Resulta que no se acuerdan en qué cajón la dejaron. El pasado 19 de marzo, el presidente López Obrador firmó una carta en la cual asentó la promesa de no reelegirse en su cargo en 2024, pero ahora no saben dónde está.

A los ojos del país entero, documento en mano, el tabasqueño se dijo maderista y partidario de los principios de sufragio efectivo y no reelección. Entonces como ahora, nadie se lo creyó, ni siquiera sus partidarios que desean perpetuar la 4T. Para muchos, la realización en el año 2021 de una consulta para la revocación de mandato no es más que la antesala de otra reforma: la de la reelección.

Cuatro meses después, la Presidencia asegura que no existe el documento de no reelección que el presidente López Obrador firmó públicamente durante una de sus conferencia de prensa, según ha respondido a una solicitud de información del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). ¿Se trató entonces de un gran embuste?

Claro que sí. Lo fue de origen. La carta en sí misma no tiene ningún valor legal cuando es una promesa política respecto de no cometer un acto que está expresamente prohibido. El artículo 83 de la Constitución mexicana dice que un presidente electo o interino «en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto».

¿En qué país del mundo el presidente firma por escrito no violar su Carta Magna? ¿Porqué firmar una “carta de intención” cuando la toma de protesta como Presidente exige precisamente eso, el respeto a la Constitución y las leyes que de ella emanen?

La Oficina de la Presidencia aseguró que no había encontrado dicho documento a pesar de haber realizado una “búsqueda exhaustiva”, según consta en el Recurso de Revisión RRA 3863/19, en el que el INAI determinó que con esa contradicción, la Presidencia “no ofreció certeza jurídica sobre la búsqueda que realizó”.

Aquél 19 de marzo, López Obrador firmó un documento con el que se comprometía a no reelegirse. “Considero que basta con seis años para desterrar la corrupción e impunidad y convertir a México en una república próspera, justa y fraterna. No tengo duda que nos alcanzará el tiempo para consumar entre todos y de manera pacífica la cuarta transformación”, leyó el titular del Ejecutivo de la carta antes de rubricarla. Hoy no saben ni siquiera dónde la guardaron.

“Sepan pues, señores conservadores, que abandonaré la Presidencia en el día preciso que marca la máxima ley y que en el 2024 me iré allá por Palenque. Pero también les digo con sinceridad y en buena lid, que deseo de todo corazón y con toda mi alma que lo logrado para entonces sea muy difícil de revertir y que el país no retroceda a los inmundos y tristes tiempos en que dominaba la mafia del poder”, manifestó.

La carta que da cuenta del compromiso de de No Reelección de AMLO se basa en cinco puntos. En ellas se lee: “soy maderista y partidario de los principios de sufragio efectivo y no reelección”; “me inspiran los ideales y las convicciones no la ambición al poder”; “el poder sólo tiene sentido y se pone en virtud al servicio de los demás”; “basta con seis años para combatir la corrupción y convertir a México en un país fraterno”; “no soy partidario, no estoy de acuerdo con la reelección.”

Hay una frase que habrá de perseguirlo en su afán por continuar su gobierno: “reafirmo que no estoy de acuerdo con la reelección y que nunca, en ninguna circunstancia, intentaría perpetuarme en el cargo que actualmente ostento porque ello no sólo significaría ir en contra de la Constitución sino también traicionar mis principios y renegar de honestidad, que es lo más valioso que tengo en la vida.”

No obstante, nos dejó la víbora chillando: “El pueblo tiene en todo momento el derecho de cambiar la forma de su gobierno, es decir, el pueblo pone y el pueblo quita», lo que quiere decir que aún contra su voluntad, tendría que acatar la decisión del pueblo y seguir en el gobierno.

En Baja California la jugada parecía perfecta para medir el ánimo social de una eventual reelección, pero todo les salió muy mal. Jaime Bonilla ganó para Morena una mini gubernatura de dos años; antes de concluir su gestión, el Congreso local con mayoría panista decidió ampliar su mandato a cinco años. Y se armó el follón.

Es evidente que López Obrador conoce muy bien las leyes del país, tanto que piensa que las puede cambiar a favor de su causa. La extensión del mandato en Baja California y el extravío intencionado de su propia carta no son buenos augurios.

Si de verdad no quiere reelegirse, ¿por qué insiste en sacar el tema a colación?

Las del estribo…

  1. Aunque se esfuerce, el gobernador nomás no da el ancho. Ayer lo volvieron a someter a la metralla mediática de una conferencia de prensa donde en su nerviosismo llegó a aceptar que hay más feminicidios en este gobierno que con Miguel Ángel Yunes. A su lado, el secretario de Gobierno parecía disfrutar del bochornoso espectáculo, mientras que Winckler estrenaba su termo de café con la leyenda “Es culpa del Fiscal”. Sus colaboradores han convertido al mandatario estatal en una caricatura.
  2. La reestructura de la deuda parece ser una buena noticia. José Luis Lima Franco armó un proyecto con el visto bueno de la Secretaría de Hacienda, algo que el propio gobernador no hubiera logrado. Llegará dinero fresco gracias a que disminuirán los intereses. Es tiempo de reactivar la economía.