caso de Veracruz sería de 80 por cada 100 mil habitantes. La Ciudad de México es la entidad que cuenta con mayor número de policías, con 430 elementos por cada 100 mil habitantes. Tabasco tiene 190 por cada 100 mil habitantes, Yucatán 160, Campeche 150, siendo las que cuentan con más policías por habitantes. Y las que menos tienen son: Baja California con 30; Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro y Sonora con 40 policías respectivamente; Baja California Sur, Durango, Sinaloa y Chihuahua con 50 policías cada uno, por cada 100 mil habitantes. El resto de estados está entre 60 y 100 policías por cada 100 mil, haciendo una media nacional del total de estados de 100 policías por cada 100 mil habitantes.

A nivel internacional, ejemplifico algunos países para dar una idea de la situación de México, aclarando que estos números no sólo incluyen las policías estatales, sino también las nacionales y las municipales:

 

Ya en otro artículo anterior habíamos analizado que no necesariamente un mayor número de policías está directamente relacionado con un menor índice delictivo o de homicidios, y mostrábamos algunos ejemplos de esta relación: https://formato7.com/entre-el-derecho-y-el-poder-cuantos-policias-son-necesarios/

En ese artículo demostré que no necesariamente tener más policías se traduce en menos delitos o menos impunidad. Por ejemplo, países de Europa del Norte como Finlandia, Noruega, Dinamarca tienen una tasa de 0.1 homicidios por cada 100 mil habitantes, pero sus números de policías por cada 100 mil habitantes son mucho más bajos que la media mundial: Finlandia 130, Suecia 195, Noruega 210, Dinamarca 190. Por el contrario, países que tienen igual o más policías cuentan con mayores índices delictivos o de homicidios, como por ejemplo: Brasil cuenta con 220 policías por cada 100 mil habitantes, pero una tasa de 27 homicidios por cada 100 mil habitantes; Estados Unidos con 280 policías por cada 100 mil habitantes tiene una tasa de 9 homicidios por cada cien mil habitantes; o un caso extremo como el de Bahamas que tiene uno de los cuerpos policiacos proporcionalmente más grandes del mundo de 850 policías por cada 100 mil habitantes y un índice de homicidios de 37 por c/100 mil hab.

Así, sería erróneo concluir que necesariamente una mayor cantidad de policías significaría menos delitos, o que contar con más policías equivale a bajar los índices de impunidad. El problema es mucho más complejo, estructural y profundo.

Analizando esta tabla es imposible sacar conclusiones sobre la relación entre estas dos variables. Más bien la respuesta estaría en otros factores estructurales y sociales y, desde luego, sobre el modelo de policía, su funcionamiento, así como con las estructuras institucionales de procuración e impartición de justicia, ya que también es evidente que los crecientes niveles de violencia o de comisión de delitos tiene en la impunidad una de sus causas indirectas.

Por lo que toca al aspecto de crear un modelo óptimo de policía, la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana (Federal) y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, presentaron recientemente un Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica, que planea una perspectiva diferente para atender la problemática delictiva nacional.

En este Modelo Nacional de Policía destaca el énfasis que se pone en la labor de la policía municipal y de proximidad para orientarla a la solución de problemas y como facilitador de la vida social. Igualmente es muy interesante lo que se enmarca dentro de la Justicia Cívica y el trabajo en favor de la comunidad. Sin embargo, esta propuesta todavía no está concluida y queda mucho por hacer para su implementación.

Una cosa sí es segura para enfrentar la grave situación que vivimos en todo México y no sólo en Veracruz, necesitamos más policías bien capacitados, bien pagados y  valorados por la sociedad. Mientras existan situaciones como las que hemos vivido en los últimos días de violaciones a los derechos humanos y a la integridad de las personas por parte de la misma policía será más difícil remontar esta crisis.

Estamos metidos en un verdadero embrollo: tenemos un sistema de seguridad pública que todavía no queda claro cómo trabajará coordinada e interinstitucionalmente, un deterioro creciente de la figura de la policía, niveles de violencia y homicidio inaceptables, fiscalías que no sirven, un sistema de justicia penal estancado, y una criminalidad que cada día toma más la medida de todo lo anterior.

En 2003 cuando trabajaba en el primer grupo de análisis para estudiar y llevar a cabo la reforma procesal penal, saliendo de una reunión uno de los expertos mencionó: “lo increíble es que frente a todos estos datos, no es posible que no estemos peor”, y desde entonces hemos estado peor, nunca mejor. Así que tengamos presente esto: siempre, siempre se puede estar peor.

Como el meme que recientemente circuló en redes, en el que están dos personas conversando y una le dice a la otra: “-lo peor ya pasó”, y la otra pregunta: “-¿y ahora qué viene?”, y la primera contesta: “-la pos-peoridad”.