Nadie sabe exactamente cómo sucedió, el único dato es que el año pasado, de la nada apareció en el centro de Xalapa un letrero que decía Foro Cauz y de la noche a la mañana se convirtió en el centro cultural independiente con mayor actividad en una ciudad culturalmente hiperactiva. Inició con una oferta de dos conciertos semanales —los jueves y los sábados— y actualmente ofrece cuatro actividades —de miércoles a sábado— cada semana. Desde los músicos jóvenes y los proyectos emergentes hasta las figuras del jazz local, nacional e internacional han salpicado los libros con su música, también han estado los rockeros, los hiphoperos, los roleros, los standuperos, además el lugar ha albergado a las artes visuales y a la literatura.

A partir de una gira fracasada pero con una terquedad inquebrantable, Jair Kay —el culpable de todo— fue construyendo un sueño, y una tórrida noche de verano, cuando despertó, Cauz ya estaba ahí. Jair sabe exactamente cómo sucedió, así me lo narró:

«Yo soy de Xalapa pero me fui a Puebla a estudiar Relaciones Industriales. Cuando terminé me puse a trabajar de todo, estuve año y medio en Tierra Blanca trabajando para una constructora sin ser ingeniero ni nada de eso. En 2014 me fui a México y, también sin ninguna formación, produje una gira de David Aguilar —el cantautor— cuando todavía no era lo que es ahora que ha sido nominado para cinco Grammys, en esa época tocaba en el lugarcitos para ocho personas. La gira se llamó Sorpresas mejores, fue una locura, éramos once personas: cinco músicos, dos documentalistas, un poeta. Era una gira de tres meses en los que se iban a hacer cuarenta conciertos desde Tijuana hasta Chetumal. En Tijuana compramos una camioneta y bajando a Sinaloa se empezó a desperdigar la banda porque hicimos los tratos con casas de la cultura y no pagaban, el primero que se regresó fue el poeta, Genaro Patraka. Esa fue la primera vez que me vi involucrado en la producción, por primera vez yo era responsable de las once personas, de los conciertos, del audio, de cerrar los tratos. Fue una planeación de un año y nos lanzamos al ruedo, pero realmente no teníamos experiencia en la gestión; fue un desastre pero aprendimos muchísimo.

«Siempre he estado vinculado con la cuestión del arte pero siempre habían sido pequeños guiños, en 2015 regresé a Xalapa, mi mujer llevaba cinco años con el Café La Flor —que era un café de barrio, chiquito— y tenía la aspiración de ampliarlo o hacer una sucursal. Yo ya tenía la idea de hacer un foro y me asocié con ella. Conseguimos este espacio que era una cantina que se llamaba La Chiquitita y llamamos a un arquitecto joven —tiene treinta y cuatro años— que se llama Francisco Champion. El espacio era muy chico, tenía una mesa de ping pong arriba pero era un metro más chaparrito, se quitó el tapanco, se quitó la teja, se quitaron las vigas, que estaba medio podridas, y se hizo toda la estructura.

«Le platiqué del proyecto a dos amigos de la infancia, Rafael Toriz y Alejandro Ricaño, y me dijeron Xalapa da para más. También lo comenté con otro amigo, Marduk Obrador, de la librería Los Argonautas. La librería no estaba pensada al principio, pero Rafael Toriz me hizo el vínculo con unas personas de la librería Gandhi, en México, para que me acercaran a distintas editoriales. Así fue formándose la idea de hacer un espacio en Xalapa que más bien fuera heredero de una tradición que viene desde La Tasca, Tierra Luna, La Culpa, varios lugares que ha habido aquí. En Xalapa siempre ha existido público y músicos y artistas que se apropian de estos lugares, entonces no se trataba de encontrar el hilo negro sino de plantearlo desde otra perspectiva, y poco a poco se empezó a forjar el concepto.

«Cuando íbamos a las editoriales nos pedían el nombre de la librería aunque no estuviera registrado. No se podía llamar Flor Catorce ni Café La Flor porque, a pesar de que todavía estaba en obra negra y se estaba trabajando, el lugar ya tenía otro carisma. En esos días, el papá de Rafa Toriz, el maestro Rafael Toriz —que fue director de la Facultad de Música— me hizo llegar la tesis de la maestra Julieta González —actual directora de la Facultad de Música—, el tema era La música en Xalapa del siglo XIX. En la tesis hay un recorrido historiográfico por los recintos de la época y en una parte menciona el Teatro Cauz, que después se convirtió en el Teatro Lerdo. El nombre me llamó mucho la atención y era algo que no conocíamos ni yo ni nadie, le dije a mis amigos ¿saben algo del Teatro Cauz? y me dijeron que no, era algo que se había quedado perdido por ahí. Empezamos a investigar y descubrimos que era un teatro abierto que se volvió el más importante su época porque era un lugar del que se apropiaba el pueblo, hacían verbenas y venían las operetas, las zarzuelas. Hay un texto que dice que cuando Maximiliano de Habsburgo se declaró emperador, llegó al Teatro Cauz, entonces, había varias cosas que se asemejaban un poco a la intención que teníamos de hacer un espacio que fuera un lugar sin pretensiones, un lugar de encuentro para los artistas, para los creadores, para que la gente pudiera venir a desayunar, a comer y se apropiara de él. Así nació el nombre. El chico que nos ayudaba con las redes sociales hizo el logo en una sentada y se quedó así, no se le modificó nada.

«Abrimos con Sonex el día siete de julio de 2018 —acabamos de cumplir un año—, durante el concierto estábamos acabando de armar las mesas y las tarimas, y Luis Felipe, que zapatea, quería una más chica. Teníamos una salitas que colapsaron el espacio porque estaba tan lleno que no llegaba la chela acá, no llegaba el vino allá, fue una locura.

«Al principio nos planteamos hacer conciertos los jueves y los sábados, abrimos un sábado, al siguiente jueves tocó Carlos Zambrano con Tézcatl Trío —con Renato [Domínguez] y con Paquito [Cruz]— y se llenó. Ese día, en la mañana vino Carlos Zambrano a dejar sus cosas, llegó con Rey David Alejandre, vio el espacio y me dijo oye, ¿qué tienes mañana?, le dije que no había nada y me dijo ¿me das chance de tocar?, ¡imagínate, Rey David! Tocó y ese concierto fue una locura y fue un primer aviso, se llenó, entraron noventa personas. Ese día se empezó a vibrar como algo que era muy genuino.

«Esa fue la primera semana y empezó a funcionar muy bien inmediatamente, empecé a agilizar las redes con los músicos y Hernán Hecht me ayudó con los jazzistas de México, les habló del lugar. Es un lugar pequeño y en Xalapa no puedes cobrar mucho, pero pudimos llegar a acuerdos para que cobráramos menos de lo que se cobra allá o que vinieran por un precio fijo que fuera accesible, y poco a poco se fue abriendo la escena.

«La programación se hizo entre mayo y junio, desde el principio nos planteamos hacer carteleras mensuales, es algo que sigue siendo un poco complicado pero hemos ido encontrando la manera de hacer el booking dos meses antes y tener la información de todos los artistas. Se ha ido dando de manera un poco accidental, pero sí planeada, teníamos la idea de un lugar en el que la gente tuviera la oferta cultural empezando el mes, que conociera todas las actividades, no solo de música, sino también exposiciones, algunas presentaciones literarias.

«La parte medular fue darle, de entrada, una identidad al lugar. Al principio la gente no entendía bien, eran muchos eventos, se presentaba Lucio Sánchez y al otro día se presentaba Carlos Zambrano y al otro día venía Hernán Hecht de México, parecía como si fuera un festival, pero mensual. El apoyo de la comunidad artística fue invaluable, antes de abrir, cuando todavía estábamos en obra negra, tuvimos desayunos con Renato Domínguez, con Édgar Dorantes, con Hernán Hecht, al que conocí porque fue el productor del disco de David Aguilar, ahí hice buena amistad con él y con Aarón Cruz. En esos desayunos les hablé del proyecto y fueron haciéndome recomendaciones.

«Hernán Hecht me dijo sé que no voy a venir a ganar lana, pero mínimo quiero escucharme bien, invierte en la acústica, entonces toda la pared de la colindancia y una lateral tienen una capa de lana mineral y enfrente una de Durock, las cuatro columnas se hicieron a 45° para que no rebote el sonido, los domos son acústicos. Paquito fue el primero que me regañó porque me decía que no sonaba bien, empecé a buscar ingenieros de sonido y ahora ya tenemos un ingeniero de sonido de planta gracias a un convenio que hicimos con Punto Clave. Con todo eso, la calidad del sonido es particular aquí.

«Para mí era importante entender cómo funcionaba un foro porque jamás había tenido un espacio, en un desayuno, Hernán Hetch me dijo si ya está puesto el lugar, es importante darle el valor, hay que enseñarle a la gente que tiene un valor el trabajo que se está haciendo afuera y el trabajo principal de lo que pasa el foro, desde ahí se quedó que se iba a cobrar un cover arriba de cincuenta pesos por concierto, ahorita está en ochenta pesos y cuando vienen bandas de fuera es de cien o ciento veinte porque hay que costear sus gastos. Tampoco es un lugar muy grande, caben cincuenta personas, máximo sesenta. Hay un precio preferencial a estudiantes y ha sido muy positivo ver que ya tenemos un grupo de JazzUV que viene regularmente y ahorran para escuchar a ciertos artistas.

«A lo largo de este año y con todas estas alianzas que se han hecho con los distintos artistas, se ha ido abriendo el abanico, empezó siendo casi exclusivamente jazz y se fue abriendo hacia el folclor, hacia los proyectos independientes y alternativos de rock, de folk. Se hace una curaduría, no es un grupo formal sino que me llega una propuesta y consulto con algunos amigos porque la idea es que lo que pase en el foro tenga cierta calidad. También ha servido a muchos chavos que están como empezando, por ejemplo, en agosto del año pasado se presentó un grupo que todavía estaba un poco verde y ahora suena muy bien, entonces, de alguna manera también ha sido un espacio que funciona como vitrina.

«Ahora estamos haciendo alianzas para hacer una escena de lugares y de empresarios independientes, hemos platicado con Camil [Meseguer] para que las clases maestras se den en la Casa de Nadie; con Mike y Nancy, de La Brújula, para hacer un circuito Cauz-Brújula; con Mercedes [Boullosa] para hacer algo con La Culpa; con la librería Argonautas. Se trata de aprovechar esto que se está forjando para que sea una estructura más sólida, y tender puentes no solo en la buena onda sino porque como negocio es mucho más fructífero tener un circuito que nos respalde y empezar a generar una escena que se vuelva atractiva también para la gente de fuera».

La celebraciones ya comenzaron pero aún quedan muchos conciertos que prometen ser muy interesantes, consulten la cartelera en la página de Facebook de Cauz para que participen del primer aniversario de este sueño de una noche de verano.

 

 

 

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