Si la enorme nómina burocrática no les alcanzó para colar a sus parientes, amigos y amigas, vecinos, socios, compadres y personas con las que sentimentalmente están ligados, los funcionarios del nuevo gobierno encontraron mediante la contratación de “asesores” la figura idónea para favorecer a inútiles que puedan tener acceso a los dineros públicos, en abundancia, aprovechando que hoy están en el poder porque oportunidades como esta solo se presentan una sola vez en la vida, sobre todo cuando se carece de capacidad para gobernar. Pues bien, resulta que, según información que ha trascendido y que no ha sido desmentida, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tiene en su nómina al menos 216 asesores en distintas secretarías, que cuentan con salarios de entre 20 mil y 100 mil pesos. Por ejemplo, la Secretaría de Relaciones Exteriores, encabezada por Marcelo Ebrard, tiene un equipo de 59 asesores. La pregunta que nadie ha contestado con coherencia vuelve a saltar: ¿ese es el gobierno de la Cuarta Transformación? Resulta que con gobiernos anteriores estábamos mejor cuando se suponía que estábamos peor. ¿Qué sentimientos deben influir en una persona que aspira a llegar al poder, a conducir los destinos de su comunidad?, primero que nada tener vocación de servicio y luego, enseguida, conocimiento de cómo hacer para administrar adecuadamente los fondos públicos, de manera que se devuelvan convertidos en obras de beneficio colectivo a los ciudadanos pero, además, tener un conocimiento muy claro de los principales problemas que aquejan a quienes pretende gobernar (se llaman prioridades) para idear las estrategias que sean necesarias a fin de resolverlos en cuanto se asuma el cargo, si el voto le favorece. En ese ínter hay que ir formando un equipo de colaboradores, a los que se invita a formar parte de un nuevo gobierno de acuerdo a la experiencia que tengan en cada una de las áreas de la administración pública, y rodearse de algunos asesores, gente experimentada, quienes vengan a dar solidez al trabajo de todo un gabinete. Pero si el gabinete es de improvisados y los asesores no sirven para maldita la cosa, nombrados solo para que cobren sin dar golpe, estamos fritos los gobernados. Y aquí cobra certeza la frase de Paco Ignacio Taibo II: “se las metimos doblada”.