“México está en una posición destacada en la región, ya que ha conseguido superar los 25,000 trabajos anuales de investigación con visibilidad internacional, eso en términos comparativos y para el tamaño del país, realmente es el lugar que le corresponde, lo que quizá no es tan alentador es que la distancia respecto de Brasil, por ejemplo, es muy importante, ya que este país lleva ya tiempo invirtiendo más de 1% de su Producto Interno Bruto, eso marca una diferencia importante”, destacó en entrevista el doctor Félix Moya, quien este jueves participó en el coloquio Principales Indicadores Cienciométricos y los Retos del Futuro para la Ciencia Mexicana.

Félix Moya, como representante de grupo Scimago, proyecto cuyo objetivo es revelar la estructura de la ciencia en los diferentes países, destacó que a pesar de promesas gubernamentales, hay una carencia presupuestal. “Esto no ha sido posible por el momento y es un reto que tiene que enfrentar el país”.

Contrario a esto, aseguró que “hay un cambio de actitud en el conjunto de la comunidad científica y académica”, con una mayor preocupación por el tema de ciencia en universidades públicas, privadas y centros de investigación.

Por ello, dijo, hay razones para pensar que el desarrollo será positivo si se mantienen de alguna manera las tendencias. Sobre el temor de los recortes al presupuesto, el investigador principal de Scimago reflexiona: “no creo que se produzca una reducción drástica, puede haber ajustes, como los que ya se han visto, incluso la desaparición de algunas partidas presupuestarias, pero esto indica por lógica que se podrán mantener e incluso incrementar otras”.

Respecto a las diferentes manifestaciones de la comunidad científica dijo: “A mí me parece que lo que se tiene son más efectos desde el punto de vista psicológico, que efectos reales. En este momento la comunidad científica está muy recelosa de que se pudiera estar haciendo una valoración negativa de cuál ha sido su actuación, cuando la comunidad académica y científicos en general vienen haciendo un esfuerzo notable por homologarse internacionalmente”.

Por ello, desde su punto de vista, sería bueno que en este momento se lanzaran mensajes positivos y también del terreno que queda por recorrer, pero principalmente de los logros, “porque si no se le reconoce a la comunidad el esfuerzo, se genera otro tipo de percepción”.

Agregó que cualquier nueva administración tiene derecho y obligación de hacer un planteamiento distinto, pero la cuestión es si eso se hace respetando lo que ya se hacía bien”.

Conacyt presenta estrategia

Coincidentemente, este mismo día María Elena Álvarez-Buylla, directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), ante distintos señalamientos sin atender con anterioridad de manera pública, presentó un informe general del estado de la ciencia en México.

Durante la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, la funcionaria señaló que el sexenio pasado se entregó a la Iniciativa Privada, casi la mitad del presupuesto de CTI (35,000 millones), lo que generó un déficit de 21,269 millones de pesos. “Sólo 37,423 millones de pesos se quedaron en instancias públicas. En contraste, la Iniciativa Privada aporta solamente 19% de la inversión nacional en CTI”.

Describió que, debido a las políticas del nuevo gobierno, hay un ahorro en el sector de 45.8%, principalmente en gastos de alimentación, viajes, eventos y arrendamientos.

Denunció que los excesos anteriores dejaron al descubierto la ciencia básica o de frontera, y puso como ejemplo el Consorcio Nacional de Recursos de Información Científica y Tecnológica (Conricyt), herramienta con la cual los investigadores tienen acceso a información que incide en la producción científica y tecnológica.

“Nos encontramos con una cuota que pagaba Conacyt de más de 550 millones de pesos, poco más del doble de lo que paga Alemania y que produce muchas veces más investigación científica que México, aquí había un dispendio que es una forma de corrupción, y lo estamos corrigiendo”.

Sobre el tema, en opinión del doctor Moya sí es necesario hacer ajustes, pero aseguró que tampoco es buena idea que se reduzca el presupuesto.

EL ECONOMISTA/Nelly Toche