Juan Arturo Brennan afirma que después de escuchar música, no hay nada mejor que hablar de ella. Emiliano Dorantes Meseguer encontró una mejor opción: después de escuchar música, la toca y compone a partir de ella. En la nota que acompaña a la producción discográfica inaugural del joven pianista y compositor, Tres sonatas y otras piezas, Guillermo Cuevas recoge un par de testimonios del artista:

«Lo que más hago es escuchar música y, en segundo lugar, trato de reproducir y explorar en el teclado lo que escucho. Pero siempre me importa mucho disfrutar. La historia de la música me proporciona muchas respuestas. ¿Para quién es la música que escribo? No lo hago para ganar dinero, ni para satisfacer ninguna necesidad material. No lo hago para ser encasillado como compositor, ni pretendo que mi música sea tomada como signo de alabanza u homenaje a algo o alguien. Hago mi música principalmente para mí, pero me agrada que a otros les guste lo que compongo, y no puedo componer algo que no proceda de lo que he escuchado. Lo que escribo no está ‹inspirado›, pero sí influenciado o motivado por lo que escucho, los compositores que me gustan».

«Cuando lo conocí, Emiliano Dorantes tenía unos nueve años y escribía, inventaba, narraciones de extraordinaria fantasía. Ya practicaba el violín y pronto descubrió la flauta dulce y el gusto por jugar con las teclas de un piano. Pero sobre todo oía, escuchaba mucha música. Y su atención fue capturada tanto por el jazz como por obras de la Época Barroca», comenta el maestro Cuevas en el mismo texto. El fin de semana platiqué con Emiliano para conocer los pormenores del disco, en primer lugar le pregunté cuándo y cómo comenzó la aventura de componer:

«Mi primera pieza la compuse en Córdoba, hice una melodía en sol menor y mi papá [Édgar Dorantes] hizo un acompañamiento con la mano izquierda, me lo aprendí y ya la tocaba. Eso fue como a los siete años, en ese tiempo tampoco estaba tan enfocado en la música, estaba más metido en el teatro pero también hacía música para las obras de teatro de los talleres».

¿Te levantaste un día y dijiste quiero hacer un disco, o cómo fue que se te ocurrió?, le pregunté después. Su mamá, la bailarina y coreógrafa Shiraí Meseguer, lo acompañó a la entrevista y me respondió:

«Después del derrame cerebral [episodio que, a finales del año pasado, nos tuvo con el alma en vilo a todos los que lo queremos y admiramos, afortunadamente no tuvo consecuencias graves], Édgar sintió que tenía pendientes que debía cumplir y el número uno era el disco de su hijo. Le comentó la idea a Emiliano y él le dijo sí, tengo la música para hacerlo. Gonzalo Rivero, que siempre ha sido muy entusiasta con la música clásica, dijo yo le entro con el piano y con el dinero, ustedes consigan a la gente que necesitan. Y así se ensambló todo».

Emiliano abundó la respuesta:

«El disco fue idea de mi papá y la grabación fue muy al azar. Algunas veces había ido a tocar al Cessac —la escuela de música donde da clases mi papá— y un día hasta di una clase porque mi papá me pidió que lo supliera. Ahí me conoció el ingeniero el ingeniero Gonzalo Rivero y le gustó mucho lo que hacía. Un día, platicando con él mi papá sacó el tema y el ingeniero dijo que tenía un piano viejo que podía arreglar, que podíamos ir a grabar a su casa y que nos apoyaba económicamente.

«Es un piano Grotrian-Steinweg de 1910, mandaron a pedir las piezas originales a Alemania y Carlos Gordillo lo reconstruyó y lo afinó. Invitamos a Benjamín Castro para que hiciera la grabación, llegó con un amigo suyo de México (el ingeniero Arcadio Hernández) y trajeron su equipo. Grabamos en la casa del ingeniero Gonzalo, en un lugar que es como un sótano. El lugar estaba bastante cómodo, no está completamente cerrado pero sí está aislado, sonaba bastante bien, ni siquiera necesitamos concha acústica y terminamos usando la mitad de los micrófonos y de todo lo que llevaron.

«No compuse nada especialmente para el disco pero creo que tampoco necesitaba hacerlo porque tenía un repertorio que quería mostrar. Hacer la selección me llevó un buen rato, había piezas que quería poner pero aún no estaban terminadas y terminé quitándolas, dije no me voy a poner a componer ahorita, mejor pongo esta que está padre, y así fui eligiendo. Lo que más tengo son sonatas completas para piano de tres o cuatro movimientos, de esas seleccioné la número 1, la número 4 y la número 6. Pudo haber sido algo completamente diferente porque tengo otras obras que también hubieran funcionado, pero me gustó bastante como quedó.

«En el repertorio hay clásico, barroco, hasta un poco de romántico, es un periodo que abarca desde Bach hasta Chopin. En una de las piezas (Fantasía para cuatro manos en la menor) invité a un amigo, que se llama Uriel Vázquez, a tocar».

Shiraí:

«Es uno de sus mejores amigos, es un niño que tiene parálisis cerebral pero le encanta la música y ha pasado por varios instrumentos, ha tocado saxofón, percusiones. Estuvieron juntos a la escuela y tocaron juntos en un concierto con una orquesta de una escuela de música que está en Rébsamen. Emiliano lo quiere mucho y quiso tenerlo en su disco».

Emiliano:

«Grabamos todo en cuatro días, del 3 al 6 de enero. Las sesiones de grabación se llevaron un buen tiempo porque hice muchas tomas y luego vino todo el trabajo de edición».

Shiraí:

«Édgar fue un día a editar y después dijo ya es tu chamba, encárgate, y al parecer Emiliano fue muy detallista y tenía al pobre Benjamín bien cansado (risas)».

Emiliano:

«A veces bajaba la esposa del ingeniero con unos amigos que estaban en la casa, entonces, en algunas tomas hay público».

Shiraí:

«Y fueron muy bien atendidos porque había momentos de mucho cansancio y bajaban con viandas y comieron delicioso».

Y apareció la mamá gallina:

 

«Al principio contratamos un fotógrafo que llegó un día de la grabación e hizo fotos muy bonitas, pero a mí me parecía que se veía muy serio (risas), como si fuera el disco Remembranzas junior [Remembranzas es un disco de Édgar Dorantes].

Emiliano Dorantes (Foto: Polo&Storch. Diseño: Sunsuni Eleonoren Velasco)

Estaba muy serio sentado en el piano y dije ¡no, parece Édgar chiquito!, me dijeron ay, qué exagerada, salió bien. Y le dije no, aunque tengas 17 años, sigues siendo un niño.

«Me parecía que el disco tenía que ser algo muy juguetón, más fresco. Es un niño que escribe música antigua, en eso ya hay cierta seriedad y yo sí quería que fuera algo muy juguetón. entonces ellos me dijeron pues lo hacemos.

«Emiliano fue un niño que nunca quiso disfrazarse, pero hubo un festival de la escuela al que fue vestido de Mozart y fue muy feliz, entonces, en una junta de producción le dijo al fotógrafo y a la diseñadora ¿y por qué no tengo una parte barroca y una parte moderna? Ellos empezaron a girar la idea y dijeron podemos jugar con tu parte moderna de compositor con iPad y computadora y Sibelius, y tu parte barroca antigua con tu peluca y tu traje de esa época. Eso hicieron y cuando abres el disco aparece una imagen con estos dos mundos, y los colores y el diseño son más informales y juguetones».

Emiliano:

«El disco ya está a la venta en Tierra Luna, Casa de Nadie, el café Bola de Oro de Carrillo Puerto, en La Barra, un café que está en Úrsulo Galván, y en mi página de Facebook (Emiliano Dorantes). Las presentaciones son en Tierra Luna, el miércoles 19 a las 8:00 de la noche. En Cauz, el miércoles 3 de julio a las 9:00 de la noche. El viernes 5 de julio, a las 8:00 de la noche, en la Casa de la Cultura de Córdoba. Y el sábado 13, a las 6:00 de la tarde en la Casa de la Cultura de Coatepec».

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El lado soleado | Emiliano Dorantes Meseguer / II
Vuela el pensamiento, libre | Emiliano Dorantes Meseguer / III

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