La necesidad, desesperación e indiferencia oficial han dado un inusitado impulso al periodismo ficción -que no es periodismo-. Hoy nos hemos convertido en lo que aborrecíamos: pitonisos de la tragedia que nunca llega, cronistas de conversaciones y pasajes que nunca sucedieron, de escenarios construidos desde la añoranza y la frustración.

La imaginación sustituye al rigor periodístico. Ningún apocalipsis nos alcanzará sólo por que deseamos que suceda lo que decimos temer. Ignoramos la realidad sólo porque no corresponde a nuestros intereses, porque el poder ha dejado de ser nuestro amigo; preferimos descargar nuestra ira alimentando la toxicidad de las redes sociales.

Por eso el periodismo veracruzano está en crisis, porque en lugar de investigar y documentar la tragedia que vivimos, preferimos el escarnio y la ficción. Lo único que derrocará al gobierno, a cualquier gobierno, es la verdad y nadie se preocupa por llegar a ella. Para qué buscarla si la podemos deducir frente a agraviados comentaristas de café.

Se acabaron las confidencias y las filtraciones, por eso preferimos imaginarlas. Para tratar de sobrevivir, nos hemos convertido también en esa tribu arrogante que hoy nos gobierna; actuamos como ellos porque muchos deseamos lo que hoy poseen. En nuestro conflicto interno, hemos olvidado las razones de nuestro trabajo.

Por supuesto que hay extraordinarios periodistas. Los que cuestionan, indagan, trabajan con datos duros. Esos que salvan a la profesión de su propia extinción. Gracias a ellos, muchos podrán seguir llamándose periodistas aunque no lo sean.

¿No tendríamos que ser dilapidados por la mentira malintencionada como nosotros lo hemos hecho con el Gobernador y su parentela? ¿Acaso nuestra mentira pública, esa que vendemos a nuestros lectores, es perdonable?

Veracruz tiene el peor gobierno de su historia: ha mentido, ha robado y ha traicionado. Su incapacidad e ignorancia nos ha empobrecido y nos ha traído más violencia. Ese será el motivo de su caída, no las fábulas escritas por sus adversarios de ocasión.

¿En qué momento nos pasó todo esto? Es posible que sea el vórtice de una cuarta transformación que ha roto todos los equilibrios. Vivimos los tiempos de la mentira oficial y el periodismo ficción. No es casualidad.

La relación entre el Gobernador Cuitláhuac García y los medios de comunicación siempre ha sido mala. No se conocen y no se tienen confianza; todos saben que uno tiene le peor opinión del otro, ambos con razones justificables.

Ha sido una historia de desencuentros. El día que inició su campaña electoral, Cuitáhuac de plano pidió a los representantes de los medios –con los que nunca hubo convenio de publicidad alguno-, que no lo acompañaran porque a los ciudadanos les podía molestar su presencia. Nunca entendió que en su favor, los reporteros buscaban la nota de lo que se empezaba a mostrar como un fenómeno electoral.

Ya como gobernador, el 4 de enero, Cuitláhuac propuso la creación de un premio llamado “Regina Martínez”; víctimas de su protagonismo, algunos representantes de medios acusaron que se trataba de un “chayote” disfrazado de reconocimiento y el proyecto abortó en sus propias narices. Nunca más el Gobernador volvería a reunirse con los periodistas, ni siquiera en Día de la Libertad de Expresión.

Jamás se había dado el caso de un Gobernador que hubiera roto intencionalmente su relación con los medios; sin embargo, muchos de sus colaboradores llevan una estrecha y productiva relación con algunos de ellos con más intenciones futuristas que ayudar a su jefe político.

Las consecuencias saltan a la vista: los medios tienen que lidiar con la cerrazón, la antipatía y la inexperiencia de los funcionarios del gabinete, obligados por la ley a compartir información pública, a lo que se han negado sistemáticamente. De establecer una relación comercial, mejor ni hablamos, porque no han logrado entender en seis meses la diferencia entre información y propaganda.

Para el gobernador, la ruptura se ha vuelto un lastre. No puede comunicarse con la población a la que gobierna, y cuando lo hace, los propios medios ponen en evidencia todas las limitaciones políticas y personales del mandatario estatal. Además, las pifias y escándalos que evidencian corrupción y nepotismo han sido el alimento de medios que luchan por su supervivencia.

La historia nos ha dado una oportunidad y la hemos desperdiciado… igual que ellos.

Las del estribo…

  1. Pide la diputada Mónica Robles, Presidenta de la Comisión de Justicia y un personaje muy cercano al Presidente López Obrador, que la Contralora del Estado dé una explicación sobre el asunto de las actas de nacimiento que confirman el parentesco del Gobernador y Eleazar Guerrero. Aún con los pelos de la burra en la mano, Eric Cisneros niega que lo sean; no logran entender que el nepotismo les ha hecho más daño que la evidente corrupción.
  2. La ingobernabilidad en Mixtla de Altamirano que acusa Morena es la misma que han promovido ellos mismos. Han movilizado hasta el Congreso a familiares de la alcaldesa asesinada, agentes municipales y al tesorero para acusar de irregularidades administrativas. No ganarán la opinión pública y es posible que tampoco la votación de este jueves, lo que daría un manto de impunidad a los responsables del homicidio.